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Columnista - 12 abril, 2010

De la holandesa, el mal de parkinson y otras enfermedades

Por: Luis Mendoza Hace unos días, dos peñeros, Masa y El Mono Cataño, finos expositores de la hipérbole y genios criollos del gracejo, en el tertuliadero anexo de un velorio lamentaban la crisis de la región, especialmente la del ´piazo e pueblo´ nuestro, azotado por el verano y la pobreza. “Dicen que el mundo da […]

Por: Luis Mendoza

Hace unos días, dos peñeros, Masa y El Mono Cataño, finos expositores de la hipérbole y genios criollos del gracejo, en el tertuliadero anexo de un velorio lamentaban la crisis de la región, especialmente la del ´piazo e pueblo´ nuestro, azotado por el verano y la pobreza.

“Dicen que el mundo da vueltas”, dijo Masa. “Eso es pura paja”, ripostó El Mono, abanicándose con su sombrero alón blanco. “Si así fuera”, agregó, “¿por qué un día de estos La Peña no amanece en Badillo donde hay agua en pila pa´ cultivá?”. “Verdá”, dijo Masa, y añadió “o…en La Jagua de Ibiríco, donde el carbón se quema hasta en el fogón y dicen que los alcaldes, cuando hay calor, se echan fresco con pacas de billetes y  los trabajadores de las minas compran carros, equipos de sonido, televisores grandotototes, celulares, tienen hasta tres mujeres y compran casas en el Valle”.

“Algo de eso había escuchao”, señaló  El Mono, quien agrego: “Veee Masa, dicen que una vez un alcalde de La Jagua dividió la casa con un tabique hecho con billetes de 50 mil”, añadió.

Masa y El Mono, con sus exageraciones están haciendo una clara alusión, de manera inconciente, de las consecuencias de la llamada ´enfermedad holandesa´, un mal mucho más nocivo que el Parkinson de Mockus, que sólo genera problemas motrices. Ha ocurrido en Nigeria por la abundancia de petróleo y en Zambia, por el cobre.

Contar con recursos naturales abundantes, sin dudas genera grandes masas de dinero, como ocurre hoy no sólo en La Jagua, sino en las mismas arcas del gobierno departamental. Son bonanzas parecidas a la del narcotráfico, aunque suene cruel, o aquella del algodón en la región. Son maldiciones por aquello de que la abundancia del dinero engendra gastos banales, suntuarios, reprochables. Todo se orienta al consumo, generalmente ocioso, y poco o nada hacia la inversión social. Tampoco, lo creo peor, a inversiones que incidan en componentes de gran impacto en el fututo, como la educación.

Es la maldición que impide que líderes y gobernantes entiendan las bondades de las inversiones cuando se aplican a factores que transformen y modernicen el aparato productivo. Que incidan en el mejoramiento de las condiciones de producción para que cuando las bonanzas se despidan no quedemos a merced de la miseria.

La ´enfermedad holandesa´ que le quedó grande a Noemí cuando Juan Manuel Santos le preguntó por ella en medio del debate, es la misma que se cierne sobre nuestra tierra sino redireccionamos la inversión, priorizando sectores que impacten la competitividad. La eterna discusión sobre la riqueza heredada y la construida, toma en nuestra tierra una actualidad inusitada. Ocurre muy parecido cuando los hijos heredan inmensas fortunas, sencillamente, las destruyen. Claro, no es igual sudar para producir que recibir en rama para gastar, como diría el vulgar.

Otro es el escenario, insisto, cuando nos toca construir sobre la nada. Países como Filandia y Suecia, por ejemplo, de grandes restricciones de recursos naturaleza, pero increíble son lideres en competitividad, sencillamente, porque han adoptado decisiones trascendentales. Porque se han aplicado en estrategias para mejorar su stock tecnológico, en investigación, educación, y se han esmerado en diseñar y desarrollar políticas de transformación productiva. Fundamentalmente por impulsar la innovación, reconocida como el motor de la competitividad.

Parodiando a Juan Manuel Santos, “señor gobernador, señores alcaldes, señores líderes del sector productivo, de la academia. Señores dirigentes políticos y gremiales, hablando de las grandes masas de dinero que generan las explotaciones mineras, ¿por qué, sin restringir la irrigación de esos recursos, ni impedir el desarrollo de una minería socialmente responsable, no iniciamos un proceso de reactivación y modernización para que el Cesar ascienda en el ranking de competitividad y por tanto de mejoramiento de las condiciones sociales de la gente, evitando la ‘enfermedad holandesa’?

SABLAZO
Nuevos vientos soplan por los lados de la Comisión Regional de Competitividad, luego de un año largo de vacaciones. La decisión del señor gobernador de escoger a Ramón Muñoz, es acertada, pero por muchos ‘ramones’ Muñoz que aparezcan en el camino, nada pasará si no se produce una acción integral y permanente de empresarios, academia y gobierno, para impulsar inversiones y concretar las prioridades definidas en el Plan Regional de Competitividad.

Columnista
12 abril, 2010

De la holandesa, el mal de parkinson y otras enfermedades

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Por: Luis Mendoza Hace unos días, dos peñeros, Masa y El Mono Cataño, finos expositores de la hipérbole y genios criollos del gracejo, en el tertuliadero anexo de un velorio lamentaban la crisis de la región, especialmente la del ´piazo e pueblo´ nuestro, azotado por el verano y la pobreza. “Dicen que el mundo da […]


Por: Luis Mendoza

Hace unos días, dos peñeros, Masa y El Mono Cataño, finos expositores de la hipérbole y genios criollos del gracejo, en el tertuliadero anexo de un velorio lamentaban la crisis de la región, especialmente la del ´piazo e pueblo´ nuestro, azotado por el verano y la pobreza.

“Dicen que el mundo da vueltas”, dijo Masa. “Eso es pura paja”, ripostó El Mono, abanicándose con su sombrero alón blanco. “Si así fuera”, agregó, “¿por qué un día de estos La Peña no amanece en Badillo donde hay agua en pila pa´ cultivá?”. “Verdá”, dijo Masa, y añadió “o…en La Jagua de Ibiríco, donde el carbón se quema hasta en el fogón y dicen que los alcaldes, cuando hay calor, se echan fresco con pacas de billetes y  los trabajadores de las minas compran carros, equipos de sonido, televisores grandotototes, celulares, tienen hasta tres mujeres y compran casas en el Valle”.

“Algo de eso había escuchao”, señaló  El Mono, quien agrego: “Veee Masa, dicen que una vez un alcalde de La Jagua dividió la casa con un tabique hecho con billetes de 50 mil”, añadió.

Masa y El Mono, con sus exageraciones están haciendo una clara alusión, de manera inconciente, de las consecuencias de la llamada ´enfermedad holandesa´, un mal mucho más nocivo que el Parkinson de Mockus, que sólo genera problemas motrices. Ha ocurrido en Nigeria por la abundancia de petróleo y en Zambia, por el cobre.

Contar con recursos naturales abundantes, sin dudas genera grandes masas de dinero, como ocurre hoy no sólo en La Jagua, sino en las mismas arcas del gobierno departamental. Son bonanzas parecidas a la del narcotráfico, aunque suene cruel, o aquella del algodón en la región. Son maldiciones por aquello de que la abundancia del dinero engendra gastos banales, suntuarios, reprochables. Todo se orienta al consumo, generalmente ocioso, y poco o nada hacia la inversión social. Tampoco, lo creo peor, a inversiones que incidan en componentes de gran impacto en el fututo, como la educación.

Es la maldición que impide que líderes y gobernantes entiendan las bondades de las inversiones cuando se aplican a factores que transformen y modernicen el aparato productivo. Que incidan en el mejoramiento de las condiciones de producción para que cuando las bonanzas se despidan no quedemos a merced de la miseria.

La ´enfermedad holandesa´ que le quedó grande a Noemí cuando Juan Manuel Santos le preguntó por ella en medio del debate, es la misma que se cierne sobre nuestra tierra sino redireccionamos la inversión, priorizando sectores que impacten la competitividad. La eterna discusión sobre la riqueza heredada y la construida, toma en nuestra tierra una actualidad inusitada. Ocurre muy parecido cuando los hijos heredan inmensas fortunas, sencillamente, las destruyen. Claro, no es igual sudar para producir que recibir en rama para gastar, como diría el vulgar.

Otro es el escenario, insisto, cuando nos toca construir sobre la nada. Países como Filandia y Suecia, por ejemplo, de grandes restricciones de recursos naturaleza, pero increíble son lideres en competitividad, sencillamente, porque han adoptado decisiones trascendentales. Porque se han aplicado en estrategias para mejorar su stock tecnológico, en investigación, educación, y se han esmerado en diseñar y desarrollar políticas de transformación productiva. Fundamentalmente por impulsar la innovación, reconocida como el motor de la competitividad.

Parodiando a Juan Manuel Santos, “señor gobernador, señores alcaldes, señores líderes del sector productivo, de la academia. Señores dirigentes políticos y gremiales, hablando de las grandes masas de dinero que generan las explotaciones mineras, ¿por qué, sin restringir la irrigación de esos recursos, ni impedir el desarrollo de una minería socialmente responsable, no iniciamos un proceso de reactivación y modernización para que el Cesar ascienda en el ranking de competitividad y por tanto de mejoramiento de las condiciones sociales de la gente, evitando la ‘enfermedad holandesa’?

SABLAZO
Nuevos vientos soplan por los lados de la Comisión Regional de Competitividad, luego de un año largo de vacaciones. La decisión del señor gobernador de escoger a Ramón Muñoz, es acertada, pero por muchos ‘ramones’ Muñoz que aparezcan en el camino, nada pasará si no se produce una acción integral y permanente de empresarios, academia y gobierno, para impulsar inversiones y concretar las prioridades definidas en el Plan Regional de Competitividad.