Siguen cayendo, uno a uno, los gobiernos de izquierda en Latinoamérica. Los pésimos resultados de sus modelos económico y social, sumados a los escándalos de corrupción tienen en total desasosiego y desencanto social a sus habitantes. La suspensión por parte del congreso brasilero a su presidenta Dilma Rousseff, obedece más a la presión y descontento […]
Siguen cayendo, uno a uno, los gobiernos de izquierda en Latinoamérica. Los pésimos resultados de sus modelos económico y social, sumados a los escándalos de corrupción tienen en total desasosiego y desencanto social a sus habitantes.
La suspensión por parte del congreso brasilero a su presidenta Dilma Rousseff, obedece más a la presión y descontento de los brasileros por la contracción de su economía (3.8 % en el 2015, la más alta en los últimos 25 años) que por haber maquillado las cuentas del Estado para obtener recursos para su campaña presidencial. Cuando la crisis económica alimenta la crisis política, se pierde la confianza empresarial y el apoyo de la coalición de los partidos políticos. La manifestación del pasado 13 de marzo, evidenció el grado de descontento que tienen los brasileros con el Gobierno, que solo cuenta con un 10 % de apoyo ciudadano. Algo parecido al gobierno del presidente Santos.
El peor ejemplo, de los gobiernos de izquierda, es el de Venezuela. El nefasto e incompetente presidente colombo-venezolano, Nicolás Maduro, se propuso acabar con ese país y lo logró. En 17 años de hegemonía chavista, Venezuela enfrenta un grave problema por el bajo nivel de sus reservas, el cual cayó a 1.200 millones de dólares. Esto representa el 10% de sus necesidades de pago de deuda y 50 veces menos de lo que necesita para compras de insumos en el extranjero.
Con esta quiebra económica, los venezolanos solo tienen dos salidas: O reducen las importaciones (agudizando aún más el desabastecimiento) o declaran una suspensión de pagos. Sin duda alguna, Maduro preferirá afectar a su población y no a sus acreedores. Mientras tanto, los venezolanos deberán aligerar el referendo revocatorio para adelantar el final del peor modelo de gobierno de izquierda o socialista que haya existido en el mundo.
La era del kirchnerismo en Argentina, también dejó muchos problemas económicos en ese país. Al presidente Mauricio Macri le ha tocado hacer acuerdos con los holdouts (fondos buitres) para sacar a su país de la crisis y retornar al mundo financiero. El desequilibrio fiscal que dejó la cuestionada Cristina Kirchner (cercano al 7% del PIB en el 2015), se ha convertido en la principal causa de inflación en ese país, ya que ha sido financiado con una fuerte emisión monetaria. La salida del “default” es el final de una etapa de improvisaciones y el comienzo de otra, que exigirá ambiciosas reformas estructurales, para que vuelvan a crecer.
Los resultados del referéndum en Bolivia, celebrado el 21 de febrero, las constantes protestas en Ecuador y los paros de los trabajadores en Chile, demuestran que el malestar de las clases medias no se dan solamente en aquellos países que?están siendo afectados por la crisis económica (como en Venezuela, Brasil y Argentina), también muestran un agotamiento de las largas hegemonías de los partidos de izquierda en la región.
Mientras tanto en Colombia, el descalabro es por partida doble. El papel de los partidos politicos (tradicionales y de izquierda), no han sido capaces de dar respuestas a los problemas de la poblacion.
Siguen cayendo, uno a uno, los gobiernos de izquierda en Latinoamérica. Los pésimos resultados de sus modelos económico y social, sumados a los escándalos de corrupción tienen en total desasosiego y desencanto social a sus habitantes. La suspensión por parte del congreso brasilero a su presidenta Dilma Rousseff, obedece más a la presión y descontento […]
Siguen cayendo, uno a uno, los gobiernos de izquierda en Latinoamérica. Los pésimos resultados de sus modelos económico y social, sumados a los escándalos de corrupción tienen en total desasosiego y desencanto social a sus habitantes.
La suspensión por parte del congreso brasilero a su presidenta Dilma Rousseff, obedece más a la presión y descontento de los brasileros por la contracción de su economía (3.8 % en el 2015, la más alta en los últimos 25 años) que por haber maquillado las cuentas del Estado para obtener recursos para su campaña presidencial. Cuando la crisis económica alimenta la crisis política, se pierde la confianza empresarial y el apoyo de la coalición de los partidos políticos. La manifestación del pasado 13 de marzo, evidenció el grado de descontento que tienen los brasileros con el Gobierno, que solo cuenta con un 10 % de apoyo ciudadano. Algo parecido al gobierno del presidente Santos.
El peor ejemplo, de los gobiernos de izquierda, es el de Venezuela. El nefasto e incompetente presidente colombo-venezolano, Nicolás Maduro, se propuso acabar con ese país y lo logró. En 17 años de hegemonía chavista, Venezuela enfrenta un grave problema por el bajo nivel de sus reservas, el cual cayó a 1.200 millones de dólares. Esto representa el 10% de sus necesidades de pago de deuda y 50 veces menos de lo que necesita para compras de insumos en el extranjero.
Con esta quiebra económica, los venezolanos solo tienen dos salidas: O reducen las importaciones (agudizando aún más el desabastecimiento) o declaran una suspensión de pagos. Sin duda alguna, Maduro preferirá afectar a su población y no a sus acreedores. Mientras tanto, los venezolanos deberán aligerar el referendo revocatorio para adelantar el final del peor modelo de gobierno de izquierda o socialista que haya existido en el mundo.
La era del kirchnerismo en Argentina, también dejó muchos problemas económicos en ese país. Al presidente Mauricio Macri le ha tocado hacer acuerdos con los holdouts (fondos buitres) para sacar a su país de la crisis y retornar al mundo financiero. El desequilibrio fiscal que dejó la cuestionada Cristina Kirchner (cercano al 7% del PIB en el 2015), se ha convertido en la principal causa de inflación en ese país, ya que ha sido financiado con una fuerte emisión monetaria. La salida del “default” es el final de una etapa de improvisaciones y el comienzo de otra, que exigirá ambiciosas reformas estructurales, para que vuelvan a crecer.
Los resultados del referéndum en Bolivia, celebrado el 21 de febrero, las constantes protestas en Ecuador y los paros de los trabajadores en Chile, demuestran que el malestar de las clases medias no se dan solamente en aquellos países que?están siendo afectados por la crisis económica (como en Venezuela, Brasil y Argentina), también muestran un agotamiento de las largas hegemonías de los partidos de izquierda en la región.
Mientras tanto en Colombia, el descalabro es por partida doble. El papel de los partidos politicos (tradicionales y de izquierda), no han sido capaces de dar respuestas a los problemas de la poblacion.