La historia de la dinastía con los hijos fructifica, dijo Náfer Durán Mojica a Juana Francisca Díaz.
I
La historia de la dinastía
con los hijos fructifica,
dijo Náfer Durán Mojica
a Juana Francisca Díaz.
Un bosque de melodías:
de chandé y de pajaritos,
edén musical de ritos
de palenque y de vaqueros,
emporios de acordeoneros
con sus cantares bonitos.
II
El Paso pueblo natal
de mujeres cantadoras
de los aires de tambora
y de melodía ancestral.
De este centro musical
el de los Durán el mejor:
Luis Felipe era el mayor,
Alejandro le seguía,
y aún vive todavía
Náfer, hermano menor.
III
Hizo Alejandro Durán
de su vida una canción,
y ‘El Pedazo de acordeón’
todos los recordarán.
Su estampa de guayacán
de fortaleza y talento,
son frutos de sentimientos
sus cantares y relatos;
fue el primer rey vallenato,
su música es flor del viento.
IV
Sus canciones un relicario
de brisas en la colina:
La carta de Fidelina
y los Altos del Rosario.
El árbol de campanario,
de El Paso en correduría
buscando a Sielva María
o aquel Cero treinta y nueve;
allí todo el tiempo llueve
cantares de vaquería.
Por José Atuesta Mindiola
La historia de la dinastía con los hijos fructifica, dijo Náfer Durán Mojica a Juana Francisca Díaz.
I
La historia de la dinastía
con los hijos fructifica,
dijo Náfer Durán Mojica
a Juana Francisca Díaz.
Un bosque de melodías:
de chandé y de pajaritos,
edén musical de ritos
de palenque y de vaqueros,
emporios de acordeoneros
con sus cantares bonitos.
II
El Paso pueblo natal
de mujeres cantadoras
de los aires de tambora
y de melodía ancestral.
De este centro musical
el de los Durán el mejor:
Luis Felipe era el mayor,
Alejandro le seguía,
y aún vive todavía
Náfer, hermano menor.
III
Hizo Alejandro Durán
de su vida una canción,
y ‘El Pedazo de acordeón’
todos los recordarán.
Su estampa de guayacán
de fortaleza y talento,
son frutos de sentimientos
sus cantares y relatos;
fue el primer rey vallenato,
su música es flor del viento.
IV
Sus canciones un relicario
de brisas en la colina:
La carta de Fidelina
y los Altos del Rosario.
El árbol de campanario,
de El Paso en correduría
buscando a Sielva María
o aquel Cero treinta y nueve;
allí todo el tiempo llueve
cantares de vaquería.
Por José Atuesta Mindiola