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Columnista - 7 julio, 2023

Del plátano serrano, dominico, guineo y otras vainas

El queso subió a $30 mil pesos, la arepa de queso a $3.500, el queso bajó a $16, pero la arepa se quedó arriba, y así todos los precios se incrementan, pero las alzas son desproporcionadas y todo mundo hace lo que le da la gana y los paganos somos los consumidores y el único […]

El queso subió a $30 mil pesos, la arepa de queso a $3.500, el queso bajó a $16, pero la arepa se quedó arriba, y así todos los precios se incrementan, pero las alzas son desproporcionadas y todo mundo hace lo que le da la gana y los paganos somos los consumidores y el único remedio para ajustar el presupuesto es disminuyendo gastos y consumo. 

Se acabó la época de un revoltillo de 6 huevos para dos o tres personas, no, ahora la situación solo permite un huevito con escasa cebolla y poco tomate; bajó el precio de la leche y la carne, pero en los lujosos supermercados y tiendas populares, nada, porque subieron la luz y los arriendos; no entiende uno por qué el kilo de carne traído desde Córdoba, donde lo sacrifican porque es más barato cuesta lo mismo y a veces menos que el de un novillo sacrificado aquí, donde es más caro su sacrificio o un litro de leche empacado en Bogotá, vale menos que uno de Klaren’s o Ciledco procesado aquí.

En Manaure, Pueblo Bello, Urumita, Villanueva, Media Luna y San José de Oriente un plátano serrano, dominico o guineo, que son especiales para asar por ser muy dulces, son más caros que los que venden en Mi Futuro y Olímpica traídos del Quindío, lo mismo que la yuca y eso para no hablar de las frutas, las mandarinas que traen de Pueblo Bello son más caras que las que llegan de Santander y el mango que aquí lo recogen muchas veces en la calle, especialmente el vallenato está por las nubes, pero el cienaguero está barato, son vainas que uno no entiende, una panela atanquera muy buena pero producida aquí vale más que una de Boyacá o de los santanderes y qué decir del aguacate que lo compran a precio de peo y lo venden a precio de oro y que en época de cosecha yo lo comía tres veces al día y ahora solamente puedo hacerlo en el almuerzo, el criollo producido aquí es más caro que el que traen del Tolima o los Llanos, al igual que la patilla que también llega de esas regiones y atérrense, el limón traído del Nariño y del Huila es más barato que un limoncito seco y rechurchio que se produce acá.

Entonces la única solución para que la plata nos alcance es disminuyendo el consumo, se acabó la época en que me comía un bocachico grande con dos arepas en el desayuno, ahora lo parto en 4 y me alcanza para 4 días con un bollito comprado en Punto Rojo o una arepita limpia y es de anotar que el traído del Magdalena y del Sinú en Córdoba está al mismo precio que el del Cesar.

Desapareció la época en que tranquilamente me metía en el almuerzo una pechuga y dos muslos, una tira de carne asada de 200 gramos o también 4 ó 5 presas de chivo, carne guisada, hígado, un terraplén de mondongo o riñones; los jugos desaparecieron afortunadamente por orden médica que recomiendan mejor comer la fruta y el eminente gastroenterólogo el doctor Luciano Aponte López me ordenó reducir su consumo a un guineo maduro, pero largo todos los días. Y el azúcar le pregunté y me comentó que uno no hace daño, que lo dañino son los excesos, tal como le pasó a mi ilustre amigo ‘Luchito’ Pimienta, que es diabético como yo y como casi todo el mundo, que erradicó la mayoría de los alimentos y se dedicó a consumir patilla, melón, papaya, mango, níspero, zapote, piña, etc., etc., y cuando vino a ver tenía el azúcar altísima. Nos queda por citar el ‘amigo del pueblo’, a él le dedicaremos un artículo.

Bueno, otra cosa que encarece los alimentos son las malas vías y ayer me vine de La Junta para Patillal y casi no me queda carro, que horror, que indiferencia la de La Guajira y el Cesar con estos pueblos, eso no es vía, no es trocha, eso es un infierno donde no se puede transitar, vayan, vean y procedan a arreglarla para alegrarle la vida a los junteros, carrizaleros y patillaleros.

Columnista
7 julio, 2023

Del plátano serrano, dominico, guineo y otras vainas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

El queso subió a $30 mil pesos, la arepa de queso a $3.500, el queso bajó a $16, pero la arepa se quedó arriba, y así todos los precios se incrementan, pero las alzas son desproporcionadas y todo mundo hace lo que le da la gana y los paganos somos los consumidores y el único […]


El queso subió a $30 mil pesos, la arepa de queso a $3.500, el queso bajó a $16, pero la arepa se quedó arriba, y así todos los precios se incrementan, pero las alzas son desproporcionadas y todo mundo hace lo que le da la gana y los paganos somos los consumidores y el único remedio para ajustar el presupuesto es disminuyendo gastos y consumo. 

Se acabó la época de un revoltillo de 6 huevos para dos o tres personas, no, ahora la situación solo permite un huevito con escasa cebolla y poco tomate; bajó el precio de la leche y la carne, pero en los lujosos supermercados y tiendas populares, nada, porque subieron la luz y los arriendos; no entiende uno por qué el kilo de carne traído desde Córdoba, donde lo sacrifican porque es más barato cuesta lo mismo y a veces menos que el de un novillo sacrificado aquí, donde es más caro su sacrificio o un litro de leche empacado en Bogotá, vale menos que uno de Klaren’s o Ciledco procesado aquí.

En Manaure, Pueblo Bello, Urumita, Villanueva, Media Luna y San José de Oriente un plátano serrano, dominico o guineo, que son especiales para asar por ser muy dulces, son más caros que los que venden en Mi Futuro y Olímpica traídos del Quindío, lo mismo que la yuca y eso para no hablar de las frutas, las mandarinas que traen de Pueblo Bello son más caras que las que llegan de Santander y el mango que aquí lo recogen muchas veces en la calle, especialmente el vallenato está por las nubes, pero el cienaguero está barato, son vainas que uno no entiende, una panela atanquera muy buena pero producida aquí vale más que una de Boyacá o de los santanderes y qué decir del aguacate que lo compran a precio de peo y lo venden a precio de oro y que en época de cosecha yo lo comía tres veces al día y ahora solamente puedo hacerlo en el almuerzo, el criollo producido aquí es más caro que el que traen del Tolima o los Llanos, al igual que la patilla que también llega de esas regiones y atérrense, el limón traído del Nariño y del Huila es más barato que un limoncito seco y rechurchio que se produce acá.

Entonces la única solución para que la plata nos alcance es disminuyendo el consumo, se acabó la época en que me comía un bocachico grande con dos arepas en el desayuno, ahora lo parto en 4 y me alcanza para 4 días con un bollito comprado en Punto Rojo o una arepita limpia y es de anotar que el traído del Magdalena y del Sinú en Córdoba está al mismo precio que el del Cesar.

Desapareció la época en que tranquilamente me metía en el almuerzo una pechuga y dos muslos, una tira de carne asada de 200 gramos o también 4 ó 5 presas de chivo, carne guisada, hígado, un terraplén de mondongo o riñones; los jugos desaparecieron afortunadamente por orden médica que recomiendan mejor comer la fruta y el eminente gastroenterólogo el doctor Luciano Aponte López me ordenó reducir su consumo a un guineo maduro, pero largo todos los días. Y el azúcar le pregunté y me comentó que uno no hace daño, que lo dañino son los excesos, tal como le pasó a mi ilustre amigo ‘Luchito’ Pimienta, que es diabético como yo y como casi todo el mundo, que erradicó la mayoría de los alimentos y se dedicó a consumir patilla, melón, papaya, mango, níspero, zapote, piña, etc., etc., y cuando vino a ver tenía el azúcar altísima. Nos queda por citar el ‘amigo del pueblo’, a él le dedicaremos un artículo.

Bueno, otra cosa que encarece los alimentos son las malas vías y ayer me vine de La Junta para Patillal y casi no me queda carro, que horror, que indiferencia la de La Guajira y el Cesar con estos pueblos, eso no es vía, no es trocha, eso es un infierno donde no se puede transitar, vayan, vean y procedan a arreglarla para alegrarle la vida a los junteros, carrizaleros y patillaleros.