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Columnista - 3 enero, 2022

Del Año Nuevo y el voto útil

El 2021 quedó atrás, es parte del pasado y ahora nos enfocamos en el 2022. Sin duda el año que apenas inicia será clave para el futuro de todos.

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¡Feliz Año Nuevo! El 2021 quedó atrás, es parte del pasado y ahora nos enfocamos en el 2022. Sin duda el año que apenas inicia será clave para el futuro de todos.

Lo primero es agradecerle a Dios por el privilegio de ser testigos de la llegada del 2022. En plena pandemia, cuando se habla de que Colombia inició el cuarto debido a la cepa ómicron, estamos aquí, vivitos y coleando. 

Hemos vivido 2 años difíciles como consecuencia del virus chino -a las cosas hay que llamarlas por su nombre-. Todos hemos perdido seres queridos o como mínimo hemos tenido a algún conocido enfermo. 

Realmente, al ver que en el mundo ha habido cerca de 5 millones y medio de fallecidos y 300 millones de casos, estar vivos es un verdadero privilegio, una bendición. ¡Gracias Dios mío!

La vida de todos ha cambiado drásticamente a causa de este virus: ahora el teletrabajo es común, el tapabocas es parte de la vestimenta que debemos alistar, vamos con cierta regularidad a vacunarnos -hace años que no sabía lo que era eso-, estamos pendientes de posibles síntomas, aplazamos planes con la esperanza de llevarlos a cabo cuando esto pase, nos conectamos para conversar con familiares, amigos y compañeros de oficina; todo es muy diferente. 

Los seres humanos nunca habíamos estado tan expuestos a tener que adaptarnos a tantos cambios. Seguiremos en esta línea, cuidándonos, vacunándonos y enfrentando nuevas cepas. Así cerramos el año y recibimos el 2022 con los brazos ávidos de esperanza y positivismo.

El año entrante debemos acudir a las urnas por lo menos en 2 ocasiones: en marzo para elegir el nuevo Congreso de la República y en mayo para la segunda vuelta presidencial. Si llega a haber una segunda vuelta -como creo que sucederá- y algunas consultas para revocar el mandato de ciertos alcaldes del país, algunos votaremos más veces.

La elección del Congreso será muy importante porque de cómo quede conformado dependerá, en gran medida, lo que suceda en los próximos 4 años. 

Tendremos que seguir tragándonos el sapo de ver exguerrilleros de las FARC en el Senado y la Cámara; seguramente la renovación no será muy grande y solo restará hacer fuerza para que la mayoría le cierre el paso al Socialismo del Siglo XXI. 

Por su parte la elección presidencial será crucial. Hoy, a diferencia del 2018, no me preocupa tanto que lleguen al poder quienes pretenden seguir apoyando y defendiendo con sus actuaciones a personajes como los hermanos Castro, Chávez, Maduro, Daniel Ortega o a los Kirchner. No lo veo tan claro. 

Las pésimas administraciones de sus representantes en Bogotá, Medellín y Cali, los despropósitos de los miembros de la primera línea, sus alianzas políticas con nombres como Roy Barreras y Armando Benedetti, pasando por el buen ritmo con el que cierra el año la economía colombiana, son motivos suficientemente poderosos para abstenerse a apoyar un proyecto mal llamado progresista.

Solo me asiste un temor: que los primeros votantes jóvenes, esos muchachos que no vivieron el pasado luctuoso que los mayores sí debimos enfrentar, desde el terrorismo del narcotráfico hasta el de las FARC y los paramilitares, encandilados por promesas falsas relacionadas con que la vagancia es buen negocio y con que el Estado debe proveer todo a los ciudadanos, elijan el camino equivocado, el de lo fácil, el del mínimo esfuerzo, el de tirar piedra por todo. 

Ese camino que los mayores de 40 no queremos ni visualizar en el horizonte. Hemos estudiado mucho y trabajado duro, hemos ayudado a construir este país y por ningún motivo permitiremos que el rumbo cambie, que perdamos libertades y que al mirarnos al espejo nos veamos reflejados en lo que hoy es Venezuela. El castrochavismo es una fábrica de miseria y opresión. 

Seguramente habrá segunda vuelta y una vez más, como ha venido pasando en los últimos años, el voto sanción determinará quién gobernará a Colombia en los próximos 4 años.

Votemos para atajar lo atajable: el Socialismo del Siglo XXI.

Mientras tanto: me le quito el sombrero al presidente Duque por su trabajo responsable y dedicado, manejó bien la pandemia…

Por Jorge Eduardo Ávila

Columnista
3 enero, 2022

Del Año Nuevo y el voto útil

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Eduardo Ávila

El 2021 quedó atrás, es parte del pasado y ahora nos enfocamos en el 2022. Sin duda el año que apenas inicia será clave para el futuro de todos.


¡Feliz Año Nuevo! El 2021 quedó atrás, es parte del pasado y ahora nos enfocamos en el 2022. Sin duda el año que apenas inicia será clave para el futuro de todos.

Lo primero es agradecerle a Dios por el privilegio de ser testigos de la llegada del 2022. En plena pandemia, cuando se habla de que Colombia inició el cuarto debido a la cepa ómicron, estamos aquí, vivitos y coleando. 

Hemos vivido 2 años difíciles como consecuencia del virus chino -a las cosas hay que llamarlas por su nombre-. Todos hemos perdido seres queridos o como mínimo hemos tenido a algún conocido enfermo. 

Realmente, al ver que en el mundo ha habido cerca de 5 millones y medio de fallecidos y 300 millones de casos, estar vivos es un verdadero privilegio, una bendición. ¡Gracias Dios mío!

La vida de todos ha cambiado drásticamente a causa de este virus: ahora el teletrabajo es común, el tapabocas es parte de la vestimenta que debemos alistar, vamos con cierta regularidad a vacunarnos -hace años que no sabía lo que era eso-, estamos pendientes de posibles síntomas, aplazamos planes con la esperanza de llevarlos a cabo cuando esto pase, nos conectamos para conversar con familiares, amigos y compañeros de oficina; todo es muy diferente. 

Los seres humanos nunca habíamos estado tan expuestos a tener que adaptarnos a tantos cambios. Seguiremos en esta línea, cuidándonos, vacunándonos y enfrentando nuevas cepas. Así cerramos el año y recibimos el 2022 con los brazos ávidos de esperanza y positivismo.

El año entrante debemos acudir a las urnas por lo menos en 2 ocasiones: en marzo para elegir el nuevo Congreso de la República y en mayo para la segunda vuelta presidencial. Si llega a haber una segunda vuelta -como creo que sucederá- y algunas consultas para revocar el mandato de ciertos alcaldes del país, algunos votaremos más veces.

La elección del Congreso será muy importante porque de cómo quede conformado dependerá, en gran medida, lo que suceda en los próximos 4 años. 

Tendremos que seguir tragándonos el sapo de ver exguerrilleros de las FARC en el Senado y la Cámara; seguramente la renovación no será muy grande y solo restará hacer fuerza para que la mayoría le cierre el paso al Socialismo del Siglo XXI. 

Por su parte la elección presidencial será crucial. Hoy, a diferencia del 2018, no me preocupa tanto que lleguen al poder quienes pretenden seguir apoyando y defendiendo con sus actuaciones a personajes como los hermanos Castro, Chávez, Maduro, Daniel Ortega o a los Kirchner. No lo veo tan claro. 

Las pésimas administraciones de sus representantes en Bogotá, Medellín y Cali, los despropósitos de los miembros de la primera línea, sus alianzas políticas con nombres como Roy Barreras y Armando Benedetti, pasando por el buen ritmo con el que cierra el año la economía colombiana, son motivos suficientemente poderosos para abstenerse a apoyar un proyecto mal llamado progresista.

Solo me asiste un temor: que los primeros votantes jóvenes, esos muchachos que no vivieron el pasado luctuoso que los mayores sí debimos enfrentar, desde el terrorismo del narcotráfico hasta el de las FARC y los paramilitares, encandilados por promesas falsas relacionadas con que la vagancia es buen negocio y con que el Estado debe proveer todo a los ciudadanos, elijan el camino equivocado, el de lo fácil, el del mínimo esfuerzo, el de tirar piedra por todo. 

Ese camino que los mayores de 40 no queremos ni visualizar en el horizonte. Hemos estudiado mucho y trabajado duro, hemos ayudado a construir este país y por ningún motivo permitiremos que el rumbo cambie, que perdamos libertades y que al mirarnos al espejo nos veamos reflejados en lo que hoy es Venezuela. El castrochavismo es una fábrica de miseria y opresión. 

Seguramente habrá segunda vuelta y una vez más, como ha venido pasando en los últimos años, el voto sanción determinará quién gobernará a Colombia en los próximos 4 años.

Votemos para atajar lo atajable: el Socialismo del Siglo XXI.

Mientras tanto: me le quito el sombrero al presidente Duque por su trabajo responsable y dedicado, manejó bien la pandemia…

Por Jorge Eduardo Ávila