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Columnista - 26 enero, 2018

Defiendo la institucionalidad en Sayco

En varias oportunidades en esta columna de opinión me he referido a problemas y vicisitudes por las que ha atravesado en diversas épocas la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, Sayco, sin desligarme de la condición de socio, y, por consiguiente, sin la objetividad que se le debe exigir a un periodista, más no […]

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En varias oportunidades en esta columna de opinión me he referido a problemas y vicisitudes por las que ha atravesado en diversas épocas la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, Sayco, sin desligarme de la condición de socio, y, por consiguiente, sin la objetividad que se le debe exigir a un periodista, más no a un columnista.

Hoy, dirijo esta carta abierta a mis compañeros socios, delegados y directivos de mi querida agremiación, para dejar, de una vez por todas, claridad absoluta sobre mi posición ante los enfrentamientos y diatribas que se vienen dando entre algunos exmiembros con directivos y socios de la organización.

Lo primero que debo decir es que soy socio de Sayco desde 1993, es decir, mi antigüedad en la sociedad es de 25 años, jamás he pensado renunciar a la que considero mi casa y mi organización, la que representa la actividad y profesión más hermosa y querida que he desarrollado en la vida: “ser autor y compositor”.

Lo segundo es que con todos los inconvenientes, crisis y problemas que ha enfrentado históricamente nuestra institución, nunca me ha pasado por la cabeza que la solución es crear o pertenecer a otra sociedad de gestión colectiva de derechos de autor, eso sería como la fábula del señor que vendió el sofá, cuando descubrió que su señora le había sido infiel en él.

Algunos miembros de Sayco, supongo que después de leer algunos de mis escritos y de hacer sus elucubraciones, han llegado a la errada conclusión de que yo hago parte del grupo de la oposición al actual Consejo Directivo, o al grupo de exsocios que tiene entre sus metas la de acabar a Sayco, o crear otra organización.

No sé con cuál objetivo han generado la cizaña, y sistemáticamente me han graduado con honores en el grupo opositor, al cual jamás he pertenecido, ni perteneceré, sin perjuicio de que en él se encuentre algún amigo personal, lo que sí es de público conocimiento.

Mi peor error como socio de Sayco fue tomar la decisión de mantenerme al margen de esa confrontación y querer ser imparcial, tal vez para tratar luego de ayudar en una posible mediación que limara asperezas y dejara a nuestra sociedad fortalecida. Eso ha sido utilizado por los ‘cizañeros’ para matricularme y posesionarme como miembro de lo que para algunos es el equipo de “los malos”.

En Colombia hoy viene haciendo carrera, no sólo en la política, sino en todas las esferas de la vida, que los grupos sociales se dividen entre buenos y malos, los de la izquierda dicen que los de la derecha son los malos, y viceversa. Como ya lo he afirmado en varias columnas, hoy reitero que no comulgo, ni cohonesto ningún tipo de actos delictivos en contra de Sayco, y si en alguna oportunidad escribí y publiqué algunos planteamientos de los opositores, fue por que no conocía las verdaderas y oscuras intenciones de algunos de ellos, que son las de crear otra sociedad.

El gran mea culpa de no hacer parte activa de mi querida organización de autores y compositores será enmendado a partir de la fecha. Anuncio que para conocer todos y cada uno de los problemas internos de la organización, y enfrentar sin ambages a todo aquel que atente contra ella, postularé mi nombre en la próxima asamblea de delegados. Espero, ahora sí, que todo haya quedado claro.

Columnista
26 enero, 2018

Defiendo la institucionalidad en Sayco

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain

En varias oportunidades en esta columna de opinión me he referido a problemas y vicisitudes por las que ha atravesado en diversas épocas la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, Sayco, sin desligarme de la condición de socio, y, por consiguiente, sin la objetividad que se le debe exigir a un periodista, más no […]


En varias oportunidades en esta columna de opinión me he referido a problemas y vicisitudes por las que ha atravesado en diversas épocas la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, Sayco, sin desligarme de la condición de socio, y, por consiguiente, sin la objetividad que se le debe exigir a un periodista, más no a un columnista.

Hoy, dirijo esta carta abierta a mis compañeros socios, delegados y directivos de mi querida agremiación, para dejar, de una vez por todas, claridad absoluta sobre mi posición ante los enfrentamientos y diatribas que se vienen dando entre algunos exmiembros con directivos y socios de la organización.

Lo primero que debo decir es que soy socio de Sayco desde 1993, es decir, mi antigüedad en la sociedad es de 25 años, jamás he pensado renunciar a la que considero mi casa y mi organización, la que representa la actividad y profesión más hermosa y querida que he desarrollado en la vida: “ser autor y compositor”.

Lo segundo es que con todos los inconvenientes, crisis y problemas que ha enfrentado históricamente nuestra institución, nunca me ha pasado por la cabeza que la solución es crear o pertenecer a otra sociedad de gestión colectiva de derechos de autor, eso sería como la fábula del señor que vendió el sofá, cuando descubrió que su señora le había sido infiel en él.

Algunos miembros de Sayco, supongo que después de leer algunos de mis escritos y de hacer sus elucubraciones, han llegado a la errada conclusión de que yo hago parte del grupo de la oposición al actual Consejo Directivo, o al grupo de exsocios que tiene entre sus metas la de acabar a Sayco, o crear otra organización.

No sé con cuál objetivo han generado la cizaña, y sistemáticamente me han graduado con honores en el grupo opositor, al cual jamás he pertenecido, ni perteneceré, sin perjuicio de que en él se encuentre algún amigo personal, lo que sí es de público conocimiento.

Mi peor error como socio de Sayco fue tomar la decisión de mantenerme al margen de esa confrontación y querer ser imparcial, tal vez para tratar luego de ayudar en una posible mediación que limara asperezas y dejara a nuestra sociedad fortalecida. Eso ha sido utilizado por los ‘cizañeros’ para matricularme y posesionarme como miembro de lo que para algunos es el equipo de “los malos”.

En Colombia hoy viene haciendo carrera, no sólo en la política, sino en todas las esferas de la vida, que los grupos sociales se dividen entre buenos y malos, los de la izquierda dicen que los de la derecha son los malos, y viceversa. Como ya lo he afirmado en varias columnas, hoy reitero que no comulgo, ni cohonesto ningún tipo de actos delictivos en contra de Sayco, y si en alguna oportunidad escribí y publiqué algunos planteamientos de los opositores, fue por que no conocía las verdaderas y oscuras intenciones de algunos de ellos, que son las de crear otra sociedad.

El gran mea culpa de no hacer parte activa de mi querida organización de autores y compositores será enmendado a partir de la fecha. Anuncio que para conocer todos y cada uno de los problemas internos de la organización, y enfrentar sin ambages a todo aquel que atente contra ella, postularé mi nombre en la próxima asamblea de delegados. Espero, ahora sí, que todo haya quedado claro.