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Columnista - 18 abril, 2012

Desde mí cocina

Por Silvia Betancourt Alliegro   El pensamiento único y la policía de la opinión     Los artistas prehistóricos – con pocas excepciones – recurrían a los mismos motivos y símbolos, como se puede observar en las pinturas de cuevas y rocas, diseminadas por todo el globo terráqueo: círculo, rueda (con rayos), sol, círculos concéntricos, […]

Por Silvia Betancourt Alliegro

 

El pensamiento único y la policía de la opinión

 

 

Los artistas prehistóricos – con pocas excepciones – recurrían a los mismos motivos y símbolos, como se puede observar en las pinturas de cuevas y rocas, diseminadas por todo el globo terráqueo: círculo, rueda (con rayos), sol, círculos concéntricos, rectángulo inscrito en un círculo, variedades de cruces y estrellas. Como si en  lugares  muy  apartados los artistas procedieran de la misma escuela.

 

En su libro Kul Symbol Schrif, Oswald O. Tobisch ha demostrado, valiéndose   de cuadros, que los dibujos en las rocas de África, Europa, Asia, América están enlazados entre sí. Al final de su estudio comparativo,  Tobisch plantea, asombrado, la pregunta:

 

¿Hubo en alguna época  un concepto único de Dios en una casi incomprensible ‘internacionalidad’, y estuvo acaso toda  la humanidad de aquellos tiempos  bajo la influencia  del Creador en materia y espíritu? En la Torre de Babel nació la diferencia  idiomática, mas ahora podemos entender, por  Translator, lo que se escribe en cualquier lengua.  Internet es el imbatible –hasta hoy- oráculo del planeta y domina al mundo entero, pues puede controlar la información, las conmociones políticas, científicas y tecnológicas, la vida cotidiana, etcétera.

 

Ha logrado ahora lo que antaño ese ser superior organizó: la mundialización del intercambio de signos. Con ellos se accede al mundo de las finanzas, que reúne  cuatro cualidades: es inmaterial, es inmediato, permanente y planetario. Atributos, por así decirlo, divinos, y dan nacimiento a un nuevo culto, una nueva religión: la del mercado de valores.

 

Se intercambian instantáneamente, día y noche, datos de un extremo a otro de la tierra.

Y los nuevos caciques (o monjes) dueños del conocimiento,  y que son millares de súper diplomados, pasan sus días colgados al teléfono y mirando una pantalla. Son los expertos de la nueva ideología dominante: el pensamiento único, autorizado por una invisible y omnipresente policía de la opinión.

 

Mediante su financiación ‘afilian’, al servicio de sus ideas y propósitos, en todo el planeta, a muchos centros de investigación, universidades y fundaciones que a su vez, afinan y propagan la buena nueva. En casi todo el planeta, facultades de ciencias, economistas, ensayistas, y también políticos; examinan los principales mandamientos de estas Tablas de la Nueva Ley, y usando como repetidores los medios de comunicación de masas, los reiteran hasta la saciedad, sabiendo que en nuestra sociedad mediática,  repetición vale por demostración.

 

La Academia Internacional de Investigación del Sánscrito, de Mysore, India, tuvo el acierto de traducir vocablos tradicionales contenidos en un texto en sánscrito, de Maharshi Bharadwaja, un vidente de la antigüedad, a términos de nuestra cultura occidental contemporánea. El resultado fue sorprendente: las leyendas primitivas se transformaron en perfectos informes técnicos.

 

Nos correspondería investigar qué escriben, sin saberlo cabalmente, nuestros aborígenes, al reproducir en sus artesanías admirables figuras geométricas repetidas de generación en generación.

 

[email protected]

Columnista
18 abril, 2012

Desde mí cocina

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Por Silvia Betancourt Alliegro   El pensamiento único y la policía de la opinión     Los artistas prehistóricos – con pocas excepciones – recurrían a los mismos motivos y símbolos, como se puede observar en las pinturas de cuevas y rocas, diseminadas por todo el globo terráqueo: círculo, rueda (con rayos), sol, círculos concéntricos, […]


Por Silvia Betancourt Alliegro

 

El pensamiento único y la policía de la opinión

 

 

Los artistas prehistóricos – con pocas excepciones – recurrían a los mismos motivos y símbolos, como se puede observar en las pinturas de cuevas y rocas, diseminadas por todo el globo terráqueo: círculo, rueda (con rayos), sol, círculos concéntricos, rectángulo inscrito en un círculo, variedades de cruces y estrellas. Como si en  lugares  muy  apartados los artistas procedieran de la misma escuela.

 

En su libro Kul Symbol Schrif, Oswald O. Tobisch ha demostrado, valiéndose   de cuadros, que los dibujos en las rocas de África, Europa, Asia, América están enlazados entre sí. Al final de su estudio comparativo,  Tobisch plantea, asombrado, la pregunta:

 

¿Hubo en alguna época  un concepto único de Dios en una casi incomprensible ‘internacionalidad’, y estuvo acaso toda  la humanidad de aquellos tiempos  bajo la influencia  del Creador en materia y espíritu? En la Torre de Babel nació la diferencia  idiomática, mas ahora podemos entender, por  Translator, lo que se escribe en cualquier lengua.  Internet es el imbatible –hasta hoy- oráculo del planeta y domina al mundo entero, pues puede controlar la información, las conmociones políticas, científicas y tecnológicas, la vida cotidiana, etcétera.

 

Ha logrado ahora lo que antaño ese ser superior organizó: la mundialización del intercambio de signos. Con ellos se accede al mundo de las finanzas, que reúne  cuatro cualidades: es inmaterial, es inmediato, permanente y planetario. Atributos, por así decirlo, divinos, y dan nacimiento a un nuevo culto, una nueva religión: la del mercado de valores.

 

Se intercambian instantáneamente, día y noche, datos de un extremo a otro de la tierra.

Y los nuevos caciques (o monjes) dueños del conocimiento,  y que son millares de súper diplomados, pasan sus días colgados al teléfono y mirando una pantalla. Son los expertos de la nueva ideología dominante: el pensamiento único, autorizado por una invisible y omnipresente policía de la opinión.

 

Mediante su financiación ‘afilian’, al servicio de sus ideas y propósitos, en todo el planeta, a muchos centros de investigación, universidades y fundaciones que a su vez, afinan y propagan la buena nueva. En casi todo el planeta, facultades de ciencias, economistas, ensayistas, y también políticos; examinan los principales mandamientos de estas Tablas de la Nueva Ley, y usando como repetidores los medios de comunicación de masas, los reiteran hasta la saciedad, sabiendo que en nuestra sociedad mediática,  repetición vale por demostración.

 

La Academia Internacional de Investigación del Sánscrito, de Mysore, India, tuvo el acierto de traducir vocablos tradicionales contenidos en un texto en sánscrito, de Maharshi Bharadwaja, un vidente de la antigüedad, a términos de nuestra cultura occidental contemporánea. El resultado fue sorprendente: las leyendas primitivas se transformaron en perfectos informes técnicos.

 

Nos correspondería investigar qué escriben, sin saberlo cabalmente, nuestros aborígenes, al reproducir en sus artesanías admirables figuras geométricas repetidas de generación en generación.

 

[email protected]