Y ADEMÁS… Por: Alberto Herazo Palmera No sé de dónde saca el DANE tantas estadísticas mentirosas. No nos echemos mentiras, Valledupar está alcanzando niveles récords de desempleo y según el DANE, aquí estamos bien, no hay desempleo, “sabroso”. Pero, la verdad sea dicha, el desespero aumenta, la desocupación está superando los límites posibles, no tiene […]
Y ADEMÁS…
Por: Alberto Herazo Palmera
No sé de dónde saca el DANE tantas estadísticas mentirosas. No nos echemos mentiras, Valledupar está alcanzando niveles récords de desempleo y según el DANE, aquí estamos bien, no hay desempleo, “sabroso”. Pero, la verdad sea dicha, el desespero aumenta, la desocupación está superando los límites posibles, no tiene antecedentes en la historia de este pueblo. La situación de Valledupar define claramente lo que está pasando en el resto del país: un nivel de desempleo galopante. Las conmovedoras imágenes que ve uno a diario debajo del palo de mango de la Plaza Alfonso López o de los cauchos de la Gobernación son las más desgarradoras muestras del drama humano y personal que significan no tener trabajo.
Usted encuentra allí profesionales, amas de casa, jóvenes que nunca han podido tener un empleo y que han sido los más afectados y enfrentan terribles dificultades para conseguirlo, ejecutivos que lo han perdido. Cada día es más angustioso el problema. La desesperación reflejada en el rostro de estos vallenatos dispuestos a cumplir cualquier labor, por una remuneración muchas veces no grata, retrata con patética elocuencia el calvario que hoy viven. Los testimonios de esas personas, muchos de ellos nuestros amigos, nos cuentan la misma historia: están desprovistos de fuentes de subsistencia al haber perdido su trabajo, imposibilitados para ejercer los oficios para los cuales estudiaron con enormes sacrificios, sus ahorros agotados, algunos con meses y años de buscar empleo, listos a aceptar cualquier ocupación para hacer frente a la necesidad de mantener la familia, alimentarse y salvar la vivienda. Ellos son el rostro humano de un problema que reclama la atención prioritaria.
El desempleo en Valledupar está rebosando la taza. Eso es preocupante y grave. Hoy la mayoría de los vallenatos sufren la crisis del bolsillo. El dinero está escaso, huyó de todas partes.
En las condiciones de criminalidad y violencia en que vivimos, éstos índices del desempleo, por encima del 16% resultan naturalmente alarmantes y explosivos. Es importante e indispensable adoptar medidas urgentes y audaces para desactivar este polvorín en ciernes que está adquiriendo las dimensiones de una catástrofe social.
Quiero aclarar que las causas del desempleo no tienen que ver con el manejo de la ciudad, sino con la situación del país. Pero nuestros gobernantes deben hacer todo lo que está a su alcance para que en nuestra ciudad la crisis del desempleo sea menos grave.
Al Cesar lo que es del Cesar
Hace días hice en mi columna algunos comentarios sobre la movilidad en Valledupar. Esa columna ha merecido diversos comentarios. La mayoría de apoyo; otros de cordial discrepancia, como los expresados por mi amigo, el exalcalde Luis Fabián Fernández; y en verdad fui injusto con la administración del exalcalde. Si hubo una administración que se preocupó en este sentido de la movilidad fue la de Luis Fabián, ejecutando obras y programas para la recuperación vial y construir muchas vidas. Avanzó en movilidad más de lo que se había hecho en cualquier otra administración.
Voy a aprovechar para hacer algunos comentarios al margen: estoy aburrido de recomendarle a los alcaldes que le paren bolas a la Oficina de Planeación Municipal. Para mí es la más importante, pero la más descuidada. No tiene apoyo y con los pocos empleados que tiene no se puede adelantar una buena labor. Valledupar es una ciudad en completo desorden y es difícil encontrar un barrio que no haya sido víctima, no digamos de la mala planificación, sino de la abierta violación de todas las normas urbanísticas y finalmente, aquí nunca ha funcionado el POT (Plan de Ordenamiento Territorial), fue un plan de papel. Aquí hace poco se sometió a una revisión que nunca funcionó y los consultores hicieron su agosto cobrando un dineral.
Pido la palabra
En algunas de mis columnas hasta donde tengo conocimiento causan escozor en algunos funcionarios públicos, sencillamente porque les canto la verdad. Pero no me voy a dejar intimidar, me gusta escribir y escribo lo que veo, lo que pasa es que muchos funcionarios mediocres les gustan la pantalla, robando cámara, que es la única forma de llamar la atención haciendo un poco de oso.
Y ADEMÁS… Por: Alberto Herazo Palmera No sé de dónde saca el DANE tantas estadísticas mentirosas. No nos echemos mentiras, Valledupar está alcanzando niveles récords de desempleo y según el DANE, aquí estamos bien, no hay desempleo, “sabroso”. Pero, la verdad sea dicha, el desespero aumenta, la desocupación está superando los límites posibles, no tiene […]
Y ADEMÁS…
Por: Alberto Herazo Palmera
No sé de dónde saca el DANE tantas estadísticas mentirosas. No nos echemos mentiras, Valledupar está alcanzando niveles récords de desempleo y según el DANE, aquí estamos bien, no hay desempleo, “sabroso”. Pero, la verdad sea dicha, el desespero aumenta, la desocupación está superando los límites posibles, no tiene antecedentes en la historia de este pueblo. La situación de Valledupar define claramente lo que está pasando en el resto del país: un nivel de desempleo galopante. Las conmovedoras imágenes que ve uno a diario debajo del palo de mango de la Plaza Alfonso López o de los cauchos de la Gobernación son las más desgarradoras muestras del drama humano y personal que significan no tener trabajo.
Usted encuentra allí profesionales, amas de casa, jóvenes que nunca han podido tener un empleo y que han sido los más afectados y enfrentan terribles dificultades para conseguirlo, ejecutivos que lo han perdido. Cada día es más angustioso el problema. La desesperación reflejada en el rostro de estos vallenatos dispuestos a cumplir cualquier labor, por una remuneración muchas veces no grata, retrata con patética elocuencia el calvario que hoy viven. Los testimonios de esas personas, muchos de ellos nuestros amigos, nos cuentan la misma historia: están desprovistos de fuentes de subsistencia al haber perdido su trabajo, imposibilitados para ejercer los oficios para los cuales estudiaron con enormes sacrificios, sus ahorros agotados, algunos con meses y años de buscar empleo, listos a aceptar cualquier ocupación para hacer frente a la necesidad de mantener la familia, alimentarse y salvar la vivienda. Ellos son el rostro humano de un problema que reclama la atención prioritaria.
El desempleo en Valledupar está rebosando la taza. Eso es preocupante y grave. Hoy la mayoría de los vallenatos sufren la crisis del bolsillo. El dinero está escaso, huyó de todas partes.
En las condiciones de criminalidad y violencia en que vivimos, éstos índices del desempleo, por encima del 16% resultan naturalmente alarmantes y explosivos. Es importante e indispensable adoptar medidas urgentes y audaces para desactivar este polvorín en ciernes que está adquiriendo las dimensiones de una catástrofe social.
Quiero aclarar que las causas del desempleo no tienen que ver con el manejo de la ciudad, sino con la situación del país. Pero nuestros gobernantes deben hacer todo lo que está a su alcance para que en nuestra ciudad la crisis del desempleo sea menos grave.
Al Cesar lo que es del Cesar
Hace días hice en mi columna algunos comentarios sobre la movilidad en Valledupar. Esa columna ha merecido diversos comentarios. La mayoría de apoyo; otros de cordial discrepancia, como los expresados por mi amigo, el exalcalde Luis Fabián Fernández; y en verdad fui injusto con la administración del exalcalde. Si hubo una administración que se preocupó en este sentido de la movilidad fue la de Luis Fabián, ejecutando obras y programas para la recuperación vial y construir muchas vidas. Avanzó en movilidad más de lo que se había hecho en cualquier otra administración.
Voy a aprovechar para hacer algunos comentarios al margen: estoy aburrido de recomendarle a los alcaldes que le paren bolas a la Oficina de Planeación Municipal. Para mí es la más importante, pero la más descuidada. No tiene apoyo y con los pocos empleados que tiene no se puede adelantar una buena labor. Valledupar es una ciudad en completo desorden y es difícil encontrar un barrio que no haya sido víctima, no digamos de la mala planificación, sino de la abierta violación de todas las normas urbanísticas y finalmente, aquí nunca ha funcionado el POT (Plan de Ordenamiento Territorial), fue un plan de papel. Aquí hace poco se sometió a una revisión que nunca funcionó y los consultores hicieron su agosto cobrando un dineral.
Pido la palabra
En algunas de mis columnas hasta donde tengo conocimiento causan escozor en algunos funcionarios públicos, sencillamente porque les canto la verdad. Pero no me voy a dejar intimidar, me gusta escribir y escribo lo que veo, lo que pasa es que muchos funcionarios mediocres les gustan la pantalla, robando cámara, que es la única forma de llamar la atención haciendo un poco de oso.