Ciclorruta, una obra aforada en 1.253 millones de pesos solo tuvo dos años de existencia. La actual administración municipal argumentó que esta ya no cumplía con el objetivo para el cual fue creada.
Con mazos de hierro, barras, pulidoras y palas, obreros contratados por la administración municipal desmontaron ayer los elementos de señalización vial del ciclocarril de la calle 17 (topellantas, hitos plásticos y estoperol reflectivo), entre carrera 4 y la diagonal 21 de Valledupar, obra que despertó controversia en la ciudad desde su instalación (en agosto del 2015).
El encargado de este acto fue el secretario de Tránsito y Transporte de Valledupar, Víctor Arismendy Arias, quien explicó que lo anterior se dio con base a un acto administrativo que expidió la entidad que representa, en virtud de un decreto de delegación del alcalde Augusto Ramírez, donde había que determinar bajo estudios técnicos y jurídicos la conveniencia o no de continuar estos elementos de señalización vial, que constituyen las ciclorrutas de la calle 17 y carrera novena.
“En virtud de estos estudios se determinó, mediante la resolución 005377 del 12 de diciembre del 2017, el levantamiento y retiro de los elementos de señalización vial de la ciclorruta de la calle 17 y la modificación del ciclocarril de la carrera novena, puesto que ya había perdido el sentido de estos elementos; la gran mayoría, en más del 45%, estaban deteriorados o no existían, y el uso estaba por debajo de lo que se presupuestaba”, acotó el funcionario.
Aseguró que es una decisión más técnica que jurídica porque los elementos instalados en el 2015 cumplieron su vida útil, argumentando que “los elementos de señalización no tienen una vida útil muy larga, tanto es así que el mismo contrato estipulaba un año en su plazo. Esto hace parte de un conjunto de medidas de movilidad como Zonas Azules que anunciaremos en los próximos días, el perfil vial de la carrera novena se va a modificar en el 2018, y vamos a ampliar los andenes para que los peatones que circulan por el centro lo hagan de una forma más segura”.
Los informes a los que se refiere el funcionario fueron liderados por las Secretarías de Obras y Gobierno, la Oficina Asesora de Planeación, el Sistema Estratégico de Transporte, Fenalco y Cámara de Comercio, donde evidenciaron que durante los días 21, 22 y 23 de noviembre de 2017 en las horas de más afluencia sobre los 1.4 kilómetros de ciclo carril de la calle 17, en promedio circulan 54 ciclistas por hora, y en los 1.7 de la carrera 9 cerca de 40.
Asimismo, se registró que en la calle 17 el 42% de los elementos de señalización vial, tales como bordillos, no existen; y el 89% de los hitos eran inservibles.
Al respecto, el presidente (e ) de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, seccional Cesar, Octavio Pico Malaver, afirmó que “todas las medidas son bien intencionadas, ahora falta que la ciudadanía colabore porque ya se aprecian busetas que se parquean donde no es debido o carretilleros instalado en un espacio que no fue creado para ellos. Me imagino que la intención de la medida es beneficiar al comerciante, a fin del que venga a comprar pueda movilizarse en un ambiente más fluido, pero hay que tener en cuenta que la competitividad no se da por decreto; el comerciante debe buscar la forma de atraer al comprador con unas ventajas comparativas”.
El exsecretario de Obras Públicas, Jair González Vigna, quien lideró el contrato y la ejecución de este proyecto de las ciclorrutas en la administración anterior, manifestó que tuvieron que pasar dos años para que se vencieran las pólizas de estabilidad del contrato, “puesto que este fue por licitación pública, para tomar determinaciones que va en contra de los preceptos de las Ciudades Sostenibles. Fue una obra que hace parte de las ciudades que van en pro de la sostenibilidad y de la seguridad vial del peatón. Era la única infraestructura que se tenía exclusiva para los ciclistas, pese a ello el alcalde actual nunca quiso implementarlas o hacer pedagogía para incentivar el carril exclusivo para la seguridad vial del ciclista; nunca las usó, se paseaba la ciudad en cicla y nunca fue capaz de usarla”.
También aseguró que en las carreras 7, 11 y 15 de Bogotá son económicamente más importantes que la carrera 9 y la calle 17 de Valledupar, puesto que en estas se maneja alto flujo de dinero, están todos los tipos de comercio y allí están las ciclorrutas. “Nosotros no nos la inventamos, son idénticas a la de la capital del país porque en si los que buscan los ciclocarriles exclusivos en la ciudad es incentivar el menor uso del carro, quitarle la importancia a este medio de transporte, y darle la preponderancia al peatón”, acotó.
González Vigna indicó que la movilidad tiene cinco actores importantes en el componente humano, en su orden jerárquico: el anciano, las mujeres embarazadas, niñas, discapacitadas e indigentes; y que la diferencia de una ciclorruta y la ciclocarril es que la primera es en el andén y la segunda en parte de la calzada. “La ciclorruta está en el ocaso, es un invento que tiene 18 años. En el mundo las nuevas políticas que aparecen en Ciudades Sostenibles sacaron la ciclorruta del andén porque competía con el peatón, por lo que la desplazaron a las calzadas. Lo que pasa es que el alcalde actual utilizó esta infraestructura para hacer politiquería”, expresó.
Por último, detalló que la ciclorruta de Valledupar en sí costó 235 millones de pesos, el resto de recursos fueron invertidos en otros elementos, como señalización y fijar calles de una sola dirección (de Fedearroz hasta Pontevedra). “La administración actual en vez de fortalecer sobre lo construido, está echando para atrás un tema que en todas las partes del mundo funciona, solo para llevarle la contraria a una administración que ya no está en el ejercicio”, manifestó.
El exconcejal de Valledupar, Hernán Felipe ‘Pipe’ Araújo Ariza, dijo que es lamentable este hecho, teniendo en cuenta que todas las ciudades del mundo, incluso pese al clima caliente tanto como Valledupar están en auge la construcción de estas estructuras para incentivar el uso de las bicicletas.
“El alcalde Augusto Ramírez en su campaña dijo que no le gustaban estas ciclorrutas, que las iba a acabar y que iban a hacer unas mejores. Esperemos que cumpla y que esta demolición llegue acompañada de una nueva intervención, con mejores calidades estéticas, urbanísticas y todas las condiciones que debe tener una ciclorruta”, enfatizó.
Araújo Ariza argumentó que en su momento defendió el proyecto al conocer las cifras del estudio que hizo la Universidad Nacional de los años 2010-2011, donde se demostraba que el porcentaje de persona en Valledupar que usaban la bicicleta como medio de transporte estaba entre el 7 y el 8%, que comparado con las otras ciudades del país es una cifra alta, por ejemplo Bogotá que tiene 400 kilómetros de ciclorruta y 20 años de estar insistiendo en el tema solo tenía el 5%.
“Nosotros estábamos en una realidad que ameritaba impulsar este tipo de obras, por eso en ese momento defendí y defiendo los ciclocarriles y ciclorrutas en Valledupar. Lo que no puedo defender es que las hagan mal hecha o sin los criterios técnicos, por eso dimos el debate cuando fui concejal para ver si hacía falta de planeación o no, si de verdad cumplía con la norma. Esa fue una discusión técnica que se dio”, puntualizó.
Isidro Niño.
“Buena idea, porque en este sector había muchos accidentes por la estrechez de la calle. A mí como comerciante no me afectó en sí porque no dejaba parquear vendedores ambulantes al frente de mi negocio”.
Jimena Ramírez.
“Fue lo mejor que pudieron hacer, sencillamente porque el espacio para el tránsito es muy angosto y este ciclocarril estaba subutilizado. Quitando esos conos le dan más probabilidad a la gente de circular mejor sus carros y motos”.
Patricia Bernal.
“Estoy de acuerdo porque el tráfico se colocaba muy pesado en este sector porque la calle resultaba muy angosta. Pienso que para el comercio fue desfavorable porque no había donde parquear”.
Nelson Ramírez.
“Lo que habían hecho con las ciclorrutas era un desastre; el tráfico era muy complicado. Ahora los carros podrán dejar más cerca a las personas que lleguen a esta zona”.
José Martínez.
“Fue lo mejor que pudieron hacer porque esos conos obstruían la vía; la gente no tenía ni por donde pasar”.
Nicolás Orozco.
“Esos conos y demás elementos de la ciclorruta estorbaban la vía pública, no había espacio; por tal razón fue una buena decisión”.
Ingrid Pinto.
“De seguro con esta medida se mejorará la movilidad de los carros. Una vez una señora que iba pasando tuvo un accidente porque una buseta pasó y levantó una de las piedras de los adoquines de la ciclorruta. A mí esta infraestructura no me afectaba en ventas”.
Dentro de las medidas se determinó que el carril derecho de la calle 17, entre las carreras 4 y 12, se convertirá en preferencial para el transporte público?
Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN
Ciclorruta, una obra aforada en 1.253 millones de pesos solo tuvo dos años de existencia. La actual administración municipal argumentó que esta ya no cumplía con el objetivo para el cual fue creada.
Con mazos de hierro, barras, pulidoras y palas, obreros contratados por la administración municipal desmontaron ayer los elementos de señalización vial del ciclocarril de la calle 17 (topellantas, hitos plásticos y estoperol reflectivo), entre carrera 4 y la diagonal 21 de Valledupar, obra que despertó controversia en la ciudad desde su instalación (en agosto del 2015).
El encargado de este acto fue el secretario de Tránsito y Transporte de Valledupar, Víctor Arismendy Arias, quien explicó que lo anterior se dio con base a un acto administrativo que expidió la entidad que representa, en virtud de un decreto de delegación del alcalde Augusto Ramírez, donde había que determinar bajo estudios técnicos y jurídicos la conveniencia o no de continuar estos elementos de señalización vial, que constituyen las ciclorrutas de la calle 17 y carrera novena.
“En virtud de estos estudios se determinó, mediante la resolución 005377 del 12 de diciembre del 2017, el levantamiento y retiro de los elementos de señalización vial de la ciclorruta de la calle 17 y la modificación del ciclocarril de la carrera novena, puesto que ya había perdido el sentido de estos elementos; la gran mayoría, en más del 45%, estaban deteriorados o no existían, y el uso estaba por debajo de lo que se presupuestaba”, acotó el funcionario.
Aseguró que es una decisión más técnica que jurídica porque los elementos instalados en el 2015 cumplieron su vida útil, argumentando que “los elementos de señalización no tienen una vida útil muy larga, tanto es así que el mismo contrato estipulaba un año en su plazo. Esto hace parte de un conjunto de medidas de movilidad como Zonas Azules que anunciaremos en los próximos días, el perfil vial de la carrera novena se va a modificar en el 2018, y vamos a ampliar los andenes para que los peatones que circulan por el centro lo hagan de una forma más segura”.
Los informes a los que se refiere el funcionario fueron liderados por las Secretarías de Obras y Gobierno, la Oficina Asesora de Planeación, el Sistema Estratégico de Transporte, Fenalco y Cámara de Comercio, donde evidenciaron que durante los días 21, 22 y 23 de noviembre de 2017 en las horas de más afluencia sobre los 1.4 kilómetros de ciclo carril de la calle 17, en promedio circulan 54 ciclistas por hora, y en los 1.7 de la carrera 9 cerca de 40.
Asimismo, se registró que en la calle 17 el 42% de los elementos de señalización vial, tales como bordillos, no existen; y el 89% de los hitos eran inservibles.
Al respecto, el presidente (e ) de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, seccional Cesar, Octavio Pico Malaver, afirmó que “todas las medidas son bien intencionadas, ahora falta que la ciudadanía colabore porque ya se aprecian busetas que se parquean donde no es debido o carretilleros instalado en un espacio que no fue creado para ellos. Me imagino que la intención de la medida es beneficiar al comerciante, a fin del que venga a comprar pueda movilizarse en un ambiente más fluido, pero hay que tener en cuenta que la competitividad no se da por decreto; el comerciante debe buscar la forma de atraer al comprador con unas ventajas comparativas”.
El exsecretario de Obras Públicas, Jair González Vigna, quien lideró el contrato y la ejecución de este proyecto de las ciclorrutas en la administración anterior, manifestó que tuvieron que pasar dos años para que se vencieran las pólizas de estabilidad del contrato, “puesto que este fue por licitación pública, para tomar determinaciones que va en contra de los preceptos de las Ciudades Sostenibles. Fue una obra que hace parte de las ciudades que van en pro de la sostenibilidad y de la seguridad vial del peatón. Era la única infraestructura que se tenía exclusiva para los ciclistas, pese a ello el alcalde actual nunca quiso implementarlas o hacer pedagogía para incentivar el carril exclusivo para la seguridad vial del ciclista; nunca las usó, se paseaba la ciudad en cicla y nunca fue capaz de usarla”.
También aseguró que en las carreras 7, 11 y 15 de Bogotá son económicamente más importantes que la carrera 9 y la calle 17 de Valledupar, puesto que en estas se maneja alto flujo de dinero, están todos los tipos de comercio y allí están las ciclorrutas. “Nosotros no nos la inventamos, son idénticas a la de la capital del país porque en si los que buscan los ciclocarriles exclusivos en la ciudad es incentivar el menor uso del carro, quitarle la importancia a este medio de transporte, y darle la preponderancia al peatón”, acotó.
González Vigna indicó que la movilidad tiene cinco actores importantes en el componente humano, en su orden jerárquico: el anciano, las mujeres embarazadas, niñas, discapacitadas e indigentes; y que la diferencia de una ciclorruta y la ciclocarril es que la primera es en el andén y la segunda en parte de la calzada. “La ciclorruta está en el ocaso, es un invento que tiene 18 años. En el mundo las nuevas políticas que aparecen en Ciudades Sostenibles sacaron la ciclorruta del andén porque competía con el peatón, por lo que la desplazaron a las calzadas. Lo que pasa es que el alcalde actual utilizó esta infraestructura para hacer politiquería”, expresó.
Por último, detalló que la ciclorruta de Valledupar en sí costó 235 millones de pesos, el resto de recursos fueron invertidos en otros elementos, como señalización y fijar calles de una sola dirección (de Fedearroz hasta Pontevedra). “La administración actual en vez de fortalecer sobre lo construido, está echando para atrás un tema que en todas las partes del mundo funciona, solo para llevarle la contraria a una administración que ya no está en el ejercicio”, manifestó.
El exconcejal de Valledupar, Hernán Felipe ‘Pipe’ Araújo Ariza, dijo que es lamentable este hecho, teniendo en cuenta que todas las ciudades del mundo, incluso pese al clima caliente tanto como Valledupar están en auge la construcción de estas estructuras para incentivar el uso de las bicicletas.
“El alcalde Augusto Ramírez en su campaña dijo que no le gustaban estas ciclorrutas, que las iba a acabar y que iban a hacer unas mejores. Esperemos que cumpla y que esta demolición llegue acompañada de una nueva intervención, con mejores calidades estéticas, urbanísticas y todas las condiciones que debe tener una ciclorruta”, enfatizó.
Araújo Ariza argumentó que en su momento defendió el proyecto al conocer las cifras del estudio que hizo la Universidad Nacional de los años 2010-2011, donde se demostraba que el porcentaje de persona en Valledupar que usaban la bicicleta como medio de transporte estaba entre el 7 y el 8%, que comparado con las otras ciudades del país es una cifra alta, por ejemplo Bogotá que tiene 400 kilómetros de ciclorruta y 20 años de estar insistiendo en el tema solo tenía el 5%.
“Nosotros estábamos en una realidad que ameritaba impulsar este tipo de obras, por eso en ese momento defendí y defiendo los ciclocarriles y ciclorrutas en Valledupar. Lo que no puedo defender es que las hagan mal hecha o sin los criterios técnicos, por eso dimos el debate cuando fui concejal para ver si hacía falta de planeación o no, si de verdad cumplía con la norma. Esa fue una discusión técnica que se dio”, puntualizó.
Isidro Niño.
“Buena idea, porque en este sector había muchos accidentes por la estrechez de la calle. A mí como comerciante no me afectó en sí porque no dejaba parquear vendedores ambulantes al frente de mi negocio”.
Jimena Ramírez.
“Fue lo mejor que pudieron hacer, sencillamente porque el espacio para el tránsito es muy angosto y este ciclocarril estaba subutilizado. Quitando esos conos le dan más probabilidad a la gente de circular mejor sus carros y motos”.
Patricia Bernal.
“Estoy de acuerdo porque el tráfico se colocaba muy pesado en este sector porque la calle resultaba muy angosta. Pienso que para el comercio fue desfavorable porque no había donde parquear”.
Nelson Ramírez.
“Lo que habían hecho con las ciclorrutas era un desastre; el tráfico era muy complicado. Ahora los carros podrán dejar más cerca a las personas que lleguen a esta zona”.
José Martínez.
“Fue lo mejor que pudieron hacer porque esos conos obstruían la vía; la gente no tenía ni por donde pasar”.
Nicolás Orozco.
“Esos conos y demás elementos de la ciclorruta estorbaban la vía pública, no había espacio; por tal razón fue una buena decisión”.
Ingrid Pinto.
“De seguro con esta medida se mejorará la movilidad de los carros. Una vez una señora que iba pasando tuvo un accidente porque una buseta pasó y levantó una de las piedras de los adoquines de la ciclorruta. A mí esta infraestructura no me afectaba en ventas”.
Dentro de las medidas se determinó que el carril derecho de la calle 17, entre las carreras 4 y 12, se convertirá en preferencial para el transporte público?
Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN