Considero que no existe duda alguna que el éxito de los territorios tiene su esencia en la planeación, en la definición de una hoja de ruta que indique globalmente a corto, mediano y largo plazo hacia dónde serán impulsados. Las entidades territoriales que no tengan un derrotero de avance claro están condenadas a la desorganización […]
Considero que no existe duda alguna que el éxito de los territorios tiene su esencia en la planeación, en la definición de una hoja de ruta que indique globalmente a corto, mediano y largo plazo hacia dónde serán impulsados. Las entidades territoriales que no tengan un derrotero de avance claro están condenadas a la desorganización y al estancamiento social, económico y administrativo, lo cual es muy grave para el país, ya que este se construye principalmente desde las regiones.
No sé si llamarla crisis, pero la inestabilidad institucional por la que atraviesa Valledupar preocupa mucho. Los altos niveles de desempleo y la inexistencia de un plan estratégico para hacerle frente a los guarismos; las pésimas condiciones de la gran mayoría de los puestos de salud en la zona corregimental; el no acceso al agua potable y saneamiento básico en corregimientos y sectores periféricos del casco urbano; el estado del transporte público (buses); la elección de contralores; el presunto fraude en el concurso público para escoger personero municipal; inversiones innecesarias; recursos provenientes de empréstitos mal gastados con paupérrimos niveles de priorización; la no prestación del servicio público de salud en el área de urgencias del Hospital Eduardo Arredondo Daza, sede San Martín; y la insuficiente sensibilidad social por parte de la actual administración en cabeza del alcalde Augusto Ramírez, entre otros, son algunos de los males que nos aquejan.
Lo anterior, sumado a la carencia de liderazgos serios, son dos circunstancias que dejan un saldo negativo: que nuestro presente y futuro hoy sean inciertos, hoy no sabemos, en mi concepto, hacia dónde va nuestro territorio, no veo un rumbo claro, a lo cual me resisto. Me rehúso a que no las pasemos de escándalo en escándalo.
Estoy convencido que con unidad, racionalidad y pragmatismo debemos buscar una salida. Es hora de construir, tenemos un gran capital humano apto y dispuesto.
Propongo que pensemos y trabajemos colectivamente en la Valledupar 2030, que generemos consensos sobre lo fundamental en materia de construcción de ciudad.
Saneemos el Municipio en los temas básicos: Salud: puestos de salud en la zona corregimental y la red pública de salud a nivel general. Educación: calidad educativa; deserción y repitencia escolar; formación para el trabajo; y educación sexual y reproductiva. Agua potable y saneamiento básico: llevemos estos servicios a cada rincón del Municipio, es quizás la deuda institucional con más aplazamientos. Movilidad: consolidemos un buen sistema de transporte público. Urge una planeación vial ajustada al incesante crecimiento vehicular y demográfico.
Hagamos de Valledupar un territorio seguro cimentado en una política y/o plan de seguridad de carácter preventivo sin que medie intermitencia alguna. Apostémosle a la diversificación de nuestro portafolio productivo y las alianzas público – privadas. Direccionemos la inversión pública hacia unos buenos niveles de priorización social.
Nuestra dirigencia debe recuperar la confianza perdida en las instituciones, estamos ávidos de liderazgos serios, con voluntad política para construir un mejor territorio.
Es momento reinventarnos, es por eso que debemos definir el rumbo de Valledupar.
Considero que no existe duda alguna que el éxito de los territorios tiene su esencia en la planeación, en la definición de una hoja de ruta que indique globalmente a corto, mediano y largo plazo hacia dónde serán impulsados. Las entidades territoriales que no tengan un derrotero de avance claro están condenadas a la desorganización […]
Considero que no existe duda alguna que el éxito de los territorios tiene su esencia en la planeación, en la definición de una hoja de ruta que indique globalmente a corto, mediano y largo plazo hacia dónde serán impulsados. Las entidades territoriales que no tengan un derrotero de avance claro están condenadas a la desorganización y al estancamiento social, económico y administrativo, lo cual es muy grave para el país, ya que este se construye principalmente desde las regiones.
No sé si llamarla crisis, pero la inestabilidad institucional por la que atraviesa Valledupar preocupa mucho. Los altos niveles de desempleo y la inexistencia de un plan estratégico para hacerle frente a los guarismos; las pésimas condiciones de la gran mayoría de los puestos de salud en la zona corregimental; el no acceso al agua potable y saneamiento básico en corregimientos y sectores periféricos del casco urbano; el estado del transporte público (buses); la elección de contralores; el presunto fraude en el concurso público para escoger personero municipal; inversiones innecesarias; recursos provenientes de empréstitos mal gastados con paupérrimos niveles de priorización; la no prestación del servicio público de salud en el área de urgencias del Hospital Eduardo Arredondo Daza, sede San Martín; y la insuficiente sensibilidad social por parte de la actual administración en cabeza del alcalde Augusto Ramírez, entre otros, son algunos de los males que nos aquejan.
Lo anterior, sumado a la carencia de liderazgos serios, son dos circunstancias que dejan un saldo negativo: que nuestro presente y futuro hoy sean inciertos, hoy no sabemos, en mi concepto, hacia dónde va nuestro territorio, no veo un rumbo claro, a lo cual me resisto. Me rehúso a que no las pasemos de escándalo en escándalo.
Estoy convencido que con unidad, racionalidad y pragmatismo debemos buscar una salida. Es hora de construir, tenemos un gran capital humano apto y dispuesto.
Propongo que pensemos y trabajemos colectivamente en la Valledupar 2030, que generemos consensos sobre lo fundamental en materia de construcción de ciudad.
Saneemos el Municipio en los temas básicos: Salud: puestos de salud en la zona corregimental y la red pública de salud a nivel general. Educación: calidad educativa; deserción y repitencia escolar; formación para el trabajo; y educación sexual y reproductiva. Agua potable y saneamiento básico: llevemos estos servicios a cada rincón del Municipio, es quizás la deuda institucional con más aplazamientos. Movilidad: consolidemos un buen sistema de transporte público. Urge una planeación vial ajustada al incesante crecimiento vehicular y demográfico.
Hagamos de Valledupar un territorio seguro cimentado en una política y/o plan de seguridad de carácter preventivo sin que medie intermitencia alguna. Apostémosle a la diversificación de nuestro portafolio productivo y las alianzas público – privadas. Direccionemos la inversión pública hacia unos buenos niveles de priorización social.
Nuestra dirigencia debe recuperar la confianza perdida en las instituciones, estamos ávidos de liderazgos serios, con voluntad política para construir un mejor territorio.
Es momento reinventarnos, es por eso que debemos definir el rumbo de Valledupar.