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Columnista - 20 junio, 2012

Desde mí cocina

Desde mí cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Al Pueblo de Valledupar, Emisora Maravilla Estéreo, EL PILÓN, gremios “Cesar: El futuro está en nosotros. Somos el futuro, el nuevo mañana, tierra prometida”. Germán Piedrahita Estoy segura que a Germán Piedrahita le habría gustado saber de su inmensurable solidaridad, del amplio reconocimiento a su vida y obra. […]

Desde mí cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro

Al Pueblo de Valledupar, Emisora Maravilla Estéreo, EL PILÓN, gremios
“Cesar: El futuro está en nosotros. Somos el futuro, el nuevo mañana, tierra prometida”.
Germán Piedrahita

Estoy segura que a Germán Piedrahita le habría gustado saber de su inmensurable solidaridad, del amplio reconocimiento a su vida y obra.
El suelo que lo albergó por más de un cuarto de siglo fue amado y acariciado por su mirada y sus pasos, desde el amanecer hasta el anochecer de cada día.
Germán se enamoró definitivamente de esta comarca y del espíritu digno de su gente, decidió entonces invitarme, y para convencerme que era mejor dejar mi ciudad de sol, ubicada en otro valle, para cumplir mis sueños de infancia: una casa en la que podría sembrar árboles, tener descendencia y escribir; me la describió así, por carta: “Está situada en un valle protegido contra los embates de la naturaleza por una muralla natural de serranía pintada en todos los tonos del verde, amarillo-ocre. Sus pobladores son orgullosos de las costumbres ancestrales y tienen un sentido de la honradez altamente inmaculado, son elegantes en el vestir, acá no hay criminales y si alguien mata lo hace por el honor mancillado”.
Pasó mucha agua por debajo del puente de Hurtado, gentes otrora ilustres, permitieron que las promesas de poder con dinero les dañara el oído y procedieron a manchar sus manos limpias con la sangre de los inocentes para ampliar sus latifundios; la corrupción se instaló ¿irremediablemente? en los espacios físicos y mentales y todos, sometidos por el miedo, callaron y por tanto otorgaron.
Germán Piedrahita navegó con dolor e indignación por el tiempo de los asesinos, los encontraba en los corrillos políticos en los que se colaba, así trataran de sacarlo a codazos, en las oficinas públicas que frecuentaba tratando de que sus proyectos fueran estudiados, con la ilusión del hijo adoptado que anhela obsequiar para ser admitido entre los legítimos, para convencerlos que desde la cultura es que el humanismo se instala en la mente del conglomerado.
No pude escuchar las emisiones que desde Maravilla Informa reportaban a diario el estado de salud de Germán y pedían oraciones para su recuperación, antes de las seis de la mañana de cada día atendía una voz en mi teléfono que se convirtió en la de un hijo preocupado y perseverante, era J.J. Daza que acompañaba mi angustia en un patio ajeno y lejano, desde el que imploré a mi Dios durante treinta y ocho días, de rodillas, que le permitiera volver a ver la luz del sol, los árboles, el canto de los pájaros, la frescura del agua en su boca, el deleite de saborear algún tipo de comida, pues, únicamente tenía contacto con el mundo en el que nos desenvolvemos por el oído. Jamás volví a escuchar su voz, sus labios deletreaban para que adivinara lo que pensaba y nos desesperábamos juntos, así es la incomunicación de nefasta, pero él supo que teníamos el hijo varón que tanto anhelamos J.J. Daza es nuestro hijo amado, por él oraré para que jamás nada perverso le toque, para que su descendencia sea feliz por todos los días de sus vidas.
Tendría que solicitar una página completa para nombrar a cada alma inmensa que nos ha facilitado el tránsito por esta dolorosa vía, pero usted, usted y usted, saben que mis bendiciones partirán hacia sus hogares en cada amanecer que el Señor me obsequie. Doy gracias a Dios por nuestra hija Ángela y su novio Guillermo, dedicados en cuerpo y alma a su papá durante más de tres meses, internos con él en la clínica, resolviendo todas las dificultades que asaltaron el paso de los días. Por Mileida Cerchar, Muma Gnecco, Nubia Mejía Parra, Luz Edith Tapias, mis vecinos por lustros, y desde luego por EL PILÓN, que ha vestido de luto su primera página haciendo elegante despliegue del circuito recorrido por Germán, a José Atuesta M., por inmortalizar su nombre con sentidas Décimas.
Pueblo de Valledupar: Este valle que el Creador quiso obsequiarles en exacta réplica del paraíso terrenal, pero que ustedes, como todo humano, creen que pueden depredar porque es de ‘su’ propiedad, sin detenerse a considerar, así sea por instantes, que se debe preservar contra todo atropello cultural, ecológico, arquitectónico y por sobre todo moral, está agonizando por el ejercicio diario de la desidia que permite el statu quo. Tal vez el alma de Germán Piedrahita siga soliviantada pedaleando por sus calles hasta que vuelvan los buenos tiempos que me describió.
[email protected]

Columnista
20 junio, 2012

Desde mí cocina

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Desde mí cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Al Pueblo de Valledupar, Emisora Maravilla Estéreo, EL PILÓN, gremios “Cesar: El futuro está en nosotros. Somos el futuro, el nuevo mañana, tierra prometida”. Germán Piedrahita Estoy segura que a Germán Piedrahita le habría gustado saber de su inmensurable solidaridad, del amplio reconocimiento a su vida y obra. […]


Desde mí cocina
Por Silvia Betancourt Alliegro

Al Pueblo de Valledupar, Emisora Maravilla Estéreo, EL PILÓN, gremios
“Cesar: El futuro está en nosotros. Somos el futuro, el nuevo mañana, tierra prometida”.
Germán Piedrahita

Estoy segura que a Germán Piedrahita le habría gustado saber de su inmensurable solidaridad, del amplio reconocimiento a su vida y obra.
El suelo que lo albergó por más de un cuarto de siglo fue amado y acariciado por su mirada y sus pasos, desde el amanecer hasta el anochecer de cada día.
Germán se enamoró definitivamente de esta comarca y del espíritu digno de su gente, decidió entonces invitarme, y para convencerme que era mejor dejar mi ciudad de sol, ubicada en otro valle, para cumplir mis sueños de infancia: una casa en la que podría sembrar árboles, tener descendencia y escribir; me la describió así, por carta: “Está situada en un valle protegido contra los embates de la naturaleza por una muralla natural de serranía pintada en todos los tonos del verde, amarillo-ocre. Sus pobladores son orgullosos de las costumbres ancestrales y tienen un sentido de la honradez altamente inmaculado, son elegantes en el vestir, acá no hay criminales y si alguien mata lo hace por el honor mancillado”.
Pasó mucha agua por debajo del puente de Hurtado, gentes otrora ilustres, permitieron que las promesas de poder con dinero les dañara el oído y procedieron a manchar sus manos limpias con la sangre de los inocentes para ampliar sus latifundios; la corrupción se instaló ¿irremediablemente? en los espacios físicos y mentales y todos, sometidos por el miedo, callaron y por tanto otorgaron.
Germán Piedrahita navegó con dolor e indignación por el tiempo de los asesinos, los encontraba en los corrillos políticos en los que se colaba, así trataran de sacarlo a codazos, en las oficinas públicas que frecuentaba tratando de que sus proyectos fueran estudiados, con la ilusión del hijo adoptado que anhela obsequiar para ser admitido entre los legítimos, para convencerlos que desde la cultura es que el humanismo se instala en la mente del conglomerado.
No pude escuchar las emisiones que desde Maravilla Informa reportaban a diario el estado de salud de Germán y pedían oraciones para su recuperación, antes de las seis de la mañana de cada día atendía una voz en mi teléfono que se convirtió en la de un hijo preocupado y perseverante, era J.J. Daza que acompañaba mi angustia en un patio ajeno y lejano, desde el que imploré a mi Dios durante treinta y ocho días, de rodillas, que le permitiera volver a ver la luz del sol, los árboles, el canto de los pájaros, la frescura del agua en su boca, el deleite de saborear algún tipo de comida, pues, únicamente tenía contacto con el mundo en el que nos desenvolvemos por el oído. Jamás volví a escuchar su voz, sus labios deletreaban para que adivinara lo que pensaba y nos desesperábamos juntos, así es la incomunicación de nefasta, pero él supo que teníamos el hijo varón que tanto anhelamos J.J. Daza es nuestro hijo amado, por él oraré para que jamás nada perverso le toque, para que su descendencia sea feliz por todos los días de sus vidas.
Tendría que solicitar una página completa para nombrar a cada alma inmensa que nos ha facilitado el tránsito por esta dolorosa vía, pero usted, usted y usted, saben que mis bendiciones partirán hacia sus hogares en cada amanecer que el Señor me obsequie. Doy gracias a Dios por nuestra hija Ángela y su novio Guillermo, dedicados en cuerpo y alma a su papá durante más de tres meses, internos con él en la clínica, resolviendo todas las dificultades que asaltaron el paso de los días. Por Mileida Cerchar, Muma Gnecco, Nubia Mejía Parra, Luz Edith Tapias, mis vecinos por lustros, y desde luego por EL PILÓN, que ha vestido de luto su primera página haciendo elegante despliegue del circuito recorrido por Germán, a José Atuesta M., por inmortalizar su nombre con sentidas Décimas.
Pueblo de Valledupar: Este valle que el Creador quiso obsequiarles en exacta réplica del paraíso terrenal, pero que ustedes, como todo humano, creen que pueden depredar porque es de ‘su’ propiedad, sin detenerse a considerar, así sea por instantes, que se debe preservar contra todo atropello cultural, ecológico, arquitectónico y por sobre todo moral, está agonizando por el ejercicio diario de la desidia que permite el statu quo. Tal vez el alma de Germán Piedrahita siga soliviantada pedaleando por sus calles hasta que vuelvan los buenos tiempos que me describió.
[email protected]