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Columnista - 3 abril, 2013

¿Delincuentes al Congreso?

Los enemigos naturales del proceso de paz que el gobierno Santos adelanta en Cuba con la FARC, tienen una visión maniqueísta del problema y de sus soluciones, y por eso se rasgan las vestiduras cuando contemplan la posibilidad de que los jefes guerrilleros...

Por: Luis Napoleón de Armas P.

Los enemigos naturales del proceso de paz que el gobierno Santos adelanta en Cuba con la FARC, tienen una visión maniqueísta del problema y de sus soluciones, y por eso se rasgan las vestiduras cuando contemplan la posibilidad de que los jefes guerrilleros, con los cuales se discute una posible paz, puedan portar una credencial de congresista. Cómo es posible, se preguntan, olvidando sus pecados, que un delincuente se siente en el capitolio nacional a legislar. La verdad es que esta preocupación sería válida si nuestro foro de las leyes fuera un tabernáculo o un centro de meditación y oración, pero no es así; no sería la primera vez que a este sitio llegasen delincuentes.

Recordemos que Mancuso dijo, en una ocasión, que tenían el 35% del congreso; y si eran de las AUC eran, igualmente delincuentes, y a la postre, se demostró que era así y hoy, muchos de ellos están presos, otros procesados, otros ya han purgado sus penas o siguen vinculados. En el Congreso de la República hay mucha gente buena pero tampoco es un convento de cartujos donde solo se comulga y se imploran las prácticas cristianas; este es el punto de encuentro de la mas alta gama de intereses políticos y económicos del país, muchas veces mezquinos, cuyas conclusiones no siempre son altruistas y pro sociedad civil, sino mas bien, puja de lobistas particulares y de sectores poderosos.

Si en algún sitio se infringe la CPC es en ese recinto al que algunos quieren sacralizar. Este es un manto de velo, una demagogia barata que muestra la mezquindad de muchos de nuestros llamados dirigentes. Nuestro congreso es mas vergüenza que orgullo patrio y no hay que temerle a que nuevos forajidos entren en su seno; perro no come perro. Los hipócritas que hoy plañen por la democracia y las buenas costumbres, son los mismos que hace algunos años crearon y fomentaron el paramilitarismo para reformular el Estado a sangre y fuego; los mismos que propusieron una reinserción de este monstruo de Frankeninstein,pasando por encima de la decencia y consideración con las víctimas y el país. Son los mismos que dejaron sin mar a San Andrés, los que antes, por un mendrugo de pan, vendieron a Panamá; son los mismos que mataron a Gaitán, a Galán, a Pizarro y a muchos mas que se atrevieron a proponer algunas rectificaciones históricas.

Para ellos, el modelo de democracia que debe regir en Colombia es el de alimentar odios, hacer la guerra y vivir de ella, procurando que los muertos sean de otros. El día que los hijos de presidentes, empresarios y congresistas vayan al frente de combate, a morir por la patria, ese día terminará la guerra. Pero azuzarla desde la barrera produce dividendos políticos y económicos sin asumir riesgos; es como echarles arena a los perros callejeros para que peleen.

Aún no se conocen las concesiones que haría el gobierno a las FARC a cambio de dejar los fusibles, el secuestro y el terrorismo. Si esto es lo co-sustancial para ellos, es obvio que esto tiene su precio. No es rentable para un jefe guerrillero, que vive como general de tres soles, lejos del peligro, desmovilizarse para no recibir nada y perder todas sus canonjías. Creo que lo mínimo que podrían pedir es participación política para tratar de vender lo que no pudieron hacer por medio de las armas, en largos años de guerra. La paz tiene un precio.

 

Columnista
3 abril, 2013

¿Delincuentes al Congreso?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Los enemigos naturales del proceso de paz que el gobierno Santos adelanta en Cuba con la FARC, tienen una visión maniqueísta del problema y de sus soluciones, y por eso se rasgan las vestiduras cuando contemplan la posibilidad de que los jefes guerrilleros...


Por: Luis Napoleón de Armas P.

Los enemigos naturales del proceso de paz que el gobierno Santos adelanta en Cuba con la FARC, tienen una visión maniqueísta del problema y de sus soluciones, y por eso se rasgan las vestiduras cuando contemplan la posibilidad de que los jefes guerrilleros, con los cuales se discute una posible paz, puedan portar una credencial de congresista. Cómo es posible, se preguntan, olvidando sus pecados, que un delincuente se siente en el capitolio nacional a legislar. La verdad es que esta preocupación sería válida si nuestro foro de las leyes fuera un tabernáculo o un centro de meditación y oración, pero no es así; no sería la primera vez que a este sitio llegasen delincuentes.

Recordemos que Mancuso dijo, en una ocasión, que tenían el 35% del congreso; y si eran de las AUC eran, igualmente delincuentes, y a la postre, se demostró que era así y hoy, muchos de ellos están presos, otros procesados, otros ya han purgado sus penas o siguen vinculados. En el Congreso de la República hay mucha gente buena pero tampoco es un convento de cartujos donde solo se comulga y se imploran las prácticas cristianas; este es el punto de encuentro de la mas alta gama de intereses políticos y económicos del país, muchas veces mezquinos, cuyas conclusiones no siempre son altruistas y pro sociedad civil, sino mas bien, puja de lobistas particulares y de sectores poderosos.

Si en algún sitio se infringe la CPC es en ese recinto al que algunos quieren sacralizar. Este es un manto de velo, una demagogia barata que muestra la mezquindad de muchos de nuestros llamados dirigentes. Nuestro congreso es mas vergüenza que orgullo patrio y no hay que temerle a que nuevos forajidos entren en su seno; perro no come perro. Los hipócritas que hoy plañen por la democracia y las buenas costumbres, son los mismos que hace algunos años crearon y fomentaron el paramilitarismo para reformular el Estado a sangre y fuego; los mismos que propusieron una reinserción de este monstruo de Frankeninstein,pasando por encima de la decencia y consideración con las víctimas y el país. Son los mismos que dejaron sin mar a San Andrés, los que antes, por un mendrugo de pan, vendieron a Panamá; son los mismos que mataron a Gaitán, a Galán, a Pizarro y a muchos mas que se atrevieron a proponer algunas rectificaciones históricas.

Para ellos, el modelo de democracia que debe regir en Colombia es el de alimentar odios, hacer la guerra y vivir de ella, procurando que los muertos sean de otros. El día que los hijos de presidentes, empresarios y congresistas vayan al frente de combate, a morir por la patria, ese día terminará la guerra. Pero azuzarla desde la barrera produce dividendos políticos y económicos sin asumir riesgos; es como echarles arena a los perros callejeros para que peleen.

Aún no se conocen las concesiones que haría el gobierno a las FARC a cambio de dejar los fusibles, el secuestro y el terrorismo. Si esto es lo co-sustancial para ellos, es obvio que esto tiene su precio. No es rentable para un jefe guerrillero, que vive como general de tres soles, lejos del peligro, desmovilizarse para no recibir nada y perder todas sus canonjías. Creo que lo mínimo que podrían pedir es participación política para tratar de vender lo que no pudieron hacer por medio de las armas, en largos años de guerra. La paz tiene un precio.