El Cesar es un departamento minero y agrícola. La diferencia en el PIB de ambos sectores no tiene comparación, sin embargo, el impacto ambiental de ambas economía sí es equiparable.
El Cesar es un departamento minero y agrícola. La diferencia en el PIB de ambos sectores no tiene comparación, sin embargo, el impacto ambiental de ambas economía sí es equiparable.
En ese sentido, cada 22 de abril, la Organización de las Naciones Unidas aprovecha la conmemoración del Día de la Tierra para recordar que necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta. Algo así como promover “la armonía con la naturaleza y la Tierra”.
Es justo la sostenibilidad del negocio uno de los mayores desafíos de las economías del Cesar que impactan al medio ambiente. En un territorio bosque seco tropical, donde las consecuencias del cambio climático se sienten con mayor fuerza, urge implementar acciones para evitar la desertificación de los suelos, deforestación y desaparición de ríos y ecosistemas.
La minería de carbón aún estará casi dos décadas en nuestro territorio, sin embargo, como ya hay tiempo de salida es hora de ir preparando el legado ambiental: la recuperación del territorio intervenido para la actividad del carbón. Por supuesto, aún mejor si durante la explotación se alcanza la necesaria emisión neutra con la siembra de árboles y creación de espacios verdes.
Por otro lado está la agricultura. Actualmente, la actividad agropecuaria representa la mayor proporción de uso de la tierra por el hombre, y el departamento no es la excepción. Incluso, nuestras actividades agrícolas, ganadería, siembra de palma y arroz, están bajo cuestionamiento por sus demandas ambientales. La buena noticia es que todos estos sectores han buscado estar en paz con la tierra.
Datos de los ambientalistas señalan que el Cesar emite el 6.2 % de gases de efecto invernadero del país y cerca del 50 % del suelo presenta deterioro debido a malas prácticas de su utilización.
El cultivo del arroz, según estudios, “es un gran consumidor de agua: se usan unos 5.000 litros de agua para producir 1 kg de arroz. En comparación con otros cultivos, la producción de arroz es menos eficiente en la forma en que utiliza el agua”.
Ante la escasez de agua y teniendo en cuenta que la agricultura de regadío sigue siendo la mayor fuente de consumo hídrico del mundo, la sostenibilidad de estos cultivos, como el de la palma, con más de 90.000 hectáreas sembradas en el Cesar, pasa por modernizar las técnicas de riego. Allí debe hacerse una gran inversión, porque si no el cambio climático nos dejará en el pasado.
Se suscribió un millonario convenio entre la gobernación y el gremio de los palmeros al final del gobierno de Franco Ovalle, orientado a establecer un modelo de ahorro de agua; quisiéramos saber en qué va su ejecución y conocer los productos o entregables parciales o definitivos.
También debemos llamar la atención sobre las compensaciones ambientales de las empresas mineras, de las de infraestructuras tanto viales como eléctricas en el territorio, que se orientarán a recuperar las cuencas de importantes ríos. Corpocesar debería hacer un registro y seguimiento de todas.
El Cesar es un departamento minero y agrícola. La diferencia en el PIB de ambos sectores no tiene comparación, sin embargo, el impacto ambiental de ambas economía sí es equiparable.
El Cesar es un departamento minero y agrícola. La diferencia en el PIB de ambos sectores no tiene comparación, sin embargo, el impacto ambiental de ambas economía sí es equiparable.
En ese sentido, cada 22 de abril, la Organización de las Naciones Unidas aprovecha la conmemoración del Día de la Tierra para recordar que necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta. Algo así como promover “la armonía con la naturaleza y la Tierra”.
Es justo la sostenibilidad del negocio uno de los mayores desafíos de las economías del Cesar que impactan al medio ambiente. En un territorio bosque seco tropical, donde las consecuencias del cambio climático se sienten con mayor fuerza, urge implementar acciones para evitar la desertificación de los suelos, deforestación y desaparición de ríos y ecosistemas.
La minería de carbón aún estará casi dos décadas en nuestro territorio, sin embargo, como ya hay tiempo de salida es hora de ir preparando el legado ambiental: la recuperación del territorio intervenido para la actividad del carbón. Por supuesto, aún mejor si durante la explotación se alcanza la necesaria emisión neutra con la siembra de árboles y creación de espacios verdes.
Por otro lado está la agricultura. Actualmente, la actividad agropecuaria representa la mayor proporción de uso de la tierra por el hombre, y el departamento no es la excepción. Incluso, nuestras actividades agrícolas, ganadería, siembra de palma y arroz, están bajo cuestionamiento por sus demandas ambientales. La buena noticia es que todos estos sectores han buscado estar en paz con la tierra.
Datos de los ambientalistas señalan que el Cesar emite el 6.2 % de gases de efecto invernadero del país y cerca del 50 % del suelo presenta deterioro debido a malas prácticas de su utilización.
El cultivo del arroz, según estudios, “es un gran consumidor de agua: se usan unos 5.000 litros de agua para producir 1 kg de arroz. En comparación con otros cultivos, la producción de arroz es menos eficiente en la forma en que utiliza el agua”.
Ante la escasez de agua y teniendo en cuenta que la agricultura de regadío sigue siendo la mayor fuente de consumo hídrico del mundo, la sostenibilidad de estos cultivos, como el de la palma, con más de 90.000 hectáreas sembradas en el Cesar, pasa por modernizar las técnicas de riego. Allí debe hacerse una gran inversión, porque si no el cambio climático nos dejará en el pasado.
Se suscribió un millonario convenio entre la gobernación y el gremio de los palmeros al final del gobierno de Franco Ovalle, orientado a establecer un modelo de ahorro de agua; quisiéramos saber en qué va su ejecución y conocer los productos o entregables parciales o definitivos.
También debemos llamar la atención sobre las compensaciones ambientales de las empresas mineras, de las de infraestructuras tanto viales como eléctricas en el territorio, que se orientarán a recuperar las cuencas de importantes ríos. Corpocesar debería hacer un registro y seguimiento de todas.