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Columnista - 16 enero, 2020

¡Desorden con orden… conviene!

Si Valledupar no celebrara carnavales nos hubiéramos perdido una de las canciones más populares de la ciudad, “La banda borracha”, del inolvidable Wicho Sánchez, quien hizo su canción cuando una dama se perdió entre capuchones en aquellos salones picarones de entonces. No contaré la historia de tan antigua fiesta, llena de cosas gratas. Siempre lo […]

Si Valledupar no celebrara carnavales nos hubiéramos perdido una de las canciones más populares de la ciudad, “La banda borracha”, del inolvidable Wicho Sánchez, quien hizo su canción cuando una dama se perdió entre capuchones en aquellos salones picarones de entonces.

No contaré la historia de tan antigua fiesta, llena de cosas gratas. Siempre lo duradero tiene arraigo, mil recuerdos, amores, locuras, risas, encuentros, enamoramientos, relajos, regalos y aprovechamiento de cosas. De muchas cosas, usándolas en sus justas proporciones, antes, durante y después del bochinche pagano.

Los vallenatos tienen como referencia musical al padre de Gustavo Gutiérrez, como gran carnavalero, su hijo cultivó el romanticismo y Rosendo Romero, su alumno, hizo una canción, “Carnaval”, grabada por su hermano Norberto y Daniel Celedón, solo para darles una mínima pisca de lo grande, larga y vieja que son esas tradiciones.

Hoy el nuevo alcalde vallenato Mello Castro, aún sin completar su gabinete, para el cual tiene tiempo de sobra, anunció el revivir de los carnavales, en manos del exalcalde Ciro Pupo Castro; uno de sus antepasados, Oscarito Pupo, tiene un nombre ganado en esos fundingues de música, baile, jolgorio, picaresca, belleza, feúra, hombría y mariconería.

El carnaval es para mirarnos como somos, sin poder manifestarlo públicamente, al menos en aquellos tiempos. Hoy todo cambió. Las libertades y los derechos están por encima de todo, lo importante es la felicidad y cada quien pone el nombre y el momento que quiera. Incluso dicen que el mismo Ciro, hizo de su administración un carnaval, pero de eso se encarga la historia, yo no.

Que vengan los reinados, las reinas con sus capitanas, letanías, versos, cantos, burlas, disfraces y todo vuelto un merengue de arroz con mango por unos días, mientras cogemos en serio lo que viene, es decir mientras ponemos orden, como victorias tempranas. No os preocupéis que tiempo tenemos. Eres Grande Ciro, eres Rey.

lvidemos que Jhon Valle, el nuevo director de Corpocesar, estrena el cargo con más 15 mil huevos de iguana decomisados, y a la semana siguiente muere un “mono nocturno” en los caminos del municipio de San Diego. Menos mal fue no es rey Momo, dijeron los carnavaleros.

Vamos a los viejos salones, con aquellas muchachas del siglo pasado que aún conservan un caderaje en aceptables condiciones. La Pata Pelá, Baila Conmigo, La Cañaguatera, Los Tamarindos, incluso Tropicana, centro de reinados maiceneros, hoy en manos religiosas, quienes debieran darnos un permiso para remover esas baldosas, aprovechando que el exalcalde Tuto Uhía fue más rezandero que carnavalero, podemos cambiar por un ratico a los pastores por impostores y luego regresamos a la normalidad.

Nunca olvido a un viejo compañero de oficio que a pleno día, sin advertirlo, bailó un porro bien pegado con una mona que resultó cipote macho- por decir algo-. Al terminar la canción, “Ay currimbi no te vayas”, dijo gracias, lo denunció su voz ronca, y gruesa, y ahí fue Troya.

Demos tiempo que el agua llegue a todos los barrios, los bomberos arreglen sus mangueras amangualadas, Luifer Quintero y Mariam Muvdi se entiendan, la nueva Contralora municipal muestre su casta y el nuevo Contralor departamental ensille su caballo. No de Troya. Esto apenas comienza, alguna chuzadita y cosas por el estilo son cosas del pasado. ¡Revivamos el carnaval carajo!

Columnista
16 enero, 2020

¡Desorden con orden… conviene!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Si Valledupar no celebrara carnavales nos hubiéramos perdido una de las canciones más populares de la ciudad, “La banda borracha”, del inolvidable Wicho Sánchez, quien hizo su canción cuando una dama se perdió entre capuchones en aquellos salones picarones de entonces. No contaré la historia de tan antigua fiesta, llena de cosas gratas. Siempre lo […]


Si Valledupar no celebrara carnavales nos hubiéramos perdido una de las canciones más populares de la ciudad, “La banda borracha”, del inolvidable Wicho Sánchez, quien hizo su canción cuando una dama se perdió entre capuchones en aquellos salones picarones de entonces.

No contaré la historia de tan antigua fiesta, llena de cosas gratas. Siempre lo duradero tiene arraigo, mil recuerdos, amores, locuras, risas, encuentros, enamoramientos, relajos, regalos y aprovechamiento de cosas. De muchas cosas, usándolas en sus justas proporciones, antes, durante y después del bochinche pagano.

Los vallenatos tienen como referencia musical al padre de Gustavo Gutiérrez, como gran carnavalero, su hijo cultivó el romanticismo y Rosendo Romero, su alumno, hizo una canción, “Carnaval”, grabada por su hermano Norberto y Daniel Celedón, solo para darles una mínima pisca de lo grande, larga y vieja que son esas tradiciones.

Hoy el nuevo alcalde vallenato Mello Castro, aún sin completar su gabinete, para el cual tiene tiempo de sobra, anunció el revivir de los carnavales, en manos del exalcalde Ciro Pupo Castro; uno de sus antepasados, Oscarito Pupo, tiene un nombre ganado en esos fundingues de música, baile, jolgorio, picaresca, belleza, feúra, hombría y mariconería.

El carnaval es para mirarnos como somos, sin poder manifestarlo públicamente, al menos en aquellos tiempos. Hoy todo cambió. Las libertades y los derechos están por encima de todo, lo importante es la felicidad y cada quien pone el nombre y el momento que quiera. Incluso dicen que el mismo Ciro, hizo de su administración un carnaval, pero de eso se encarga la historia, yo no.

Que vengan los reinados, las reinas con sus capitanas, letanías, versos, cantos, burlas, disfraces y todo vuelto un merengue de arroz con mango por unos días, mientras cogemos en serio lo que viene, es decir mientras ponemos orden, como victorias tempranas. No os preocupéis que tiempo tenemos. Eres Grande Ciro, eres Rey.

lvidemos que Jhon Valle, el nuevo director de Corpocesar, estrena el cargo con más 15 mil huevos de iguana decomisados, y a la semana siguiente muere un “mono nocturno” en los caminos del municipio de San Diego. Menos mal fue no es rey Momo, dijeron los carnavaleros.

Vamos a los viejos salones, con aquellas muchachas del siglo pasado que aún conservan un caderaje en aceptables condiciones. La Pata Pelá, Baila Conmigo, La Cañaguatera, Los Tamarindos, incluso Tropicana, centro de reinados maiceneros, hoy en manos religiosas, quienes debieran darnos un permiso para remover esas baldosas, aprovechando que el exalcalde Tuto Uhía fue más rezandero que carnavalero, podemos cambiar por un ratico a los pastores por impostores y luego regresamos a la normalidad.

Nunca olvido a un viejo compañero de oficio que a pleno día, sin advertirlo, bailó un porro bien pegado con una mona que resultó cipote macho- por decir algo-. Al terminar la canción, “Ay currimbi no te vayas”, dijo gracias, lo denunció su voz ronca, y gruesa, y ahí fue Troya.

Demos tiempo que el agua llegue a todos los barrios, los bomberos arreglen sus mangueras amangualadas, Luifer Quintero y Mariam Muvdi se entiendan, la nueva Contralora municipal muestre su casta y el nuevo Contralor departamental ensille su caballo. No de Troya. Esto apenas comienza, alguna chuzadita y cosas por el estilo son cosas del pasado. ¡Revivamos el carnaval carajo!