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Columnista - 29 marzo, 2015

Derecho a la educación con calidad

En Colombia se ha vuelto imperiosa la necesidad de una profunda reflexión de cómo educar; esta meditación debe ser constante y permanente con el propósito de elevar la calidad de la educación. Lo más importante en el sistema educativo es mejorar su calidad cuyos estándares en la actualidad son deficientes. Las políticas y la realidad […]

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En Colombia se ha vuelto imperiosa la necesidad de una profunda reflexión de cómo educar; esta meditación debe ser constante y permanente con el propósito de elevar la calidad de la educación. Lo más importante en el sistema educativo es mejorar su calidad cuyos estándares en la actualidad son deficientes. Las políticas y la realidad social convergen en las aulas; lo que en el momento preocupa es la realidad que se asoma y se quiere quedar. No se está aprendiendo, aunque se diga que se está enseñando.

Surge entonces el concepto de evaluación que choca con muchos, quienes lo ven como espantoso y les atropella. ¿Qué busca la evaluación? La evaluación es dirigida tras la finalidad de comprobar si un programa o una política diseñada para dar respuesta a una necesidad determinada debe producir un cambio sustancial; esta es indispensable para diagnosticar entorno al mejoramiento de la calidad educativa; el proceso de evaluación considero bajo criterio personal debe identificar y proporcionar información útil y valiosa que dé como referentes resultados innovadores eficientes y eficaces. La evaluación se debe por supuesto ejercer con lupa, debe ser exacta y objetiva ya que así se pueden diagnosticar y valorar avances y establecer planes a corto, mediano y largo plazo. El rendimiento de una Institución Educativa se maximiza cuando está basada en la gestión y contribución dentro de una cultura de aprendizaje, entendiéndose esta como la forma adecuada de adaptarse a los cambios en el ámbito nacional e internacional.

En el marco del proceso de enseñanza y aprendizaje mediante la educación con calidad no solo debemos entender el dominio de un saber, sino el de un saber hacer y saber ser; de esta forma encontraremos a un educando más integral con un conjunto de cualidades, cultura, ética y moral que le enfrentará a las experiencias laborales del mercado. Empecemos a detectar y decir me falta más por aprender, necesito capacitarme e investigar más; esto es una de las alertas tempranas para aprender, las exigencias así lo demuestran.

Esta contextualización bajo una perspectiva de flexibilidad, me permite considerar que actualmente existen dos clases de docentes el primero aquel que mediante una clase quiere impresionar a sus alumnos y estos no aprenden nada y el segundo es el preocupado por transmitir, inculcar conocimientos y que los estudiantes los asimilen y entiendan. Que se implemente la adopción de modelos estratégicos e innovadores de otros países, que exijan al estudiante a aprender y al docente a enseñar. Nunca podremos superar el modelo educativo de un país más avanzado que el nuestro, cuando allá se enseñan nueve y diez horas diarias y aquí no sucede lo mismo. Esto es un reto que nos debe involucrar a todos.

[email protected]

Columnista
29 marzo, 2015

Derecho a la educación con calidad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

En Colombia se ha vuelto imperiosa la necesidad de una profunda reflexión de cómo educar; esta meditación debe ser constante y permanente con el propósito de elevar la calidad de la educación. Lo más importante en el sistema educativo es mejorar su calidad cuyos estándares en la actualidad son deficientes. Las políticas y la realidad […]


En Colombia se ha vuelto imperiosa la necesidad de una profunda reflexión de cómo educar; esta meditación debe ser constante y permanente con el propósito de elevar la calidad de la educación. Lo más importante en el sistema educativo es mejorar su calidad cuyos estándares en la actualidad son deficientes. Las políticas y la realidad social convergen en las aulas; lo que en el momento preocupa es la realidad que se asoma y se quiere quedar. No se está aprendiendo, aunque se diga que se está enseñando.

Surge entonces el concepto de evaluación que choca con muchos, quienes lo ven como espantoso y les atropella. ¿Qué busca la evaluación? La evaluación es dirigida tras la finalidad de comprobar si un programa o una política diseñada para dar respuesta a una necesidad determinada debe producir un cambio sustancial; esta es indispensable para diagnosticar entorno al mejoramiento de la calidad educativa; el proceso de evaluación considero bajo criterio personal debe identificar y proporcionar información útil y valiosa que dé como referentes resultados innovadores eficientes y eficaces. La evaluación se debe por supuesto ejercer con lupa, debe ser exacta y objetiva ya que así se pueden diagnosticar y valorar avances y establecer planes a corto, mediano y largo plazo. El rendimiento de una Institución Educativa se maximiza cuando está basada en la gestión y contribución dentro de una cultura de aprendizaje, entendiéndose esta como la forma adecuada de adaptarse a los cambios en el ámbito nacional e internacional.

En el marco del proceso de enseñanza y aprendizaje mediante la educación con calidad no solo debemos entender el dominio de un saber, sino el de un saber hacer y saber ser; de esta forma encontraremos a un educando más integral con un conjunto de cualidades, cultura, ética y moral que le enfrentará a las experiencias laborales del mercado. Empecemos a detectar y decir me falta más por aprender, necesito capacitarme e investigar más; esto es una de las alertas tempranas para aprender, las exigencias así lo demuestran.

Esta contextualización bajo una perspectiva de flexibilidad, me permite considerar que actualmente existen dos clases de docentes el primero aquel que mediante una clase quiere impresionar a sus alumnos y estos no aprenden nada y el segundo es el preocupado por transmitir, inculcar conocimientos y que los estudiantes los asimilen y entiendan. Que se implemente la adopción de modelos estratégicos e innovadores de otros países, que exijan al estudiante a aprender y al docente a enseñar. Nunca podremos superar el modelo educativo de un país más avanzado que el nuestro, cuando allá se enseñan nueve y diez horas diarias y aquí no sucede lo mismo. Esto es un reto que nos debe involucrar a todos.

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