“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, grande en misericordia para con todos los que te invocan”. Salmos 86,5 En las postrimerías del año, no puedo dejar de reconocer la bondad y misericordia de Dios para con todos los que le invocan. El amor de Dios es una constante que nunca dejará de ser. Él […]
“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, grande en misericordia para con todos los que te invocan”. Salmos 86,5
En las postrimerías del año, no puedo dejar de reconocer la bondad y misericordia de Dios para con todos los que le invocan. El amor de Dios es una constante que nunca dejará de ser. Él nunca nos rechaza, viene a vivir en nuestras vidas para cambiarnos, pero no se muda y nos deja solos cuando lo decepcionamos.
Dios está comprometido con cada uno de nosotros y no nos condena a vivir en el desierto y la soledad por los errores. Al contrario, su Gracia es el mensaje soberano que silencia la condenación y trae a la luz la aceptación del Evangelio. Este ha sido un año difícil, especialmente en lo económico y relacional, donde se ha perdido la confianza en las instituciones; sin embargo, recordemos que la decepción y el fracaso pueden ser una herramienta de enseñanza en la construcción del carácter y el impulso para los nuevos comienzos.
Una de las bondades que más aprecio de Dios es que continúa junto a sus hijos, incluso cuando lo echamos todo a perder. ¡Su aceptación es plena e incondicional! Él no solo es especialista en lograr cosas imposibles, sino también es generoso en conceder nuevas oportunidades cada vez. ¡Es el Dios de las segundas oportunidades! Siempre nos da la manera de hacer lo mismo una vez más. Como buen padre, siempre tiene la intención de regresarnos al camino, mejor entrenados e incluso agradecidos por tener otra oportunidad.
Amados amigos: Nunca cometeremos errores o pecados más grandes que el amor de Dios y también nunca será demasiado tarde para comenzar a hacer lo correcto. El principio rector de la reconciliación nos dice que la persona a quien mucho se le ha perdonado, mucho ama. Puesto que Dios no mira lo externo, sino el corazón, el arrepentimiento es la condición para experimentar su bondad. Es el reconocimiento de que estamos dispuestos a confiar en su bondad, recibir su amor y refugiarnos en su protección sin importar el costo social que eso implique. ¡Su bondad y misericordia nunca fracasará en el intento de bendecirnos!
El amor y la bondad de Dios siempre triunfarán sobre las derrotas. Solo Dios sabe conducirnos y llevarnos a través del desierto para mostrarnos cómo permanecer firmes en los tiempos de adversidad. Aprender a agradecer es uno de los desafíos de este final de jornada, resguardarnos en su amor es el llamado supremo. Ampararnos bajo la sombra de sus alas es nuestra mejor opción de cara a los tiempos que se avecinan.
Ad portas de la celebración navideña, levanto mi voz para decir que, solo Dios tiene la habilidad para levantarnos y ponernos en posición de comenzar de nuevo. ¡No despreciemos esa nueva oportunidad! En estas navidades, demos gracias a Dios su guía y liderazgo, por la enseñanza y el acompañamiento de su Santo Espíritu. Por su bondad y misericordia y por su incondicional amor. ¡Dios es bueno!
Un fuerte abrazo en Cristo y Felices Fiestas.
Por Valerio Mejía
“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, grande en misericordia para con todos los que te invocan”. Salmos 86,5 En las postrimerías del año, no puedo dejar de reconocer la bondad y misericordia de Dios para con todos los que le invocan. El amor de Dios es una constante que nunca dejará de ser. Él […]
“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, grande en misericordia para con todos los que te invocan”. Salmos 86,5
En las postrimerías del año, no puedo dejar de reconocer la bondad y misericordia de Dios para con todos los que le invocan. El amor de Dios es una constante que nunca dejará de ser. Él nunca nos rechaza, viene a vivir en nuestras vidas para cambiarnos, pero no se muda y nos deja solos cuando lo decepcionamos.
Dios está comprometido con cada uno de nosotros y no nos condena a vivir en el desierto y la soledad por los errores. Al contrario, su Gracia es el mensaje soberano que silencia la condenación y trae a la luz la aceptación del Evangelio. Este ha sido un año difícil, especialmente en lo económico y relacional, donde se ha perdido la confianza en las instituciones; sin embargo, recordemos que la decepción y el fracaso pueden ser una herramienta de enseñanza en la construcción del carácter y el impulso para los nuevos comienzos.
Una de las bondades que más aprecio de Dios es que continúa junto a sus hijos, incluso cuando lo echamos todo a perder. ¡Su aceptación es plena e incondicional! Él no solo es especialista en lograr cosas imposibles, sino también es generoso en conceder nuevas oportunidades cada vez. ¡Es el Dios de las segundas oportunidades! Siempre nos da la manera de hacer lo mismo una vez más. Como buen padre, siempre tiene la intención de regresarnos al camino, mejor entrenados e incluso agradecidos por tener otra oportunidad.
Amados amigos: Nunca cometeremos errores o pecados más grandes que el amor de Dios y también nunca será demasiado tarde para comenzar a hacer lo correcto. El principio rector de la reconciliación nos dice que la persona a quien mucho se le ha perdonado, mucho ama. Puesto que Dios no mira lo externo, sino el corazón, el arrepentimiento es la condición para experimentar su bondad. Es el reconocimiento de que estamos dispuestos a confiar en su bondad, recibir su amor y refugiarnos en su protección sin importar el costo social que eso implique. ¡Su bondad y misericordia nunca fracasará en el intento de bendecirnos!
El amor y la bondad de Dios siempre triunfarán sobre las derrotas. Solo Dios sabe conducirnos y llevarnos a través del desierto para mostrarnos cómo permanecer firmes en los tiempos de adversidad. Aprender a agradecer es uno de los desafíos de este final de jornada, resguardarnos en su amor es el llamado supremo. Ampararnos bajo la sombra de sus alas es nuestra mejor opción de cara a los tiempos que se avecinan.
Ad portas de la celebración navideña, levanto mi voz para decir que, solo Dios tiene la habilidad para levantarnos y ponernos en posición de comenzar de nuevo. ¡No despreciemos esa nueva oportunidad! En estas navidades, demos gracias a Dios su guía y liderazgo, por la enseñanza y el acompañamiento de su Santo Espíritu. Por su bondad y misericordia y por su incondicional amor. ¡Dios es bueno!
Un fuerte abrazo en Cristo y Felices Fiestas.
Por Valerio Mejía