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Columnista - 24 julio, 2011

Desmentir lo irrefutable

Por: Luis Rafael Nieto Pardo Defensor público [email protected] Siempre he tenido como norma de conducta cumplir con lo prometido, no sólo por convicción, sino también para curarme en salud y así evitar que sobre mí caigan, no solamente críticas (que son soportables), sino enfermedades que pongan en grave peligro mi salud; tal y como le […]

Por: Luis Rafael Nieto Pardo
Defensor público
[email protected]

Siempre he tenido como norma de conducta cumplir con lo prometido, no sólo por convicción, sino también para curarme en salud y así evitar que sobre mí caigan, no solamente críticas (que son soportables), sino enfermedades que pongan en grave peligro mi salud; tal y como le ha estado sucediendo últimamente al Cacique de la Junta, Diomedes Díaz,  por haberle incumplido la promesa que hace años le hiciera a su idolatrada Virgen del Carmen.

Todo lo anterior para disculparme por no referirme en esta ocasión al tema del juez natural, tal y como lo prometí en la columna anterior; pero estoy comprometido a hacerlo, y yo sí cumplo; lo que sucede es que el tema del exministrico de agricultura tiene, además de mucha actualidad, muchas inquietudes de carácter disciplinario y penal, que, como bien saben, son los que más nos apasionan; sobre todo porque el hasta hace poco prepotente mini, y luego precoz y vanidoso candidato al primer puesto, ahora se esfuerza por parecer obediente y sumiso, y asume el odioso papel de victima, sin conformarse sólo con tratar de demostrar su inocencia, sino también tratando de trasladar su responsabilidad, argumentando que “el pobre angelito” fue la víctima de “engaños y trampas de parte de los hacendados pudientes que como los Dávila, Lacouture y Vives, en los departamentos del Magdalena, Cesar y La Guajira, donde recibieron millonarios subsidios gratuitos de Agro Ingreso Seguro, al fraccionar o subarrendar sus fincas a familiares” (sic) (el Heraldo 23.07311). Si, como no moñito).

Así las cosas, y por considerar de importancia y actualidad el tema, pero sobre todo, por estimar honesta y profesionalmente que está muy difícil “desmentir lo irrefutable”, es por lo que queremos hacer el ejercicio ilustrativo para nuestros lectores, de lo que es y en qué consiste la llamada Prueba de Refutación (rebuttal Evidence, dicen los monitos).  Y para ello, qué mejor que acudir a nuestra biblioteca y ubicar nuestro arsenal de capacitación gratuita y ejemplar a través de más de diez años y allí, para complacerlos y cumplir nuestro modesto cometido, echar mano de la interesante obra “La Prueba de Refutación”, de la autoría de Alejandro De Castro González, coordinador académico de las barras de abogados de la Defensoría del Pueblo.  Pues bien, dice el profesor Alejandro que en los sistemas procesales que no tienen tradición acusatoria se suele incurrir en equívocos conceptuales al definir la prueba de refutación, y que para evitar esas confusiones, se puede diferenciar entre prueba de refutación en sentido general y en sentido estricto.
Que la primera es “la prueba que se ofrece en contra de la prueba del adversario con el fin de desestimar su valor (caso en análisis); y que en este sentido general, dicha prueba de refutación atiende exclusivamente a su finalidad: refutar, contradecir o impugnar.  Y que de otra parte, la de refutación en sentido estricto o técnico es toda evidencia extrínseca o independiente de la oportunamente ofrecida por una parte antes del juicio, para contraprobar, controvertir, contradecir o explicar la evidencia ofrecida por la contraparte y practicada en el juicio oral en su turno de presentación de la prueba.  A estas alturas del partido, el exministro no tiene ni la una ni la otra; por lo tanto, mi humilde consejo, es esperar el carcelazo, jugar con cuidado táctico el primer tiempo, esperar y contragolpear en el segundo, procurar la posibilidad de empatar y al final, que de eso sí sabe, tratar de ganar por penaltis.  Claro, si antes del 26 no lo invitan a jugar en Panamá, y acompañar a la exdirectora del DAS, quien por consejo del mismo asesor, le tomó la delantera y pateó primero (quien la ve tan chiquitica).

Columnista
24 julio, 2011

Desmentir lo irrefutable

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Rafael Nieto Pardo

Por: Luis Rafael Nieto Pardo Defensor público [email protected] Siempre he tenido como norma de conducta cumplir con lo prometido, no sólo por convicción, sino también para curarme en salud y así evitar que sobre mí caigan, no solamente críticas (que son soportables), sino enfermedades que pongan en grave peligro mi salud; tal y como le […]


Por: Luis Rafael Nieto Pardo
Defensor público
[email protected]

Siempre he tenido como norma de conducta cumplir con lo prometido, no sólo por convicción, sino también para curarme en salud y así evitar que sobre mí caigan, no solamente críticas (que son soportables), sino enfermedades que pongan en grave peligro mi salud; tal y como le ha estado sucediendo últimamente al Cacique de la Junta, Diomedes Díaz,  por haberle incumplido la promesa que hace años le hiciera a su idolatrada Virgen del Carmen.

Todo lo anterior para disculparme por no referirme en esta ocasión al tema del juez natural, tal y como lo prometí en la columna anterior; pero estoy comprometido a hacerlo, y yo sí cumplo; lo que sucede es que el tema del exministrico de agricultura tiene, además de mucha actualidad, muchas inquietudes de carácter disciplinario y penal, que, como bien saben, son los que más nos apasionan; sobre todo porque el hasta hace poco prepotente mini, y luego precoz y vanidoso candidato al primer puesto, ahora se esfuerza por parecer obediente y sumiso, y asume el odioso papel de victima, sin conformarse sólo con tratar de demostrar su inocencia, sino también tratando de trasladar su responsabilidad, argumentando que “el pobre angelito” fue la víctima de “engaños y trampas de parte de los hacendados pudientes que como los Dávila, Lacouture y Vives, en los departamentos del Magdalena, Cesar y La Guajira, donde recibieron millonarios subsidios gratuitos de Agro Ingreso Seguro, al fraccionar o subarrendar sus fincas a familiares” (sic) (el Heraldo 23.07311). Si, como no moñito).

Así las cosas, y por considerar de importancia y actualidad el tema, pero sobre todo, por estimar honesta y profesionalmente que está muy difícil “desmentir lo irrefutable”, es por lo que queremos hacer el ejercicio ilustrativo para nuestros lectores, de lo que es y en qué consiste la llamada Prueba de Refutación (rebuttal Evidence, dicen los monitos).  Y para ello, qué mejor que acudir a nuestra biblioteca y ubicar nuestro arsenal de capacitación gratuita y ejemplar a través de más de diez años y allí, para complacerlos y cumplir nuestro modesto cometido, echar mano de la interesante obra “La Prueba de Refutación”, de la autoría de Alejandro De Castro González, coordinador académico de las barras de abogados de la Defensoría del Pueblo.  Pues bien, dice el profesor Alejandro que en los sistemas procesales que no tienen tradición acusatoria se suele incurrir en equívocos conceptuales al definir la prueba de refutación, y que para evitar esas confusiones, se puede diferenciar entre prueba de refutación en sentido general y en sentido estricto.
Que la primera es “la prueba que se ofrece en contra de la prueba del adversario con el fin de desestimar su valor (caso en análisis); y que en este sentido general, dicha prueba de refutación atiende exclusivamente a su finalidad: refutar, contradecir o impugnar.  Y que de otra parte, la de refutación en sentido estricto o técnico es toda evidencia extrínseca o independiente de la oportunamente ofrecida por una parte antes del juicio, para contraprobar, controvertir, contradecir o explicar la evidencia ofrecida por la contraparte y practicada en el juicio oral en su turno de presentación de la prueba.  A estas alturas del partido, el exministro no tiene ni la una ni la otra; por lo tanto, mi humilde consejo, es esperar el carcelazo, jugar con cuidado táctico el primer tiempo, esperar y contragolpear en el segundo, procurar la posibilidad de empatar y al final, que de eso sí sabe, tratar de ganar por penaltis.  Claro, si antes del 26 no lo invitan a jugar en Panamá, y acompañar a la exdirectora del DAS, quien por consejo del mismo asesor, le tomó la delantera y pateó primero (quien la ve tan chiquitica).