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Columnista - 12 enero, 2018

En democracia perder sí es ganar

“Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana”. Luego de las rutinarias evaluaciones y promesas asintiendo que en el nuevo año se remediarán las tensiones y desatinos, resultantes de un 2017 saturado de emboscadas jurídicas, efectos inesperados y otras ilaciones discutidas, dentro […]

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“Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana”.

Luego de las rutinarias evaluaciones y promesas asintiendo que en el nuevo año se remediarán las tensiones y desatinos, resultantes de un 2017 saturado de emboscadas jurídicas, efectos inesperados y otras ilaciones discutidas, dentro del contexto de la “separación de poderes”, se entrevé la perversa intencionalidad de vulnerar la independencia del legislativo y de la justicia -por el órgano administrativo- .

Esto obedece exclusivamente a la “politización”, impuesta por el Gobierno desde la desigual elección de los magistrados, al punto que ellos lo satisfacen en sus decisiones, arrogándose de “mermeladezcos” atributos políticos y la condicionalidad de haber sido funcionarios, o contratistas del mismo presidente, -en especial la mayoría de la actual magistratura constitucional-.

Esta preclara casualidad, fue urdida para producir cambios en el derecho, la sociedad y la política, desde la óptica solo favorable al interés de esa minoría gobernante, y de la que anhela arrebatar el poder, para subyugar al pueblo,- en su fantasioso y perverso proyecto comunista o socialista, indistintamente-, sin más orientación que el del beneficio y enriquecimiento personal y el lavadero de sus desafueros.

Previamente, aparecía en las pantallas electrónicas que registran la votación de los senadores, la condicionalidad necesaria de 52 votos para superar tal aprobación,- nadie objetó-, se verificó con rigor el rito establecido y se dio el hecho. -El proyecto de las curules fue archivado.

El gobierno ha sido “derrotado” en el Senado, en pleno ejercicio democrático, con la negación de las 16 curules para “congresistas víctimas”, -ahora pretendida a ser desconocida-, apelando al poder judicial para que políticamente voltee una decisión de exclusiva competencia parlamentaria. Perder en democracia no es salir derrotado, es ganar en la legalidad y hacer honor a la justicia. Ir en contra, es revelar claramente el retorcido propósito, de codiciar cambiar el régimen democrático, por el malnacido y fracasado modelo, solo venerado por unos cuantos desnaturalizados, ahora mimados por el perdón, tolerados y reconciliados -para que se dé el proceso de su reinserción social y política-.

No es el poder judicial quien tiene esa competencia de cuestionar y ordenar,- atropellando al poder legislativo-, azuzado por el Ejecutivo. Con esto, el país entero queda ad-portas de una peligrosa intervención arbitraria por el administrador, afectando el ordenamiento institucional y jurídico, -con detrimento generalizado y pérdida de credibilidad en el sistema-.

[email protected]

Columnista
12 enero, 2018

En democracia perder sí es ganar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alfonso Suarez

“Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana”. Luego de las rutinarias evaluaciones y promesas asintiendo que en el nuevo año se remediarán las tensiones y desatinos, resultantes de un 2017 saturado de emboscadas jurídicas, efectos inesperados y otras ilaciones discutidas, dentro […]


“Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana”.

Luego de las rutinarias evaluaciones y promesas asintiendo que en el nuevo año se remediarán las tensiones y desatinos, resultantes de un 2017 saturado de emboscadas jurídicas, efectos inesperados y otras ilaciones discutidas, dentro del contexto de la “separación de poderes”, se entrevé la perversa intencionalidad de vulnerar la independencia del legislativo y de la justicia -por el órgano administrativo- .

Esto obedece exclusivamente a la “politización”, impuesta por el Gobierno desde la desigual elección de los magistrados, al punto que ellos lo satisfacen en sus decisiones, arrogándose de “mermeladezcos” atributos políticos y la condicionalidad de haber sido funcionarios, o contratistas del mismo presidente, -en especial la mayoría de la actual magistratura constitucional-.

Esta preclara casualidad, fue urdida para producir cambios en el derecho, la sociedad y la política, desde la óptica solo favorable al interés de esa minoría gobernante, y de la que anhela arrebatar el poder, para subyugar al pueblo,- en su fantasioso y perverso proyecto comunista o socialista, indistintamente-, sin más orientación que el del beneficio y enriquecimiento personal y el lavadero de sus desafueros.

Previamente, aparecía en las pantallas electrónicas que registran la votación de los senadores, la condicionalidad necesaria de 52 votos para superar tal aprobación,- nadie objetó-, se verificó con rigor el rito establecido y se dio el hecho. -El proyecto de las curules fue archivado.

El gobierno ha sido “derrotado” en el Senado, en pleno ejercicio democrático, con la negación de las 16 curules para “congresistas víctimas”, -ahora pretendida a ser desconocida-, apelando al poder judicial para que políticamente voltee una decisión de exclusiva competencia parlamentaria. Perder en democracia no es salir derrotado, es ganar en la legalidad y hacer honor a la justicia. Ir en contra, es revelar claramente el retorcido propósito, de codiciar cambiar el régimen democrático, por el malnacido y fracasado modelo, solo venerado por unos cuantos desnaturalizados, ahora mimados por el perdón, tolerados y reconciliados -para que se dé el proceso de su reinserción social y política-.

No es el poder judicial quien tiene esa competencia de cuestionar y ordenar,- atropellando al poder legislativo-, azuzado por el Ejecutivo. Con esto, el país entero queda ad-portas de una peligrosa intervención arbitraria por el administrador, afectando el ordenamiento institucional y jurídico, -con detrimento generalizado y pérdida de credibilidad en el sistema-.

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