El Festival de la Leyenda Vallenata es una historia de éxito, dice categóricamente, Daniel Samper Pizano, periodista, escritor, amante e investigador de esta música tan bella, en su libro sobre las fiestas populares de Colombia.
Hemos sido reiterativos. Ha llegado la hora de hacer un balance desapasionado del Festival de la Leyenda Vallenata. El tema amerita esos balances, desde muchas perspectivas, como fiesta popular, una de las más importantes, masivas y visitadas del país; los concursos mismos, por sí solos, pero, principalmente, desde el punto de vista económico y cultural, se requiere hacerlo con una apropiada metodología.
El Festival de la Leyenda Vallenata es una historia de éxito, dice categóricamente, Daniel Samper Pizano, periodista, escritor, amante e investigador de esta música tan bella, en su libro sobre las fiestas populares de Colombia. Sí, una fiesta popular, en parte elitista, pero acogida en Colombia y en el exterior como un evento que hay que vivir por lo menos una vez en la vida, como se dice del Carnaval de Barranquilla, de la Feria de Cali.
Claro, mucho va, de aquel primer evento en el cual resultó elegido Alejandro Durán Díaz, el Negro Grande del Acordeón, del cual salió a recorrer el país y el mundo para presentar la música del nuevo departamento, el Cesar.
Hoy son mucho más concursos, tenemos escuelas de acordeoneros, cajeros y guacharaqueros, etcétera, todos hemos aprendido: ese aprendizaje debe servirnos para mejorar, para corregir lo que toque que corregir, para ser mejores en lo que hacemos cada uno y prepararnos para que el próximo Festival, en su edición número 56 el próximo año 2023, sea igual o superior a este. Entendiendo también que el Festival es como un gran marco y calendario de actividades de todo tipo que se realizan por muchos actores, instituciones, públicos de creativas y diversas modalidades.
No obstante, dada la posible sobrestimación del evento, en su aspecto económico y social, debería acordarse una metodología avalada por pares, como por ejemplo la Fundación Carnaval de Barranquilla, para determinar mejor sus magnitudes, recogiendo la buena iniciativa de la Cámara de Comercio que, en medio de incertidumbre y comentarios adversos, se jugó a fondo con el Festival, en su marco hizo una vez más una significativa feria como Expofestival -como fue en octubre en el Centro Comercial Unicentro, lugar siempre simbólico de nuestra reactivación- e inició ejercicios cuantitativos para hacerle ver a la sociedad vallenata y regional que los beneficios del certamen son inmensos. Instituciones como Fedesarrollo, alguna universidad reconocida y el Cesore, podrían adelantar ese estudio en el próximo Festival , con la interventoría de los gremios, en las distintas cadenas de valor.
Como medio de comunicación que apoya el Festival con fervor, en sus aspectos informativos, publicitarios y de opinión, abogamos, en representación de nuestros lectores y audiencias digitales, por la realización de un adecuado diagnóstico y balance del impacto del Festival Vallenato para procurar hacerlo cada vez mejor. Y que se haga de manera participativa y sin exclusión institucional, social o de grupos de poder y de representación ciudadana, de manera que haya sempiterna fiesta por los siglos de los siglos.
El Festival de la Leyenda Vallenata es una historia de éxito, dice categóricamente, Daniel Samper Pizano, periodista, escritor, amante e investigador de esta música tan bella, en su libro sobre las fiestas populares de Colombia.
Hemos sido reiterativos. Ha llegado la hora de hacer un balance desapasionado del Festival de la Leyenda Vallenata. El tema amerita esos balances, desde muchas perspectivas, como fiesta popular, una de las más importantes, masivas y visitadas del país; los concursos mismos, por sí solos, pero, principalmente, desde el punto de vista económico y cultural, se requiere hacerlo con una apropiada metodología.
El Festival de la Leyenda Vallenata es una historia de éxito, dice categóricamente, Daniel Samper Pizano, periodista, escritor, amante e investigador de esta música tan bella, en su libro sobre las fiestas populares de Colombia. Sí, una fiesta popular, en parte elitista, pero acogida en Colombia y en el exterior como un evento que hay que vivir por lo menos una vez en la vida, como se dice del Carnaval de Barranquilla, de la Feria de Cali.
Claro, mucho va, de aquel primer evento en el cual resultó elegido Alejandro Durán Díaz, el Negro Grande del Acordeón, del cual salió a recorrer el país y el mundo para presentar la música del nuevo departamento, el Cesar.
Hoy son mucho más concursos, tenemos escuelas de acordeoneros, cajeros y guacharaqueros, etcétera, todos hemos aprendido: ese aprendizaje debe servirnos para mejorar, para corregir lo que toque que corregir, para ser mejores en lo que hacemos cada uno y prepararnos para que el próximo Festival, en su edición número 56 el próximo año 2023, sea igual o superior a este. Entendiendo también que el Festival es como un gran marco y calendario de actividades de todo tipo que se realizan por muchos actores, instituciones, públicos de creativas y diversas modalidades.
No obstante, dada la posible sobrestimación del evento, en su aspecto económico y social, debería acordarse una metodología avalada por pares, como por ejemplo la Fundación Carnaval de Barranquilla, para determinar mejor sus magnitudes, recogiendo la buena iniciativa de la Cámara de Comercio que, en medio de incertidumbre y comentarios adversos, se jugó a fondo con el Festival, en su marco hizo una vez más una significativa feria como Expofestival -como fue en octubre en el Centro Comercial Unicentro, lugar siempre simbólico de nuestra reactivación- e inició ejercicios cuantitativos para hacerle ver a la sociedad vallenata y regional que los beneficios del certamen son inmensos. Instituciones como Fedesarrollo, alguna universidad reconocida y el Cesore, podrían adelantar ese estudio en el próximo Festival , con la interventoría de los gremios, en las distintas cadenas de valor.
Como medio de comunicación que apoya el Festival con fervor, en sus aspectos informativos, publicitarios y de opinión, abogamos, en representación de nuestros lectores y audiencias digitales, por la realización de un adecuado diagnóstico y balance del impacto del Festival Vallenato para procurar hacerlo cada vez mejor. Y que se haga de manera participativa y sin exclusión institucional, social o de grupos de poder y de representación ciudadana, de manera que haya sempiterna fiesta por los siglos de los siglos.