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Columnista - 2 junio, 2019

Dios

Llevo algunos días leyendo Dios, del autor iranoestadounidense Reza Aslan, que se mueve como pez en el agua entre las religiones para explicar con ellas la existencia de Dios desde la insistencia de los hombres en darle rasgos y emociones humanas. El libro es maravilloso porque para Aslan escribir esta historia de la espiritualidad ha […]

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Llevo algunos días leyendo Dios, del autor iranoestadounidense Reza Aslan, que se mueve como pez en el agua entre las religiones para explicar con ellas la existencia de Dios desde la insistencia de los hombres en darle rasgos y emociones humanas. El libro es maravilloso porque para Aslan escribir esta historia de la espiritualidad ha sido ha sido también el reflejo de su propio itinerario religioso, así pues que asistimos a una lectura que proviene de una vivencia en el lado más íntimo de un hombre y es su pregunta por Dios que, a fin de cuentas, es la pregunta por su propio origen, el gran tema del hombre sobre la tierra.

La referencia al cristianismo, que es lo más cercano a nosotros en este lugar del mundo, muestra a Dios como el ser humano perfecto al que todos debemos imitar. Siempre me pregunté cómo era que los sacerdotes estaban tan seguros de que Dios hubiera dicho esto o lo otro, o tuvieran tantos detalles sobre la manera como quiere a diario que nos comportemos o sí, su omnipresencia era un don extraordinario para vigilarnos. Hoy creo, más bien, que la iglesia ha sabido hacer el marketing perfecto para asegurarse un lugar en el mundo. Hubo que mirar entonces que mirar a oriente, donde Dios es más cercano y, donde hoy con Aslan, puedo reconocer el término panteísmo de la mejor manera.

El panteísmo significa “Dios es todo” o “todo es Dios”. De tal suerte que no hay Dios y mundo. El mundo es la esencia de Dios realizada y experimentada.

Para el cristianismo esto siempre lo vi referido a la presencia de Dios, siempre ha dicho “Dios está en todas partes”, ahí, viendo, vigilando; pero eso no se asimila de ninguna manera la esencia. Por eso cuando uno se zambulle en oriente encuentra el significado y alivia su peso sobre el mundo. También nos muestra Asla que el animismo primitivo de nuestros antepasados prehistóricos se basaba en la creencia de que todas las cosas, vivas o no, tienen un sola esencia, una sola alma. Los egipcios primitivos constituían su fe en la existencia de una fuerza divina que se manifestaba tanto en dioses como en humanos, y los filósofos griegos hablaban de un solo dios como principio único y unificado que rige a toda la creación. Todas expresiones panteístas de Dios, la más explícita que no nos es ajena, el budismo, para la cual “Todo lo existente es la naturaleza del Buda”.

Tal vez deberíamos todos ser panteístas, reconocer esa verdad de que es Todo para saber también, como nos recomienda Reza Aslan, que en vez de preocuparnos por tratar de forjar una relación con él, deberíamos tomar conciencia de la relación que ya existe. No hay abismo entre Dios y yo, dice Aslan, entonces dejemos de rezar para pedirle cosas y hagámoslo para ser uno con él, a lo cual yo no llamo rezar, sino meditar.

Columnista
2 junio, 2019

Dios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

Llevo algunos días leyendo Dios, del autor iranoestadounidense Reza Aslan, que se mueve como pez en el agua entre las religiones para explicar con ellas la existencia de Dios desde la insistencia de los hombres en darle rasgos y emociones humanas. El libro es maravilloso porque para Aslan escribir esta historia de la espiritualidad ha […]


Llevo algunos días leyendo Dios, del autor iranoestadounidense Reza Aslan, que se mueve como pez en el agua entre las religiones para explicar con ellas la existencia de Dios desde la insistencia de los hombres en darle rasgos y emociones humanas. El libro es maravilloso porque para Aslan escribir esta historia de la espiritualidad ha sido ha sido también el reflejo de su propio itinerario religioso, así pues que asistimos a una lectura que proviene de una vivencia en el lado más íntimo de un hombre y es su pregunta por Dios que, a fin de cuentas, es la pregunta por su propio origen, el gran tema del hombre sobre la tierra.

La referencia al cristianismo, que es lo más cercano a nosotros en este lugar del mundo, muestra a Dios como el ser humano perfecto al que todos debemos imitar. Siempre me pregunté cómo era que los sacerdotes estaban tan seguros de que Dios hubiera dicho esto o lo otro, o tuvieran tantos detalles sobre la manera como quiere a diario que nos comportemos o sí, su omnipresencia era un don extraordinario para vigilarnos. Hoy creo, más bien, que la iglesia ha sabido hacer el marketing perfecto para asegurarse un lugar en el mundo. Hubo que mirar entonces que mirar a oriente, donde Dios es más cercano y, donde hoy con Aslan, puedo reconocer el término panteísmo de la mejor manera.

El panteísmo significa “Dios es todo” o “todo es Dios”. De tal suerte que no hay Dios y mundo. El mundo es la esencia de Dios realizada y experimentada.

Para el cristianismo esto siempre lo vi referido a la presencia de Dios, siempre ha dicho “Dios está en todas partes”, ahí, viendo, vigilando; pero eso no se asimila de ninguna manera la esencia. Por eso cuando uno se zambulle en oriente encuentra el significado y alivia su peso sobre el mundo. También nos muestra Asla que el animismo primitivo de nuestros antepasados prehistóricos se basaba en la creencia de que todas las cosas, vivas o no, tienen un sola esencia, una sola alma. Los egipcios primitivos constituían su fe en la existencia de una fuerza divina que se manifestaba tanto en dioses como en humanos, y los filósofos griegos hablaban de un solo dios como principio único y unificado que rige a toda la creación. Todas expresiones panteístas de Dios, la más explícita que no nos es ajena, el budismo, para la cual “Todo lo existente es la naturaleza del Buda”.

Tal vez deberíamos todos ser panteístas, reconocer esa verdad de que es Todo para saber también, como nos recomienda Reza Aslan, que en vez de preocuparnos por tratar de forjar una relación con él, deberíamos tomar conciencia de la relación que ya existe. No hay abismo entre Dios y yo, dice Aslan, entonces dejemos de rezar para pedirle cosas y hagámoslo para ser uno con él, a lo cual yo no llamo rezar, sino meditar.