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Columnista - 10 enero, 2023

¿Días de afugias o de tranquilidad?

Se viven momentos de incertidumbre, la atipicidad moral, escasez, procesos inflacionarios en los cuales los más pobres sufren por este fenómeno económico.

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Se viven momentos de incertidumbre, la atipicidad moral, escasez, procesos inflacionarios en los cuales los más pobres sufren por este fenómeno económico.

La falta de trabajo, la corrupción galopante, pocos ingresos y en general, tiempos de afugias que someterán al hombre y les hará repensar su estilo de vida o simplemente les llevará al despeñadero.

“Pablo describe la apostasía y los tiempos peligrosos de los últimos días. Esto también debes saber: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin dominio propio, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los deleites más que de Dios, teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; a estos evita”.

No vamos lejos de todo esto, somos conscientes de los hechos, y que en el punto en el que nos encontramos tiene la humanidad un duro trecho que recorrer y que la inconciencia nos está ganando la partida.

Acabamos de salir, aún estamos dicen muchos, de una pandemia en donde Dios nos marcó un camino, sufrimos lo indecible al estar encerrados sin poder hacer nada ante el temor de la muerte; muchos se fueron ante la incredulidad: amigos, familiares, desconocidos que nos marcaron de manera cruel.

Pedíamos vida y salud y promesas de cambio a fin de salir de esas, lo justo era bien visto. Escasamente encontrábamos comida, el guineo nos salvó la patria. Y bueno, pensábamos aprendida la lección.

Nada que ver, hoy seguimos peor que antes, a pesar de tanta precariedad, la gente sigue tomando, las parrandas son interminables, el despilfarro; igual no habrá para comer, pero la de buchanans o perro con perro no faltan. La buena pinta, la hembra al lado y el carro de lujo,

Nos quejamos de la inflación y que todo, absolutamente todo, está caro. Pero vemos los estancos ‘fuletiaos’ los sitios de comida a ‘tutiplén’ la gente no deja de consumir de manera desaforada y viene la pregunta del millón, ¿de dónde sale la plata?

Los huevos, de Carrasquilla, están por las nubes, la leche, el queso; antes comíamos guineo barato, 40 por 2 mil pesos, hoy solo dan 6 guineos por 2 mil. Un plátano vale mil quinientos pesos. En fin. 

“El costo de la vid sube otra vez. El peso que baja, ya ni se ve, y las habichuelas no se pueden comer; ni una libra de arroz, ni una cuarta e café. A nadie le importa qué piensa usted, será porque aquí no hablamos inglés” Eso dice Juan Luis Guerra.

Y el cacique en su premonición infaltable nos cantó: “Yo estoy seguro que el mundo se va a acabar
dice la gente que esa es la realidad. El mundo se acaba compa’ el mundo se acaba, el mundo se acaba compa’ el hambre nos va a matar. 

Ayer comí agua con pan, hoy galleta con café, el mundo se va a acabar y no hallamos qué comer. ¡Ay! Dios mío esta vida si está cara y la plata ya casi no se consigue. ¡Ay! Dios mío borracha situación y la carne la veo en televisión”.

Así estamos, ni más ni menos, pero insistimos: ¿para el disfrute desenfrenado y costoso de dónde la plata? Averígüelo Vargas. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

Columnista
10 enero, 2023

¿Días de afugias o de tranquilidad?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Se viven momentos de incertidumbre, la atipicidad moral, escasez, procesos inflacionarios en los cuales los más pobres sufren por este fenómeno económico.


Se viven momentos de incertidumbre, la atipicidad moral, escasez, procesos inflacionarios en los cuales los más pobres sufren por este fenómeno económico.

La falta de trabajo, la corrupción galopante, pocos ingresos y en general, tiempos de afugias que someterán al hombre y les hará repensar su estilo de vida o simplemente les llevará al despeñadero.

“Pablo describe la apostasía y los tiempos peligrosos de los últimos días. Esto también debes saber: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin dominio propio, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los deleites más que de Dios, teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; a estos evita”.

No vamos lejos de todo esto, somos conscientes de los hechos, y que en el punto en el que nos encontramos tiene la humanidad un duro trecho que recorrer y que la inconciencia nos está ganando la partida.

Acabamos de salir, aún estamos dicen muchos, de una pandemia en donde Dios nos marcó un camino, sufrimos lo indecible al estar encerrados sin poder hacer nada ante el temor de la muerte; muchos se fueron ante la incredulidad: amigos, familiares, desconocidos que nos marcaron de manera cruel.

Pedíamos vida y salud y promesas de cambio a fin de salir de esas, lo justo era bien visto. Escasamente encontrábamos comida, el guineo nos salvó la patria. Y bueno, pensábamos aprendida la lección.

Nada que ver, hoy seguimos peor que antes, a pesar de tanta precariedad, la gente sigue tomando, las parrandas son interminables, el despilfarro; igual no habrá para comer, pero la de buchanans o perro con perro no faltan. La buena pinta, la hembra al lado y el carro de lujo,

Nos quejamos de la inflación y que todo, absolutamente todo, está caro. Pero vemos los estancos ‘fuletiaos’ los sitios de comida a ‘tutiplén’ la gente no deja de consumir de manera desaforada y viene la pregunta del millón, ¿de dónde sale la plata?

Los huevos, de Carrasquilla, están por las nubes, la leche, el queso; antes comíamos guineo barato, 40 por 2 mil pesos, hoy solo dan 6 guineos por 2 mil. Un plátano vale mil quinientos pesos. En fin. 

“El costo de la vid sube otra vez. El peso que baja, ya ni se ve, y las habichuelas no se pueden comer; ni una libra de arroz, ni una cuarta e café. A nadie le importa qué piensa usted, será porque aquí no hablamos inglés” Eso dice Juan Luis Guerra.

Y el cacique en su premonición infaltable nos cantó: “Yo estoy seguro que el mundo se va a acabar
dice la gente que esa es la realidad. El mundo se acaba compa’ el mundo se acaba, el mundo se acaba compa’ el hambre nos va a matar. 

Ayer comí agua con pan, hoy galleta con café, el mundo se va a acabar y no hallamos qué comer. ¡Ay! Dios mío esta vida si está cara y la plata ya casi no se consigue. ¡Ay! Dios mío borracha situación y la carne la veo en televisión”.

Así estamos, ni más ni menos, pero insistimos: ¿para el disfrute desenfrenado y costoso de dónde la plata? Averígüelo Vargas. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara