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Columnista - 22 mayo, 2024

¿Desde cuándo el homo sapiens?

Esta columna se refiere a la aparición del homo sapiens en el planeta tierra. Aunque es ilustrativa; tal vez, algunos lectores se disgusten, debido a que sus convicciones dogmáticas les impiden reconocer que los seres humanos sean el resultado de un extenso proceso evolutivo progresivo, durante el cual varias especies de homínidos (primates), simultáneamente alcanzaron […]

Esta columna se refiere a la aparición del homo sapiens en el planeta tierra. Aunque es ilustrativa; tal vez, algunos lectores se disgusten, debido a que sus convicciones dogmáticas les impiden reconocer que los seres humanos sean el resultado de un extenso proceso evolutivo progresivo, durante el cual varias especies de homínidos (primates), simultáneamente alcanzaron a tener características semejantes, entre las cuales sobresale la compleja inteligencia muy superior a la de los otros animales de la tierra. Para muchas personas, entre las cuales me incluyo, lo más maravilloso de la humanidad es su inconmensurable inteligencia, desafortunadamente, es manipulada para bien o para mal, por conveniencia individual o grupal. 

No se sabe con certeza en qué periodo del proceso evolutivo surgió el homo sapiens en la tierra, cuya formación como planeta, según cálculos geológicos se materializó hace unos 4.600 millones de años, divididos en múltiples periodos geológicos, y al parecer según hipótesis científicas, el homo sapiens apareció hace unos 200.000 años en el continente africano. A mí tal hipótesis no me convence, debido a la variedad de etnias primigenias (blanca, negra, amarilla, malaya parda y americana roja o cobriza), como dije antes, supongo que surgieron paralelamente, posiblemente por mutaciones genómicas. En todo caso en América predomina la mezcla de etnias, principalmente del cruce entre los conquistadores blancos europeos, esclavos negros africanos y los indígenas americanos. 

El homo sapiens con su intelecto ha logrado enorme avance académico y tecnológico, lo que ha mejorado gradualmente las condiciones y esperanza de vida de la humanidad; sin embargo, en la consecución del bienestar individual y general, la humanidad se ha convertido en el peor depredador de su planeta. A propósito de depredadores, hay unos más dañinos que otros, cuyos comportamientos dependen de múltiples factores, entre los cuales prevalece el cultural. 

A Colombia, su ubicación geográfica, si bien es cierto ha favorecido a sus habitantes, es innegable que también los ha perjudicado.   Por ejemplo, el aeropuerto El Dorado de Bogotá, actualmente, es el que tiene mayor movimiento de carga en América Latina. Además, también es el primero en movilización de pasajeros, con un 82% de carga internacional y 18% nacional. A simple ojímetro tanto tráfico genera suspicacia, especialmente por dos circunstancias, una de ellas ya la mencioné, es la ubicación geográfica de Bogotá y la otra, la gran cantidad de estupefacientes y otras ilegalidades que hay en Colombia, aunque no se debe ignorar el atractivo turístico, en Colombia lo ilícito pulula por doquier por la falta de control de las autoridades. Ejemplo de esto es evidente en el atentado contra alias el ‘dominicano’, a quien un sicario le propinó dos balazos cuando estaba en el McDonald’s de Valledupar, a este individuo las autoridades no le encontraron documento de identidad; no obstante, hace rato anda orondamente por Valledupar y su región ostentando riqueza. El fin de semana pasado en el municipio de Pueblo Bello, me dijeron que el ‘dominicano’  a menudo llegaba allá a una fastuosa casa campo con guardaespaldas y luciendo prendas lujosas. El periodista Gonzalo Guillén había denunciado en la Fiscalía que el ‘dominicano’ mandaba en Valledupar con el Clan del Golfo y otro reconocido bandido. No se entiende por qué las autoridades competentes no lo conocían; es decir, ni siquiera habían indagado su procedencia y mucho menos su prontuario delincuencial. Con razón en Colombia los delincuentes cometen sus fechorías en cualquier lugar y momento.

Por José Romero Churio

Columnista
22 mayo, 2024

¿Desde cuándo el homo sapiens?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Esta columna se refiere a la aparición del homo sapiens en el planeta tierra. Aunque es ilustrativa; tal vez, algunos lectores se disgusten, debido a que sus convicciones dogmáticas les impiden reconocer que los seres humanos sean el resultado de un extenso proceso evolutivo progresivo, durante el cual varias especies de homínidos (primates), simultáneamente alcanzaron […]


Esta columna se refiere a la aparición del homo sapiens en el planeta tierra. Aunque es ilustrativa; tal vez, algunos lectores se disgusten, debido a que sus convicciones dogmáticas les impiden reconocer que los seres humanos sean el resultado de un extenso proceso evolutivo progresivo, durante el cual varias especies de homínidos (primates), simultáneamente alcanzaron a tener características semejantes, entre las cuales sobresale la compleja inteligencia muy superior a la de los otros animales de la tierra. Para muchas personas, entre las cuales me incluyo, lo más maravilloso de la humanidad es su inconmensurable inteligencia, desafortunadamente, es manipulada para bien o para mal, por conveniencia individual o grupal. 

No se sabe con certeza en qué periodo del proceso evolutivo surgió el homo sapiens en la tierra, cuya formación como planeta, según cálculos geológicos se materializó hace unos 4.600 millones de años, divididos en múltiples periodos geológicos, y al parecer según hipótesis científicas, el homo sapiens apareció hace unos 200.000 años en el continente africano. A mí tal hipótesis no me convence, debido a la variedad de etnias primigenias (blanca, negra, amarilla, malaya parda y americana roja o cobriza), como dije antes, supongo que surgieron paralelamente, posiblemente por mutaciones genómicas. En todo caso en América predomina la mezcla de etnias, principalmente del cruce entre los conquistadores blancos europeos, esclavos negros africanos y los indígenas americanos. 

El homo sapiens con su intelecto ha logrado enorme avance académico y tecnológico, lo que ha mejorado gradualmente las condiciones y esperanza de vida de la humanidad; sin embargo, en la consecución del bienestar individual y general, la humanidad se ha convertido en el peor depredador de su planeta. A propósito de depredadores, hay unos más dañinos que otros, cuyos comportamientos dependen de múltiples factores, entre los cuales prevalece el cultural. 

A Colombia, su ubicación geográfica, si bien es cierto ha favorecido a sus habitantes, es innegable que también los ha perjudicado.   Por ejemplo, el aeropuerto El Dorado de Bogotá, actualmente, es el que tiene mayor movimiento de carga en América Latina. Además, también es el primero en movilización de pasajeros, con un 82% de carga internacional y 18% nacional. A simple ojímetro tanto tráfico genera suspicacia, especialmente por dos circunstancias, una de ellas ya la mencioné, es la ubicación geográfica de Bogotá y la otra, la gran cantidad de estupefacientes y otras ilegalidades que hay en Colombia, aunque no se debe ignorar el atractivo turístico, en Colombia lo ilícito pulula por doquier por la falta de control de las autoridades. Ejemplo de esto es evidente en el atentado contra alias el ‘dominicano’, a quien un sicario le propinó dos balazos cuando estaba en el McDonald’s de Valledupar, a este individuo las autoridades no le encontraron documento de identidad; no obstante, hace rato anda orondamente por Valledupar y su región ostentando riqueza. El fin de semana pasado en el municipio de Pueblo Bello, me dijeron que el ‘dominicano’  a menudo llegaba allá a una fastuosa casa campo con guardaespaldas y luciendo prendas lujosas. El periodista Gonzalo Guillén había denunciado en la Fiscalía que el ‘dominicano’ mandaba en Valledupar con el Clan del Golfo y otro reconocido bandido. No se entiende por qué las autoridades competentes no lo conocían; es decir, ni siquiera habían indagado su procedencia y mucho menos su prontuario delincuencial. Con razón en Colombia los delincuentes cometen sus fechorías en cualquier lugar y momento.

Por José Romero Churio