Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 2 noviembre, 2015

Dónde andará el juglar

Esta ampliamente aclarado que existen algunas diferencias sustanciales entre los Juglares del viejo mundo Europeo y los Juglares del mundo Vallenato, sencillamente había que tomar un vocablo que aquí no existía, para identificar nuestros andariegos acordeoneros que tocando y cantando entre corrales, veredas y fiestas pueblerinas se hacían notar, en tanto que declamadores poéticos y […]

Boton Wpp

Esta ampliamente aclarado que existen algunas diferencias sustanciales entre los Juglares del viejo mundo Europeo y los Juglares del mundo Vallenato, sencillamente había que tomar un vocablo que aquí no existía, para identificar nuestros andariegos acordeoneros que tocando y cantando entre corrales, veredas y fiestas pueblerinas se hacían notar, en tanto que declamadores poéticos y tañedores de cuerdas en el viejo mundo lo hacían en las cortes medievales desde finales del siglo catorce. Estos fueron personajes que se vestían vistosamente fácilmente diferenciables y que no obstante su función de divertir a la gente, a veces eran considerados repelentes, atorrantes y despreciables por la forma cruda y descarada que tenían de revelar infidelidades, corrupciones e intimidades de figuras notables en castillos y plazas públicas.

En el caso del mundo Vallenato hay que tener en cuenta que nuestros Juglares no surgieron con el acordeón, puesto que muchos años anteriores a su llegada del instrumento , fue la figura del cantador la que realizaba la función de informar e ilustrar los sucesos de su entorno y los que recogía a su paso , en actividades como la ganadería , cuando los guías de las manadas recorriendo las históricas rutas hacia los sitios de mercadeo o puntos de embarque en larguísimas jornadas que podían durar varias semanas como aquella de Montería hasta Medellín, donde recuas de novillos para el sacrificio hacían el recorrido en cuarenta días abriendo trochas por bosques y montañas; una verdadera odisea o hazaña recreada con cantos de vaquería afincados en décimas, cuartetas o guapirreos que llegaron a tomar forma de cantos.

En este orden de ideas las noticias llegaban de un lugar a otro con la gente del ganado o aventureros que con dulzaina canturreaban por los caminos casi siempre con varios días o semanas de atraso por las limitaciones de transporte en la época y a falta de un burro andón, se daban largos recorridos a pie. Más adelante ya en el siglo diecinueve jugaron un papel importantísimo en la información los de empleados del Ministerio de correos y telégrafo que iban y venían por toda la gran provincia, recordados hoy como “el correo de la época”.

Queda bien claro que en el Valle de Upar el fenómeno de transmitir sucesos o noticias con música fue función del cantador, decimero o repentista lo que acerca más al Juglar del viejo mundo que el acordeonero cuyo protagonismo es posterior.

Muchos años adelante con el estímulo del festival Vallenato tuvieron en sus dos primeras décadas gran preponderancia los Juglares del acordeón, contadores por excelencia , pero que con el surgimiento y auge de las agrupaciones vallenatas estos son desplazados por los cantantes o vocalistas ya desligados de la ejecución del instrumento , como un miembro más del conjunto.

Este fue un elemento que desapareció con la modernización de los medios de comunicación, ya que ocurrido en cualquier parte de mundo a los pocos minutos lo sabemos aquí. El termino Juglar no tiene una larga tradición en nuestra historia y es a partir del festival Vallenato cuando se acentúa su utilización; pero con el surgimiento y protagonismo del compositor que no tocaba instrumento alguno, esta simbólica figura quedo entonces segmentada en tres elementos básicos: el que toca el acordeón, el que canta y el compositor. Afortunadamente los festivales vallenatos han contribuido a mantener viva la imagen del juglar de antaño, hoy extraviada ante el paso desalmado del progreso.

Columnista
2 noviembre, 2015

Dónde andará el juglar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Esta ampliamente aclarado que existen algunas diferencias sustanciales entre los Juglares del viejo mundo Europeo y los Juglares del mundo Vallenato, sencillamente había que tomar un vocablo que aquí no existía, para identificar nuestros andariegos acordeoneros que tocando y cantando entre corrales, veredas y fiestas pueblerinas se hacían notar, en tanto que declamadores poéticos y […]


Esta ampliamente aclarado que existen algunas diferencias sustanciales entre los Juglares del viejo mundo Europeo y los Juglares del mundo Vallenato, sencillamente había que tomar un vocablo que aquí no existía, para identificar nuestros andariegos acordeoneros que tocando y cantando entre corrales, veredas y fiestas pueblerinas se hacían notar, en tanto que declamadores poéticos y tañedores de cuerdas en el viejo mundo lo hacían en las cortes medievales desde finales del siglo catorce. Estos fueron personajes que se vestían vistosamente fácilmente diferenciables y que no obstante su función de divertir a la gente, a veces eran considerados repelentes, atorrantes y despreciables por la forma cruda y descarada que tenían de revelar infidelidades, corrupciones e intimidades de figuras notables en castillos y plazas públicas.

En el caso del mundo Vallenato hay que tener en cuenta que nuestros Juglares no surgieron con el acordeón, puesto que muchos años anteriores a su llegada del instrumento , fue la figura del cantador la que realizaba la función de informar e ilustrar los sucesos de su entorno y los que recogía a su paso , en actividades como la ganadería , cuando los guías de las manadas recorriendo las históricas rutas hacia los sitios de mercadeo o puntos de embarque en larguísimas jornadas que podían durar varias semanas como aquella de Montería hasta Medellín, donde recuas de novillos para el sacrificio hacían el recorrido en cuarenta días abriendo trochas por bosques y montañas; una verdadera odisea o hazaña recreada con cantos de vaquería afincados en décimas, cuartetas o guapirreos que llegaron a tomar forma de cantos.

En este orden de ideas las noticias llegaban de un lugar a otro con la gente del ganado o aventureros que con dulzaina canturreaban por los caminos casi siempre con varios días o semanas de atraso por las limitaciones de transporte en la época y a falta de un burro andón, se daban largos recorridos a pie. Más adelante ya en el siglo diecinueve jugaron un papel importantísimo en la información los de empleados del Ministerio de correos y telégrafo que iban y venían por toda la gran provincia, recordados hoy como “el correo de la época”.

Queda bien claro que en el Valle de Upar el fenómeno de transmitir sucesos o noticias con música fue función del cantador, decimero o repentista lo que acerca más al Juglar del viejo mundo que el acordeonero cuyo protagonismo es posterior.

Muchos años adelante con el estímulo del festival Vallenato tuvieron en sus dos primeras décadas gran preponderancia los Juglares del acordeón, contadores por excelencia , pero que con el surgimiento y auge de las agrupaciones vallenatas estos son desplazados por los cantantes o vocalistas ya desligados de la ejecución del instrumento , como un miembro más del conjunto.

Este fue un elemento que desapareció con la modernización de los medios de comunicación, ya que ocurrido en cualquier parte de mundo a los pocos minutos lo sabemos aquí. El termino Juglar no tiene una larga tradición en nuestra historia y es a partir del festival Vallenato cuando se acentúa su utilización; pero con el surgimiento y protagonismo del compositor que no tocaba instrumento alguno, esta simbólica figura quedo entonces segmentada en tres elementos básicos: el que toca el acordeón, el que canta y el compositor. Afortunadamente los festivales vallenatos han contribuido a mantener viva la imagen del juglar de antaño, hoy extraviada ante el paso desalmado del progreso.