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Columnista - 18 enero, 2017

Del ajuste financiero y la deuda de la prostituta

“Si el dinero circula en la economía local, se acaba la crisis” Si bien, se hizo alharaca, por la anunciada reforma tributaria – al final sancionada y en vigencia-. En un santiamén, se cayó en apatía y consentida aceptación, encubiertas por otras noticias, que al vuelo distrajeron al público.-A la pusilanimidad se responde con una […]

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“Si el dinero circula en la economía local, se acaba la crisis”

Si bien, se hizo alharaca, por la anunciada reforma tributaria – al final sancionada y en vigencia-. En un santiamén, se cayó en apatía y consentida aceptación, encubiertas por otras noticias, que al vuelo distrajeron al público.-A la pusilanimidad se responde con una vanidosa audacia-.

La comisión de sabios tributarios, proponen depreciar el impacto económico del 19%, exhortando al ciudadano de a pie, por ejemplo: a mermarle al ron y cerveza, disuadir el uso de tarjetas de crédito, fomentar uso de celulares de baja gama, tasar más las carnes y consumir productos de cosecha baraticos, no a las bebidas azucaradas y sobre todo: no a la Coca-Cola, reparar la ropita que había dejado de usar, estar alerta y apagar las luces innecesarias en la casa, prescindir de amantes si está casado, nada de mascotas para los hijos. Establecer finalmente una subsistencia de austeridad, al fin y al cabo, acoplada al sistema económico impuesto.

Para interpretar, las bondades del modelo financiero que prevalecerá, conozca la historia de la deuda de Marly, -prostituta de un poblado colombiano-, allí los habitantes sumidos en la crisis económica generalizada, recurren a créditos por bienes y servicios -entre sí-. Sucedió que aquel día lluvioso, llega al hotel principal, un personaje que da señas de portar gran cantidad de dinero, solicita al hospedero; consentimiento para ojear las cómodas habitaciones e instalaciones anunciadas, y decidir si se alojaría por unos días, -coloca sobre el mostrador un billete de 100mil, de los nuevos, y marchó a su recorrido.

Encandilado, el administrador sale presuroso con el billete, para avalar la deuda obtenida con el carnicero, quien corre a la vez a entregar el dinero al productor de cerdos y ganado, al momento el ganadero se aligera a reembolsarlo al proveedor de alimentos para animales, el empresario-molinero se concreta con diligencia a buscar a Marly, la prostituta que ha fiado sus servicios en tiempos de crisis y le liquida la cuenta. Así, ligera de ropas con billete en mano, la meretriz se enfila al hotel y amortiza el saldo débito, resultante de reclinar cuanto cliente en el hostal, y que últimamente no había podido finiquitar.

El dueño del hotel toma el papel moneda y acredita la cuenta de Marly, justamente cuando aparece el personaje de marras manifestando no estar convencido de las bondades hoteleras, y resuelve marcharse, recuperando del mostrador, el billete de 100 mil consignado inicialmente.

A nadie le quedó un peso de más, pero en el pueblo ya se convive sin deudas y hay más confianza financiera.

[email protected]

Columnista
18 enero, 2017

Del ajuste financiero y la deuda de la prostituta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alfonso Suarez

“Si el dinero circula en la economía local, se acaba la crisis” Si bien, se hizo alharaca, por la anunciada reforma tributaria – al final sancionada y en vigencia-. En un santiamén, se cayó en apatía y consentida aceptación, encubiertas por otras noticias, que al vuelo distrajeron al público.-A la pusilanimidad se responde con una […]


“Si el dinero circula en la economía local, se acaba la crisis”

Si bien, se hizo alharaca, por la anunciada reforma tributaria – al final sancionada y en vigencia-. En un santiamén, se cayó en apatía y consentida aceptación, encubiertas por otras noticias, que al vuelo distrajeron al público.-A la pusilanimidad se responde con una vanidosa audacia-.

La comisión de sabios tributarios, proponen depreciar el impacto económico del 19%, exhortando al ciudadano de a pie, por ejemplo: a mermarle al ron y cerveza, disuadir el uso de tarjetas de crédito, fomentar uso de celulares de baja gama, tasar más las carnes y consumir productos de cosecha baraticos, no a las bebidas azucaradas y sobre todo: no a la Coca-Cola, reparar la ropita que había dejado de usar, estar alerta y apagar las luces innecesarias en la casa, prescindir de amantes si está casado, nada de mascotas para los hijos. Establecer finalmente una subsistencia de austeridad, al fin y al cabo, acoplada al sistema económico impuesto.

Para interpretar, las bondades del modelo financiero que prevalecerá, conozca la historia de la deuda de Marly, -prostituta de un poblado colombiano-, allí los habitantes sumidos en la crisis económica generalizada, recurren a créditos por bienes y servicios -entre sí-. Sucedió que aquel día lluvioso, llega al hotel principal, un personaje que da señas de portar gran cantidad de dinero, solicita al hospedero; consentimiento para ojear las cómodas habitaciones e instalaciones anunciadas, y decidir si se alojaría por unos días, -coloca sobre el mostrador un billete de 100mil, de los nuevos, y marchó a su recorrido.

Encandilado, el administrador sale presuroso con el billete, para avalar la deuda obtenida con el carnicero, quien corre a la vez a entregar el dinero al productor de cerdos y ganado, al momento el ganadero se aligera a reembolsarlo al proveedor de alimentos para animales, el empresario-molinero se concreta con diligencia a buscar a Marly, la prostituta que ha fiado sus servicios en tiempos de crisis y le liquida la cuenta. Así, ligera de ropas con billete en mano, la meretriz se enfila al hotel y amortiza el saldo débito, resultante de reclinar cuanto cliente en el hostal, y que últimamente no había podido finiquitar.

El dueño del hotel toma el papel moneda y acredita la cuenta de Marly, justamente cuando aparece el personaje de marras manifestando no estar convencido de las bondades hoteleras, y resuelve marcharse, recuperando del mostrador, el billete de 100 mil consignado inicialmente.

A nadie le quedó un peso de más, pero en el pueblo ya se convive sin deudas y hay más confianza financiera.

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