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Columnista - 23 febrero, 2010

Del chisme y la verdad novelesca

BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza El chisme ha sido uno de los elementos más destructores de la sociedad, a tal punto que ha acabado con matrimonios,  derrocado presidentes, ministros, ha cambiado el curso de la historia y en algunos raros casos  ha contribuido con el esclarecimiento de la verdad, por eso hay quienes proponen que […]

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BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza

El chisme ha sido uno de los elementos más destructores de la sociedad, a tal punto que ha acabado con matrimonios,  derrocado presidentes, ministros, ha cambiado el curso de la historia y en algunos raros casos  ha contribuido con el esclarecimiento de la verdad, por eso hay quienes proponen que el chisme sea considerado con un género literario, para poder despojarlo de ese carácter negativo y reconocerle un potencial constructivo; quizás con esto, el poder de destrucción que tiene sería transformado por una capacidad creativa  como posibilidad de ver la realidad.

Desde el chisme se han elaborado historias que desembocaron en propuestas estéticas que hoy gozan de prestigio literario, lo que convierte a la novela “El General en su laberinto”, por ejemplo, en una creación que aunque catalogada como mentira oficial, se convierte en verdad novelesca.

Fuera de la academia, en nuestros innumerables desencuentros con la literatura, al calor de la tertulia, discutía con algunos compañeros la importancia de la mezcla entre historia y ficción existente en la Nueva Novela Histórica, particularmente en “La Esposa del doctor Thorne”, del venezolano Denzil Romero, a quien habíamos descubierto recientemente en las cátedras de literatura.

Me impresionó el escepticismo con que algunos, en especial las mujeres, abordaron esta novela. La mayoría asumió una posición pudorosa, crítica, de rechazo, debido al tratamiento desmitificado que se le daba  a todo un personaje histórico como  Manuela Sáenz, quien de heroína, pasaba a ser una mujer con perversiones y cualidades como cualquier otro ser humano.

“La Esposa del doctor Thorne”, toma como base el documento histórico, pero en aquellos momentos en que la historia no puede actuar, la ficción, a través del proyecto estético del autor, entra a llenar esos vacíos que la oficialidad no pudo. Es una novela que plantea la vida de Manuela Sáenz; la heroína, la niña mimada, la puta, la mujer casada con un inglés para encubrir una virginidad en la que nunca creyó. Es una historia en donde fácilmente se confunde lo real con lo ficcional y  el chisme con la verdad.

La historia oficial siempre nos ha mostrado una Manuela Sáenz heroína, descrita con el apelativo de  “libertadora del libertador”, pero esta vez, Denzil Romero, apelando a la oralidad y dentro de ella al chisme histórico, nos muestra la otra cara de la moneda, la que la oficialidad ha olvidado y que tal vez sea mentira, pero dentro de la  misma novela adquiere un valor de verdad que toma fuerza dentro de la narración, en la que se desarrolla toda una axiología del personaje principal, quien sufre un proceso de transformación,  pues con base en la religión  entra al convento en busca de su formación moral y cristiana, pero esta misma la aleja de todo paradigma que no sea la sexualidad, por acción de su tía monja; así ella llega a tener sexo con frailes, mujeres, soldados, es infiel a su esposo y llega a cometer incesto con su hermano.

Toda esa axiología de la heroína, chisme o realidad, no es más que una estrategia del autor para mostrarnos la soledad de un personaje, la infelicidad de una mujer por causa de la ausencia del amor y sólo hasta después que aparece en su vida el libertador Simón Bolívar, Manuela Sáenz comienza a experimentar el amor por alguien, pero sin abandonar su devoción a la promiscuidad.

Desde  este tratamiento de la ficcionalización, “La Esposa del doctor Thorne”, se torna una  novela original, cuyo proyecto estético más allá de la verdad o la mentira, es una forma de mostrar desde el aporte del chisme como creación literaria, la soledad de una mujer que se enfrentó a un sistema que rechazaba el amor, sin matricularse en ningún imperativo categórico a pesar de la época, corroborando el discurso de Vargas Llosa, quien afirma que la novela es un género amoral o más bien de una ética suigéneris, para la cual, verdad o mentira, son conceptos exclusivamente estéticos.

[email protected]

Columnista
23 febrero, 2010

Del chisme y la verdad novelesca

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Oscar Ariza Daza

BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza El chisme ha sido uno de los elementos más destructores de la sociedad, a tal punto que ha acabado con matrimonios,  derrocado presidentes, ministros, ha cambiado el curso de la historia y en algunos raros casos  ha contribuido con el esclarecimiento de la verdad, por eso hay quienes proponen que […]


BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza

El chisme ha sido uno de los elementos más destructores de la sociedad, a tal punto que ha acabado con matrimonios,  derrocado presidentes, ministros, ha cambiado el curso de la historia y en algunos raros casos  ha contribuido con el esclarecimiento de la verdad, por eso hay quienes proponen que el chisme sea considerado con un género literario, para poder despojarlo de ese carácter negativo y reconocerle un potencial constructivo; quizás con esto, el poder de destrucción que tiene sería transformado por una capacidad creativa  como posibilidad de ver la realidad.

Desde el chisme se han elaborado historias que desembocaron en propuestas estéticas que hoy gozan de prestigio literario, lo que convierte a la novela “El General en su laberinto”, por ejemplo, en una creación que aunque catalogada como mentira oficial, se convierte en verdad novelesca.

Fuera de la academia, en nuestros innumerables desencuentros con la literatura, al calor de la tertulia, discutía con algunos compañeros la importancia de la mezcla entre historia y ficción existente en la Nueva Novela Histórica, particularmente en “La Esposa del doctor Thorne”, del venezolano Denzil Romero, a quien habíamos descubierto recientemente en las cátedras de literatura.

Me impresionó el escepticismo con que algunos, en especial las mujeres, abordaron esta novela. La mayoría asumió una posición pudorosa, crítica, de rechazo, debido al tratamiento desmitificado que se le daba  a todo un personaje histórico como  Manuela Sáenz, quien de heroína, pasaba a ser una mujer con perversiones y cualidades como cualquier otro ser humano.

“La Esposa del doctor Thorne”, toma como base el documento histórico, pero en aquellos momentos en que la historia no puede actuar, la ficción, a través del proyecto estético del autor, entra a llenar esos vacíos que la oficialidad no pudo. Es una novela que plantea la vida de Manuela Sáenz; la heroína, la niña mimada, la puta, la mujer casada con un inglés para encubrir una virginidad en la que nunca creyó. Es una historia en donde fácilmente se confunde lo real con lo ficcional y  el chisme con la verdad.

La historia oficial siempre nos ha mostrado una Manuela Sáenz heroína, descrita con el apelativo de  “libertadora del libertador”, pero esta vez, Denzil Romero, apelando a la oralidad y dentro de ella al chisme histórico, nos muestra la otra cara de la moneda, la que la oficialidad ha olvidado y que tal vez sea mentira, pero dentro de la  misma novela adquiere un valor de verdad que toma fuerza dentro de la narración, en la que se desarrolla toda una axiología del personaje principal, quien sufre un proceso de transformación,  pues con base en la religión  entra al convento en busca de su formación moral y cristiana, pero esta misma la aleja de todo paradigma que no sea la sexualidad, por acción de su tía monja; así ella llega a tener sexo con frailes, mujeres, soldados, es infiel a su esposo y llega a cometer incesto con su hermano.

Toda esa axiología de la heroína, chisme o realidad, no es más que una estrategia del autor para mostrarnos la soledad de un personaje, la infelicidad de una mujer por causa de la ausencia del amor y sólo hasta después que aparece en su vida el libertador Simón Bolívar, Manuela Sáenz comienza a experimentar el amor por alguien, pero sin abandonar su devoción a la promiscuidad.

Desde  este tratamiento de la ficcionalización, “La Esposa del doctor Thorne”, se torna una  novela original, cuyo proyecto estético más allá de la verdad o la mentira, es una forma de mostrar desde el aporte del chisme como creación literaria, la soledad de una mujer que se enfrentó a un sistema que rechazaba el amor, sin matricularse en ningún imperativo categórico a pesar de la época, corroborando el discurso de Vargas Llosa, quien afirma que la novela es un género amoral o más bien de una ética suigéneris, para la cual, verdad o mentira, son conceptos exclusivamente estéticos.

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