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Columnista - 16 febrero, 2010

Decisión Caribe

BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza Este 14 de Marzo los costeños podremos escoger entre seguir rezagados frente a otras regiones o votar por el Sí a la  autonomía Caribe como una forma de darnos una nueva oportunidad para progresar desde nuestra realidad, intereses y necesidades. La estructuración del Caribe como región debe ir más allá […]

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BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza
Este 14 de Marzo los costeños podremos escoger entre seguir rezagados frente a otras regiones o votar por el Sí a la  autonomía Caribe como una forma de darnos una nueva oportunidad para progresar desde nuestra realidad, intereses y necesidades.

La estructuración del Caribe como región debe ir más allá de los elementos naturales que nos aglutinan desde nuestra condición geográfica, cultural y social.  Nuestra realidad política hoy tiene que enfocarse hacia la construcción de una unidad regional que nos permita abrirnos las puertas al desarrollo y al derecho que tenemos de ser protagonistas en el avance del país, pero en igualdad de condiciones políticas, administrativas y presupuestales a las de los 3 ejes de desarrollo que hoy se ubican en el centro y occidente del país.

Esta tendencia autonómica que hoy nos hacer pensar que podemos reorganizarnos política y administrativamente para emprender un proyecto de desarrollo regional equitativo y justo, nos permite proponer al país una autonomía regional sin provocar tensiones territoriales que desemboquen  en movimientos separatistas.

Se busca que la costa pueda tener autonomía para administrar y no para legislar, pues la idea de los caribeños no es convertirnos en un país independiente. El Caribe siente la necesidad de ser Colombia, tal como lo afirma el gobernador del Atlántico, pero con igualdad de derechos y oportunidades que tienen hoy regiones como, el Eje Cafetero, Antioquia, Valle y la capital del país, para superar más de sesenta años de atraso frente al desarrollo de las regiones anteriormente mencionadas.

La búsqueda de la autonomía para la región Caribe ha sido una lucha incesante y frustrada desde hace siglos. Unos pocos años después de la independencia de Colombia, en la década de 1830 fracasó el primer conato de autonomía denominado “Conciencia regional”  liderado por el liberal cartagenero Juan José Nieto, que buscaba más autonomía, mayor representación de los costeños en el gobierno central y más importancia para nuestro territorio.

Ochenta años después se intentó de nuevo la anhelada autonomía, constituyéndose una alianza regional conformada por los departamentos de la costa denominada “La liga costeña” que tampoco surtió los efectos esperados, al igual que el tercer intento en 1934 cuando se creó la “Asamblea Interdepartamental de la Costa” que por tener más intereses politiqueros que gremiales se vino al fondo.

La mayoría de los reclamos de autonomía o independencia del Caribe han estado impulsados por una reacción más emocional que racional, que ha planteado el origen del problema como el choque de la cultura Caribe con la Andina, como volvió a suceder en 1966 cuando se reclamó la “República Caribe” como  la única posibilidad de gozar y explotar sin límites el privilegiado potencial económico de nuestra región.

Tampoco tuvo éxito el intento de autonomía desde la constituyente del 91 a pesar de que el bloque de costeños constituyentes acordó una postura unificada en torno a la figura de región que fue rechazada por la Asamblea Nacional Constituyente, fijando unos parámetros constitucionales claros para que las regiones pudieran aspirar a su autonomía, que se convirtieron más en talanqueras que en posibilidades reales de avance.

La búsqueda de la autonomía regional no es un proyecto romántico de los costeños, más bien es un modelo que le sirve a todas la regiones del país como  instrumento de desarrollo para reclamar que el Estado tenga en cuenta la necesidad de las regiones de liderar sus propios procesos de desarrollo, inversión y manejo presupuestal y no desde la capital, desde una política centralista que maneja las transferencias de recursos como una eficiente arma de poder para mantener la uniformidad nacional y así sacar provecho de ese poder absoluto que le permite manejar las conciencias políticas de las regiones, porque el Estado centralista ha confundido  uniformidad con Unidad, pues cada región tiene unos intereses distintos en todos los planos de la realidad, que el gobierno desde su política absolutista ignora, pretendiendo desde Bogotá darle el mismo manejo a todas las regiones, desconociendo la pluriculturalidad  que tiene el país, entendida ésta como concepto que más allá de lo idiosincrático, abarca también las necesidades de desarrollo económico, político y administrativo.

Así las cosas, ese Estado unitario que ha  venido fortaleciéndose desde hace siglos,  debe ir más allá de la simple forma, para  centrarse en el fondo del problema que es reconocer su diversidad y a partir de ella la necesidad de descentralización, involucrando también el desarrollo de las autonomías regionales, por eso este 14 de Marzo, todos los caribeños debemos respaldar el voto de Sí a la autonomía Caribe, como una forma de decirle al gobierno central que toda esa riqueza que se produce en nuestra región, debe volver a nosotros desde condiciones equitativas y justas que nos permitan desarrollarnos desde nuestras diferencias y acercamientos como región dentro del gran proyecto nacional.

[email protected]

Columnista
16 febrero, 2010

Decisión Caribe

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Ariza Daza

BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza Este 14 de Marzo los costeños podremos escoger entre seguir rezagados frente a otras regiones o votar por el Sí a la  autonomía Caribe como una forma de darnos una nueva oportunidad para progresar desde nuestra realidad, intereses y necesidades. La estructuración del Caribe como región debe ir más allá […]


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Por: Oscar Ariza Daza
Este 14 de Marzo los costeños podremos escoger entre seguir rezagados frente a otras regiones o votar por el Sí a la  autonomía Caribe como una forma de darnos una nueva oportunidad para progresar desde nuestra realidad, intereses y necesidades.

La estructuración del Caribe como región debe ir más allá de los elementos naturales que nos aglutinan desde nuestra condición geográfica, cultural y social.  Nuestra realidad política hoy tiene que enfocarse hacia la construcción de una unidad regional que nos permita abrirnos las puertas al desarrollo y al derecho que tenemos de ser protagonistas en el avance del país, pero en igualdad de condiciones políticas, administrativas y presupuestales a las de los 3 ejes de desarrollo que hoy se ubican en el centro y occidente del país.

Esta tendencia autonómica que hoy nos hacer pensar que podemos reorganizarnos política y administrativamente para emprender un proyecto de desarrollo regional equitativo y justo, nos permite proponer al país una autonomía regional sin provocar tensiones territoriales que desemboquen  en movimientos separatistas.

Se busca que la costa pueda tener autonomía para administrar y no para legislar, pues la idea de los caribeños no es convertirnos en un país independiente. El Caribe siente la necesidad de ser Colombia, tal como lo afirma el gobernador del Atlántico, pero con igualdad de derechos y oportunidades que tienen hoy regiones como, el Eje Cafetero, Antioquia, Valle y la capital del país, para superar más de sesenta años de atraso frente al desarrollo de las regiones anteriormente mencionadas.

La búsqueda de la autonomía para la región Caribe ha sido una lucha incesante y frustrada desde hace siglos. Unos pocos años después de la independencia de Colombia, en la década de 1830 fracasó el primer conato de autonomía denominado “Conciencia regional”  liderado por el liberal cartagenero Juan José Nieto, que buscaba más autonomía, mayor representación de los costeños en el gobierno central y más importancia para nuestro territorio.

Ochenta años después se intentó de nuevo la anhelada autonomía, constituyéndose una alianza regional conformada por los departamentos de la costa denominada “La liga costeña” que tampoco surtió los efectos esperados, al igual que el tercer intento en 1934 cuando se creó la “Asamblea Interdepartamental de la Costa” que por tener más intereses politiqueros que gremiales se vino al fondo.

La mayoría de los reclamos de autonomía o independencia del Caribe han estado impulsados por una reacción más emocional que racional, que ha planteado el origen del problema como el choque de la cultura Caribe con la Andina, como volvió a suceder en 1966 cuando se reclamó la “República Caribe” como  la única posibilidad de gozar y explotar sin límites el privilegiado potencial económico de nuestra región.

Tampoco tuvo éxito el intento de autonomía desde la constituyente del 91 a pesar de que el bloque de costeños constituyentes acordó una postura unificada en torno a la figura de región que fue rechazada por la Asamblea Nacional Constituyente, fijando unos parámetros constitucionales claros para que las regiones pudieran aspirar a su autonomía, que se convirtieron más en talanqueras que en posibilidades reales de avance.

La búsqueda de la autonomía regional no es un proyecto romántico de los costeños, más bien es un modelo que le sirve a todas la regiones del país como  instrumento de desarrollo para reclamar que el Estado tenga en cuenta la necesidad de las regiones de liderar sus propios procesos de desarrollo, inversión y manejo presupuestal y no desde la capital, desde una política centralista que maneja las transferencias de recursos como una eficiente arma de poder para mantener la uniformidad nacional y así sacar provecho de ese poder absoluto que le permite manejar las conciencias políticas de las regiones, porque el Estado centralista ha confundido  uniformidad con Unidad, pues cada región tiene unos intereses distintos en todos los planos de la realidad, que el gobierno desde su política absolutista ignora, pretendiendo desde Bogotá darle el mismo manejo a todas las regiones, desconociendo la pluriculturalidad  que tiene el país, entendida ésta como concepto que más allá de lo idiosincrático, abarca también las necesidades de desarrollo económico, político y administrativo.

Así las cosas, ese Estado unitario que ha  venido fortaleciéndose desde hace siglos,  debe ir más allá de la simple forma, para  centrarse en el fondo del problema que es reconocer su diversidad y a partir de ella la necesidad de descentralización, involucrando también el desarrollo de las autonomías regionales, por eso este 14 de Marzo, todos los caribeños debemos respaldar el voto de Sí a la autonomía Caribe, como una forma de decirle al gobierno central que toda esa riqueza que se produce en nuestra región, debe volver a nosotros desde condiciones equitativas y justas que nos permitan desarrollarnos desde nuestras diferencias y acercamientos como región dentro del gran proyecto nacional.

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