Según los expertos una persona en un día puede llegar a tomar 2.500 decisiones. Al principio pensé que era descabellado, pero si lo piensan bien, ese dato es real. Desde que uno se levanta está tomando decisiones, por ejemplo: ¿me levanto ya o en 15 min? ¿desayuno ya o más tarde? ¿Qué desayuno: arepa o […]
Según los expertos una persona en un día puede llegar a tomar 2.500 decisiones. Al principio pensé que era descabellado, pero si lo piensan bien, ese dato es real. Desde que uno se levanta está tomando decisiones, por ejemplo: ¿me levanto ya o en 15 min? ¿desayuno ya o más tarde? ¿Qué desayuno: arepa o huevo? Y así sucesivamente. El nivel de complejidad de las decisiones va aumentando con el grado de compromiso que cada ser humano tenga en sus vidas, laborales, familiares, amorosa, etc.
Si analizan los últimos 15 segundos que han transcurrido después de leer lo anterior, encontrarán que la actividad mental es extraordinariamente rápida, ya que cada quién ha formado opinión sobre lo leído ¿es asombroso, verdad? Al respecto, el psicólogo Daniel Kaneman (de los pocos no economistas en ganar el premio Nobel de Economía) escribió: “un aspecto maravilloso de la mente humana es que casi nunca se queda sin palabras, construyendo opiniones permanentemente”.
Esto explica por qué constantemente estamos tomando decisiones en nuestras vidas. Decisiones que tienen implicaciones más allá de nuestra estricta privacidad. Al respecto, el doctor Kaneman afirma: “las decisiones que los individuos toman, en su gran mayoría contravienen los presupuestos estrictos que plantean los economistas en sus modelos”. Tal vez por este comportamiento, países, regiones, departamentos, municipios, tienen resultados distintos al aplicar un mismo modelo de desarrollo.
Lo planteado conduce a dos reflexiones para los mandatarios y sus procesos de Plan de Desarrollo. La primera, es que al Plan de Desarrollo se le debe dotar de un sistema de toma decisiones que reduzca lo emocional a su mínima expresión. No debe olvidarse que las decisiones de gobierno nos afectan a todos; por tanto, tomar decisiones bajo procesos informados reduce el azar.
La segunda reflexión, tiene que ver con importar modelos o experiencias de otras latitudes como receta de solución, ya que estas se van desvirtuando de acuerdo a la racionalidad de cada individuo y su entorno.
Muchos empresarios, incluso mandatarios, confían sus decisiones en el análisis meticuloso. Para comprobar esta fe, dos investigadores, Dan Lovallo (universidad de Sidney) y Oliver Sibony (McKinsey & Company), investigaron 1.048 decisiones privadas y públicas durante cinco años. Ellos encontraron que las mejores decisiones devenían de aquellos casos donde existían procesos de toma de decisión ricos en análisis de información.
La calidad de la información es vital para tener mejores decisiones, pero esto es una debilidad en nuestros entes territoriales, donde existe poco espacio fiscal para la inversión y a veces no se entiende su importancia.
Según los expertos una persona en un día puede llegar a tomar 2.500 decisiones. Al principio pensé que era descabellado, pero si lo piensan bien, ese dato es real. Desde que uno se levanta está tomando decisiones, por ejemplo: ¿me levanto ya o en 15 min? ¿desayuno ya o más tarde? ¿Qué desayuno: arepa o […]
Según los expertos una persona en un día puede llegar a tomar 2.500 decisiones. Al principio pensé que era descabellado, pero si lo piensan bien, ese dato es real. Desde que uno se levanta está tomando decisiones, por ejemplo: ¿me levanto ya o en 15 min? ¿desayuno ya o más tarde? ¿Qué desayuno: arepa o huevo? Y así sucesivamente. El nivel de complejidad de las decisiones va aumentando con el grado de compromiso que cada ser humano tenga en sus vidas, laborales, familiares, amorosa, etc.
Si analizan los últimos 15 segundos que han transcurrido después de leer lo anterior, encontrarán que la actividad mental es extraordinariamente rápida, ya que cada quién ha formado opinión sobre lo leído ¿es asombroso, verdad? Al respecto, el psicólogo Daniel Kaneman (de los pocos no economistas en ganar el premio Nobel de Economía) escribió: “un aspecto maravilloso de la mente humana es que casi nunca se queda sin palabras, construyendo opiniones permanentemente”.
Esto explica por qué constantemente estamos tomando decisiones en nuestras vidas. Decisiones que tienen implicaciones más allá de nuestra estricta privacidad. Al respecto, el doctor Kaneman afirma: “las decisiones que los individuos toman, en su gran mayoría contravienen los presupuestos estrictos que plantean los economistas en sus modelos”. Tal vez por este comportamiento, países, regiones, departamentos, municipios, tienen resultados distintos al aplicar un mismo modelo de desarrollo.
Lo planteado conduce a dos reflexiones para los mandatarios y sus procesos de Plan de Desarrollo. La primera, es que al Plan de Desarrollo se le debe dotar de un sistema de toma decisiones que reduzca lo emocional a su mínima expresión. No debe olvidarse que las decisiones de gobierno nos afectan a todos; por tanto, tomar decisiones bajo procesos informados reduce el azar.
La segunda reflexión, tiene que ver con importar modelos o experiencias de otras latitudes como receta de solución, ya que estas se van desvirtuando de acuerdo a la racionalidad de cada individuo y su entorno.
Muchos empresarios, incluso mandatarios, confían sus decisiones en el análisis meticuloso. Para comprobar esta fe, dos investigadores, Dan Lovallo (universidad de Sidney) y Oliver Sibony (McKinsey & Company), investigaron 1.048 decisiones privadas y públicas durante cinco años. Ellos encontraron que las mejores decisiones devenían de aquellos casos donde existían procesos de toma de decisión ricos en análisis de información.
La calidad de la información es vital para tener mejores decisiones, pero esto es una debilidad en nuestros entes territoriales, donde existe poco espacio fiscal para la inversión y a veces no se entiende su importancia.