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Columnista - 5 diciembre, 2012

Desde mi cocina

 Por Silvia Betancourt Alliegro El Creciente Fértil (Fragmento de ensayo) Palestina está situada en el cuerno occidental del Creciente Fértil. Su emplazamiento,  estructura y  límites geográficos, así como su población histórica, no determinan su destino, sino que crean las condiciones de un papel específico en el desarrollo espiritual del hombre. Situar a Palestina en la […]

 
Por Silvia Betancourt Alliegro

El Creciente Fértil (Fragmento de ensayo)

Palestina está situada en el cuerno occidental del Creciente Fértil. Su emplazamiento,  estructura y  límites geográficos, así como su población histórica, no determinan su destino, sino que crean las condiciones de un papel específico en el desarrollo espiritual del hombre. Situar a Palestina en la historia, donde solo constituyó una entidad separada en función de la codicia de sus conquistadores del exterior (conquista romana, invasión de las Cruzadas, colonización inglesa, luego sionista), es tomar conciencia de dos constantes milenarias:
1) Palestina es miembro de una unidad orgánica más vasta: es indivisible, desde la prehistoria, del conjunto del Creciente Fértil, es decir, de toda la región adonde, a partir de la cantera árabe, no cesaron de emigrar o de establecerse, de una manera casi continua, nómadas procedentes de Arabia, y se asentaron algunas veces, de forma temporal o definitiva, en Mesopotamia o en los lugares que hoy día son conocidos como Siria, Líbano y Palestina.
2) Esta unidad se expresa en el plano de la cultura y de la inteligencia. Para empezar, los descubrimientos efectuados hace un siglo, y en especial los más recientes de Ras-Shamra (Ougarit) en Marit, en Ebla desde 1975, ponen de relieve la importancia de esta región que instituía uno de los principales puntos de encuentro de los pueblos y de las culturas.
Más de ciento cincuenta cartas de Hammurabi nos demuestran el extraordinario interés que ponía en fomentar las obras públicas, al objeto de facilitar las comunicaciones a través de todo el Creciente Fértil, ya se tratase de canales, caminos o templos. La estela donde está grabado su código, descubierta en 1902 y conservada en el museo del Louvre, es reveladora del auge cultural y político característico del Creciente Fértil.
¿Por qué no se han manifestado los historiadores sobre esta ley profunda de la historia milenaria del Creciente Fértil? La razón principal consiste en un prejuicio de orden religioso. La adopción, por Occidente, del Cristianismo como realización de las promesas bíblicas hechas a los patriarcas, la concepción teológica según la cual el Antiguo Testamento era una predicción alegórica del Nuevo Testamento, ha conducido a conceder a estos textos una importancia tal que ha ocultado todo lo demás. Este deslizamiento de la teología en la historia ha hecho que fuesen tomados por relatos fidedignos los símbolos teológicos de la Biblia. Lo mismo que el prejuicio religioso del excepcionalismo judío ha presentado el monoteísmo como un relámpago surgiendo en el desierto religioso, y  ha construido, a partir de este, una historia lineal que va desde Abraham hasta la filosofía de la historia de Hegel.
Para encajar la historia de Palestina en el Creciente Fértil tenemos que romper con este etnocentrismo occidental, empezando por el mito del pretendido ‘milagro griego’.
Bibliografía: Roger Garaudy
NOTA: a los que estaban coleccionando el Refranero colombiano, pueden pedir el texto completo a: [email protected] Twitter @yastao

Columnista
5 diciembre, 2012

Desde mi cocina

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

 Por Silvia Betancourt Alliegro El Creciente Fértil (Fragmento de ensayo) Palestina está situada en el cuerno occidental del Creciente Fértil. Su emplazamiento,  estructura y  límites geográficos, así como su población histórica, no determinan su destino, sino que crean las condiciones de un papel específico en el desarrollo espiritual del hombre. Situar a Palestina en la […]


 
Por Silvia Betancourt Alliegro

El Creciente Fértil (Fragmento de ensayo)

Palestina está situada en el cuerno occidental del Creciente Fértil. Su emplazamiento,  estructura y  límites geográficos, así como su población histórica, no determinan su destino, sino que crean las condiciones de un papel específico en el desarrollo espiritual del hombre. Situar a Palestina en la historia, donde solo constituyó una entidad separada en función de la codicia de sus conquistadores del exterior (conquista romana, invasión de las Cruzadas, colonización inglesa, luego sionista), es tomar conciencia de dos constantes milenarias:
1) Palestina es miembro de una unidad orgánica más vasta: es indivisible, desde la prehistoria, del conjunto del Creciente Fértil, es decir, de toda la región adonde, a partir de la cantera árabe, no cesaron de emigrar o de establecerse, de una manera casi continua, nómadas procedentes de Arabia, y se asentaron algunas veces, de forma temporal o definitiva, en Mesopotamia o en los lugares que hoy día son conocidos como Siria, Líbano y Palestina.
2) Esta unidad se expresa en el plano de la cultura y de la inteligencia. Para empezar, los descubrimientos efectuados hace un siglo, y en especial los más recientes de Ras-Shamra (Ougarit) en Marit, en Ebla desde 1975, ponen de relieve la importancia de esta región que instituía uno de los principales puntos de encuentro de los pueblos y de las culturas.
Más de ciento cincuenta cartas de Hammurabi nos demuestran el extraordinario interés que ponía en fomentar las obras públicas, al objeto de facilitar las comunicaciones a través de todo el Creciente Fértil, ya se tratase de canales, caminos o templos. La estela donde está grabado su código, descubierta en 1902 y conservada en el museo del Louvre, es reveladora del auge cultural y político característico del Creciente Fértil.
¿Por qué no se han manifestado los historiadores sobre esta ley profunda de la historia milenaria del Creciente Fértil? La razón principal consiste en un prejuicio de orden religioso. La adopción, por Occidente, del Cristianismo como realización de las promesas bíblicas hechas a los patriarcas, la concepción teológica según la cual el Antiguo Testamento era una predicción alegórica del Nuevo Testamento, ha conducido a conceder a estos textos una importancia tal que ha ocultado todo lo demás. Este deslizamiento de la teología en la historia ha hecho que fuesen tomados por relatos fidedignos los símbolos teológicos de la Biblia. Lo mismo que el prejuicio religioso del excepcionalismo judío ha presentado el monoteísmo como un relámpago surgiendo en el desierto religioso, y  ha construido, a partir de este, una historia lineal que va desde Abraham hasta la filosofía de la historia de Hegel.
Para encajar la historia de Palestina en el Creciente Fértil tenemos que romper con este etnocentrismo occidental, empezando por el mito del pretendido ‘milagro griego’.
Bibliografía: Roger Garaudy
NOTA: a los que estaban coleccionando el Refranero colombiano, pueden pedir el texto completo a: [email protected] Twitter @yastao