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Columnista - 24 marzo, 2022

Democracia para rufianes

Con la España franquista mantuvieron 40 años de relaciones cordiales y con muchas otras más. Las prácticas de Pinochet y Franco son aplicadas acá con mucha frecuencia y aún queda gente que los venera. 

La dirigencia política y económica del país se ufana en decir que somos la democracia más antigua de América y se erige en juez internacional para calificar y juzgar a otros gobiernos donde, supuestamente existen dictaduras; pero su escala para medirlas no es la misma; todo depende de los intereses que defienda esa dictadura. 

Durante 17 años mantuvieron excelentes relaciones con la dictadura de Pinochet, quién accedió al poder mediante un cruento golpe militar a un presidente elegido en las urnas. Tampoco rompieron relaciones con las dictaduras argentinas y brasileras, ni con las dinastías Duvalier (Haití) y Trujillo (República Dominicana). 

Con la España franquista mantuvieron 40 años de relaciones cordiales y con muchas otras más. Las prácticas de Pinochet y Franco son aplicadas acá con mucha frecuencia y aún queda gente que los venera. 

Los estados de sitio que se aplicaban antes de la Constitución de 1991 fueron una réplica de esos modelos; el Estatuto de Seguridad de Turbay fue el sumun. En 2018, Maduro, presidente de Venezuela, fue reelegido para un periodo más de seis años, la constitución lo permitía, con un sistema electoral considerado uno de los mejores de América; aquí fue reelegido Uribe modificando la constitución con procedimientos torticeros.

Durante su mandato se han celebrado en Venezuela varias elecciones, unas con participación de la oposición y otras sin ella. Allá hay presos políticos, no los matan, aquí sí. Allá han cooptado los poderes del Estado, aquí también; sin embargo dicen que somos una democracia y Venezuela una dictadura. Allá, que se sepa, no chuzan al adversario, aquí es hostigado y vigilado.

La verdadera razón es que en la Venezuela chavista se planteó un modelo político que no gustaba a los EE.UU ni a la extrema derecha colombiana. Con fundamento en esa asunción, Duque cerró todo tipo de relación con el hermano país, nuestro tradicional mejor cliente comercial.

Viéndolo bien, Colombia tiene mejor perfil de país dictatorial, y cooptado por la mafia, más que Venezuela. Aquí, el sistema electoral, uno de los pilares de la democracia, se soporta en una cadena delincuencial. El espectáculo que ofrece la campaña presidencial es grotesco; pocos candidatos diagnostican los problemas del país y menos presentan soluciones creíbles; se centran en revelar las hipotéticas debilidades del adversario, como echarse los trapos sucios al aire. Eso no es de estadistas. 

‘Fico’, e Ingrid, por ejemplo, emplean un lenguaje chabacano e irrespetuoso para disminuir al contrario; parece un bochinche callejero. Qué vergüenza. 

Una versión circulante en las redes deja mal parados a la Registraduría y a ciertos clanes; la alteración de resultados por algunos jurados es una vieja trampa perversa con complicidad institucional. Hoy sustituyeron en las mesas de votación a los empleados públicos por particulares amaestrados. 

Ahora están dorando la píldora diciendo que son errores pero no fraude, hasta la MOE calló en ese ardid; siempre el fraude está presente y lo resuelve quien pague lo que le pidan.  ¿Por qué, entonces, la lista más afectada ha sido la del P.H. para congreso? Para preparar el fraude final algunos dicen que Petro no será presidente; detrás de este NO categórico podría esconderse un plan siniestro, nadie podría asegurarlo con tanta convicción, las amenazas son creíbles.

Uribe y Pastrana, dueños del poder electoral, como perdieron, dicen que no reconocerán los resultados. ¿Será que el P.H. les hizo trampa? No, les descubrieron el montaje. Pero no todo está perdido; a Matamba lo “volaron” de la cárcel, ya no hablará, tampoco Otoniel. Si no ocurre algo atípico, el P.H. ganará. ¡Petro Presidente!

Columnista
24 marzo, 2022

Democracia para rufianes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Con la España franquista mantuvieron 40 años de relaciones cordiales y con muchas otras más. Las prácticas de Pinochet y Franco son aplicadas acá con mucha frecuencia y aún queda gente que los venera. 


La dirigencia política y económica del país se ufana en decir que somos la democracia más antigua de América y se erige en juez internacional para calificar y juzgar a otros gobiernos donde, supuestamente existen dictaduras; pero su escala para medirlas no es la misma; todo depende de los intereses que defienda esa dictadura. 

Durante 17 años mantuvieron excelentes relaciones con la dictadura de Pinochet, quién accedió al poder mediante un cruento golpe militar a un presidente elegido en las urnas. Tampoco rompieron relaciones con las dictaduras argentinas y brasileras, ni con las dinastías Duvalier (Haití) y Trujillo (República Dominicana). 

Con la España franquista mantuvieron 40 años de relaciones cordiales y con muchas otras más. Las prácticas de Pinochet y Franco son aplicadas acá con mucha frecuencia y aún queda gente que los venera. 

Los estados de sitio que se aplicaban antes de la Constitución de 1991 fueron una réplica de esos modelos; el Estatuto de Seguridad de Turbay fue el sumun. En 2018, Maduro, presidente de Venezuela, fue reelegido para un periodo más de seis años, la constitución lo permitía, con un sistema electoral considerado uno de los mejores de América; aquí fue reelegido Uribe modificando la constitución con procedimientos torticeros.

Durante su mandato se han celebrado en Venezuela varias elecciones, unas con participación de la oposición y otras sin ella. Allá hay presos políticos, no los matan, aquí sí. Allá han cooptado los poderes del Estado, aquí también; sin embargo dicen que somos una democracia y Venezuela una dictadura. Allá, que se sepa, no chuzan al adversario, aquí es hostigado y vigilado.

La verdadera razón es que en la Venezuela chavista se planteó un modelo político que no gustaba a los EE.UU ni a la extrema derecha colombiana. Con fundamento en esa asunción, Duque cerró todo tipo de relación con el hermano país, nuestro tradicional mejor cliente comercial.

Viéndolo bien, Colombia tiene mejor perfil de país dictatorial, y cooptado por la mafia, más que Venezuela. Aquí, el sistema electoral, uno de los pilares de la democracia, se soporta en una cadena delincuencial. El espectáculo que ofrece la campaña presidencial es grotesco; pocos candidatos diagnostican los problemas del país y menos presentan soluciones creíbles; se centran en revelar las hipotéticas debilidades del adversario, como echarse los trapos sucios al aire. Eso no es de estadistas. 

‘Fico’, e Ingrid, por ejemplo, emplean un lenguaje chabacano e irrespetuoso para disminuir al contrario; parece un bochinche callejero. Qué vergüenza. 

Una versión circulante en las redes deja mal parados a la Registraduría y a ciertos clanes; la alteración de resultados por algunos jurados es una vieja trampa perversa con complicidad institucional. Hoy sustituyeron en las mesas de votación a los empleados públicos por particulares amaestrados. 

Ahora están dorando la píldora diciendo que son errores pero no fraude, hasta la MOE calló en ese ardid; siempre el fraude está presente y lo resuelve quien pague lo que le pidan.  ¿Por qué, entonces, la lista más afectada ha sido la del P.H. para congreso? Para preparar el fraude final algunos dicen que Petro no será presidente; detrás de este NO categórico podría esconderse un plan siniestro, nadie podría asegurarlo con tanta convicción, las amenazas son creíbles.

Uribe y Pastrana, dueños del poder electoral, como perdieron, dicen que no reconocerán los resultados. ¿Será que el P.H. les hizo trampa? No, les descubrieron el montaje. Pero no todo está perdido; a Matamba lo “volaron” de la cárcel, ya no hablará, tampoco Otoniel. Si no ocurre algo atípico, el P.H. ganará. ¡Petro Presidente!