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Columnista - 15 julio, 2017

Delincuencia en la ciudad

Crece la inseguridad en las ciudades por el hecho de convertirse estas capitales en centros receptores de personas procedentes de otras regiones del país, por razones múltiples: desplazamiento forzado y desempleo que los orienta a buscar nuevos horizontes y oportunidades. De allí, que como ciudades de la costa Caribe y del interior, simbolizan el muro […]

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Crece la inseguridad en las ciudades por el hecho de convertirse estas capitales en centros receptores de personas procedentes de otras regiones del país, por razones múltiples: desplazamiento forzado y desempleo que los orienta a buscar nuevos horizontes y oportunidades. De allí, que como ciudades de la costa Caribe y del interior, simbolizan el muro rígido de la inoperancia; si se tiene en cuenta que en estas urbes no hay las suficientes fuentes generadoras de trabajo para los nativos, menos para los foráneos.

Hay que traer a colación el número masivo de desplazados producto del paramilitarismo, del conflicto bélico interno y últimamente la avalancha de venezolanos a raíz de la desestabilización económica que afronta el vecino país. En consecuencia, todos estos factores de una u otra forma influyen en la problemática socio–política, cultural y económica que ha desequilibrado a Colombia.

Preguntamos ¿Qué responsabilidad tienen los venezolanos en el índice cada vez más creciente de criminalidad en las ciudades? Igual sucede con los desplazados y desde luego con los nativos. El surgimiento de la ola delincuencial tiene origen en la súper población, más aun cuando escasean las fuentes de trabajo. En este escenario hombres y mujeres al encontrase de brazos cruzados por no tener ingresos económicos a pesar que algunos cuentan con formación de orden técnica, tecnológica y profesional, se ven inducidos en ciertas circunstancias a delinquir.

En este orden de ideas el tema delincuencial se constituye en gran preocupación para las autoridades, puesto que a diario son más notorias las arremetidas de conductas punitivas que se creían ya controladas en el pasado, caso el fleteo. Por fortuna el brote delincuencial en lo urbano ha sido contrarrestado por la policía con acertados golpes a bandas delincuenciales que utilizan diversas modalidades que la fuerza pública ha sabido descifrar, mediante el servicio de inteligencia.

Aquí es aconsejable aunar esfuerzos focalizados a fortalecer la amistad entre vecinos, es decir, lo que le sucede a algunos es el resultado de todos; todos somos uno. Esta estrategia propicia maximizar el nivel de autoestima y el sentido de pertenencia de las comunidades; de allí que la unión propicia la seguridad, generando tranquilidad. Con relación a estos casos, todos debemos luchar por la seguridad en la ciudad. En tal sentido, apoyamos el ejercicio de la buena convivencia, especialmente de manera temprana en los niños para que respeten a los mayores y a las autoridades, creando así disciplina, orden y buen trato. Mantener el orden, el sosiego y la seguridad no es imposible, tiene sus desafíos, intentar y lograrlo es tarea de todos; manos a la obra con las autoridades. La policía debe seguir con tesón y ahínco, sembrando el orden y la seguridad en las calles, parques, centros comerciales, iglesias, colegios, etc.

Desde ya en asocio con las organizaciones sociales, asumamos el rol de mantener y salvaguardar la ciudad, para hacer de ella un remanso de paz, cultura y tranquilidad y no digamos después ¿Qué pasó? cuando no podamos salir a las 8:00 de la noche, ni siquiera a la esquina.

Necesitamos inculcar al ciudadano, pero desde muy niño, la importancia de la seguridad que va de la mano con la sana convivencia, enseñando y orientándole la aplicación de valores como la ética, el respeto, el compromiso, la disciplina… solo así podremos construir hacia el futuro una sociedad bien edificada para todos.

[email protected]

Por Jairo Franco Salas

 

 

Columnista
15 julio, 2017

Delincuencia en la ciudad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Crece la inseguridad en las ciudades por el hecho de convertirse estas capitales en centros receptores de personas procedentes de otras regiones del país, por razones múltiples: desplazamiento forzado y desempleo que los orienta a buscar nuevos horizontes y oportunidades. De allí, que como ciudades de la costa Caribe y del interior, simbolizan el muro […]


Crece la inseguridad en las ciudades por el hecho de convertirse estas capitales en centros receptores de personas procedentes de otras regiones del país, por razones múltiples: desplazamiento forzado y desempleo que los orienta a buscar nuevos horizontes y oportunidades. De allí, que como ciudades de la costa Caribe y del interior, simbolizan el muro rígido de la inoperancia; si se tiene en cuenta que en estas urbes no hay las suficientes fuentes generadoras de trabajo para los nativos, menos para los foráneos.

Hay que traer a colación el número masivo de desplazados producto del paramilitarismo, del conflicto bélico interno y últimamente la avalancha de venezolanos a raíz de la desestabilización económica que afronta el vecino país. En consecuencia, todos estos factores de una u otra forma influyen en la problemática socio–política, cultural y económica que ha desequilibrado a Colombia.

Preguntamos ¿Qué responsabilidad tienen los venezolanos en el índice cada vez más creciente de criminalidad en las ciudades? Igual sucede con los desplazados y desde luego con los nativos. El surgimiento de la ola delincuencial tiene origen en la súper población, más aun cuando escasean las fuentes de trabajo. En este escenario hombres y mujeres al encontrase de brazos cruzados por no tener ingresos económicos a pesar que algunos cuentan con formación de orden técnica, tecnológica y profesional, se ven inducidos en ciertas circunstancias a delinquir.

En este orden de ideas el tema delincuencial se constituye en gran preocupación para las autoridades, puesto que a diario son más notorias las arremetidas de conductas punitivas que se creían ya controladas en el pasado, caso el fleteo. Por fortuna el brote delincuencial en lo urbano ha sido contrarrestado por la policía con acertados golpes a bandas delincuenciales que utilizan diversas modalidades que la fuerza pública ha sabido descifrar, mediante el servicio de inteligencia.

Aquí es aconsejable aunar esfuerzos focalizados a fortalecer la amistad entre vecinos, es decir, lo que le sucede a algunos es el resultado de todos; todos somos uno. Esta estrategia propicia maximizar el nivel de autoestima y el sentido de pertenencia de las comunidades; de allí que la unión propicia la seguridad, generando tranquilidad. Con relación a estos casos, todos debemos luchar por la seguridad en la ciudad. En tal sentido, apoyamos el ejercicio de la buena convivencia, especialmente de manera temprana en los niños para que respeten a los mayores y a las autoridades, creando así disciplina, orden y buen trato. Mantener el orden, el sosiego y la seguridad no es imposible, tiene sus desafíos, intentar y lograrlo es tarea de todos; manos a la obra con las autoridades. La policía debe seguir con tesón y ahínco, sembrando el orden y la seguridad en las calles, parques, centros comerciales, iglesias, colegios, etc.

Desde ya en asocio con las organizaciones sociales, asumamos el rol de mantener y salvaguardar la ciudad, para hacer de ella un remanso de paz, cultura y tranquilidad y no digamos después ¿Qué pasó? cuando no podamos salir a las 8:00 de la noche, ni siquiera a la esquina.

Necesitamos inculcar al ciudadano, pero desde muy niño, la importancia de la seguridad que va de la mano con la sana convivencia, enseñando y orientándole la aplicación de valores como la ética, el respeto, el compromiso, la disciplina… solo así podremos construir hacia el futuro una sociedad bien edificada para todos.

[email protected]

Por Jairo Franco Salas