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Columnista - 22 noviembre, 2010

De cómo se es cuarto, siendo coleros

Visión Universal Por Luis Mendoza Sierra Les confieso que me parece vanidosa y equivocada la postura del alcalde Luis Fabián Fernández, quien se ufana de ocupar una posición destacada en la percepción que los vallenatos tienen de él, siendo que Valledupar, en sus manos, ha dejado de ser un buen vividero para convertirse una de […]

Visión Universal

Por Luis Mendoza Sierra
Les confieso que me parece vanidosa y equivocada la postura del alcalde Luis Fabián Fernández, quien se ufana de ocupar una posición destacada en la percepción que los vallenatos tienen de él, siendo que Valledupar, en sus manos, ha dejado de ser un buen vividero para convertirse una de las ciudades más inseguras del país.
Confieso que siendo amigo suyo, áulico, colaborador o miembro de su corte lisonjera, sentiría, cuando menos, algo de vergüenza, al difundir un mensaje que están remitiendo por la Web y por los celulares, revelando la gran conquista del Mandatario, y dando gracias a Dios, por ese logro.
Una amiga suya que lo remitió a mi BB recibió la siguiente respuesta: “Poco ganamos con un alcalde que se ubica cuarto, si Valledupar es cólera en seguridad. Es casi una afrenta”.  Otro amigo suyo recibió una respuesta similar a la que él ripostó: “es un mal de casi todo el país”. Añadí, entonces: “mal de todos, consuelo de tontos, querido doctor”.
Manifiesto con sinceridad no conocer la encuesta de la referencia. Sé, eso sí, que generalmente, este tipo exploración de la opinión ciudadana incluye dos aspectos básicos: el nivel de conocimiento que la gente tiene del personaje y la imagen favorable o desfavorable del mismo. En el primero, no me equivoco si aseguro que los diez mil saludos de los cantantes vallenatos son suficientes para que Fernández barra hasta a Jesucristo. En el otro prefiero esperar.
Si el argumento de los defensores y genuflexos del alcalde es que todas las ciudades del país son inseguras, y por eso Valledupar lo es, el gran reto estribaría en distinguirla del montón. Hacer de la nuestra una ciudad segura o cuando menos, medianamente segura. No creo extremar mi expresión al asegurar que hoy percibo zozobra, angustia y una sensación de inseguridad entre los vallenatos, que parece superar a las siniestras  época paraquientas.
Ante una situación de tan grave dimensión, la repuesta de nuestro alcalde es tibia, dubitativa, gangosa y enclenque. Sus palabras no transmiten fuerza, decisión; cojones, para decirlo de manera vulgar. Le han hecho creer y, quizás él mismo se lo crea, que Valledupar en sus manos ha avanzado. Eso lo reflejan sus vallas, vallitas y vallotas, en las que, penosamente, su lema “Resultados CON SEGURIDAD”, lo burlan los delincuentes en todas las esquinas de la ciudad que ultrajan y humillan a nuestros conciudadanos.
Es hora que el señor alcalde Luis Fabián Fernández, entienda que Valledupar en sus manos ha retrocedido, especialmente en seguridad. Que el caos generado por la movilidad es deplorable, lo cual se agrava con las condiciones lamentables de la malla vial, amén de uno u otro comentario sobre tráfico de influencias y acciones que sus críticos achacan a la corrupción.  Que indudablemente, no es sólo culpa suya y de su equipo, porque sus antecesores también aflojaron en el ritmo de desarrollo, de seguridad y de ciudad, de nuestra Ciudad, la redundancia es adrede.
Ciertamente, los ciudadanos no podemos pasar de agache. Es tan vanidoso como incalificable pretender pasar todo el tiempo rascándonos la barriga, a la espera que el lánguido poder de un alcalde y la Divina Providencia, hagan todo por nosotros. Siendo responsables, como corresponde, un cambio de actitud que perfore la frontera de la inmovilidad y la indiferencia ciudadanas,  generarían mejores resultados a la administración. No lo dudo.
No obstante, el alcalde y sus colaboradores tendrán que entender que los ciudadanos podemos actuar en dos sentidos: espontáneamente, haciéndolo ética y correctamente, denunciando, pagando los impuestos y colaborando en la solución de problemas, etcétera. La otra manera corre por cuenta del señor mandatario. Si se aísla, si no convoca, si tiende fronteras tendidas por recelos, prevenciones y odios. Si él, sus hijos y hermano, interpretan las críticas y comentarios, constructivos como ataques, y les generan enfados, entonces no va a encontrar jamás la colaboración de sus ciudadanos, pero además, tendrá que dejar de ser hombre público.
Me pregunto qué hubiera pasado si el pasajero de un taxi que me transporta por la Autopista Norte de Bogotá, el jueves pasado, hubiera sido el alcalde Fernández o alguien suyo. El mandatario concedía una entrevista a La W. Le sugerí, con todo respecto al señor taxista, aumentar el volumen a su radio para escuchar. Junto a un lapsus al decir que el F2, institución que ya no existe, también colaboraba en la seguridad de Valledupar, expresó: “no tenemos capacidad de respuesta”. El taxista, sereno frente a su timón, exclamó: “pues renuncie”. Es que la situación allá es muy complicada, le repliqué. “Pero, mano, agregó el taxista, ese man no parece tener h…..”. Sé que es una forma vulgar de decirlo, pero, créanme, nada más gráfico que lo que transmite  Luis Fabián Fernández, nuestro alcalde, cuando habla, sobre todo, de SEGURIDAD.
[email protected]

Columnista
22 noviembre, 2010

De cómo se es cuarto, siendo coleros

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por Luis Mendoza Sierra Les confieso que me parece vanidosa y equivocada la postura del alcalde Luis Fabián Fernández, quien se ufana de ocupar una posición destacada en la percepción que los vallenatos tienen de él, siendo que Valledupar, en sus manos, ha dejado de ser un buen vividero para convertirse una de […]


Visión Universal

Por Luis Mendoza Sierra
Les confieso que me parece vanidosa y equivocada la postura del alcalde Luis Fabián Fernández, quien se ufana de ocupar una posición destacada en la percepción que los vallenatos tienen de él, siendo que Valledupar, en sus manos, ha dejado de ser un buen vividero para convertirse una de las ciudades más inseguras del país.
Confieso que siendo amigo suyo, áulico, colaborador o miembro de su corte lisonjera, sentiría, cuando menos, algo de vergüenza, al difundir un mensaje que están remitiendo por la Web y por los celulares, revelando la gran conquista del Mandatario, y dando gracias a Dios, por ese logro.
Una amiga suya que lo remitió a mi BB recibió la siguiente respuesta: “Poco ganamos con un alcalde que se ubica cuarto, si Valledupar es cólera en seguridad. Es casi una afrenta”.  Otro amigo suyo recibió una respuesta similar a la que él ripostó: “es un mal de casi todo el país”. Añadí, entonces: “mal de todos, consuelo de tontos, querido doctor”.
Manifiesto con sinceridad no conocer la encuesta de la referencia. Sé, eso sí, que generalmente, este tipo exploración de la opinión ciudadana incluye dos aspectos básicos: el nivel de conocimiento que la gente tiene del personaje y la imagen favorable o desfavorable del mismo. En el primero, no me equivoco si aseguro que los diez mil saludos de los cantantes vallenatos son suficientes para que Fernández barra hasta a Jesucristo. En el otro prefiero esperar.
Si el argumento de los defensores y genuflexos del alcalde es que todas las ciudades del país son inseguras, y por eso Valledupar lo es, el gran reto estribaría en distinguirla del montón. Hacer de la nuestra una ciudad segura o cuando menos, medianamente segura. No creo extremar mi expresión al asegurar que hoy percibo zozobra, angustia y una sensación de inseguridad entre los vallenatos, que parece superar a las siniestras  época paraquientas.
Ante una situación de tan grave dimensión, la repuesta de nuestro alcalde es tibia, dubitativa, gangosa y enclenque. Sus palabras no transmiten fuerza, decisión; cojones, para decirlo de manera vulgar. Le han hecho creer y, quizás él mismo se lo crea, que Valledupar en sus manos ha avanzado. Eso lo reflejan sus vallas, vallitas y vallotas, en las que, penosamente, su lema “Resultados CON SEGURIDAD”, lo burlan los delincuentes en todas las esquinas de la ciudad que ultrajan y humillan a nuestros conciudadanos.
Es hora que el señor alcalde Luis Fabián Fernández, entienda que Valledupar en sus manos ha retrocedido, especialmente en seguridad. Que el caos generado por la movilidad es deplorable, lo cual se agrava con las condiciones lamentables de la malla vial, amén de uno u otro comentario sobre tráfico de influencias y acciones que sus críticos achacan a la corrupción.  Que indudablemente, no es sólo culpa suya y de su equipo, porque sus antecesores también aflojaron en el ritmo de desarrollo, de seguridad y de ciudad, de nuestra Ciudad, la redundancia es adrede.
Ciertamente, los ciudadanos no podemos pasar de agache. Es tan vanidoso como incalificable pretender pasar todo el tiempo rascándonos la barriga, a la espera que el lánguido poder de un alcalde y la Divina Providencia, hagan todo por nosotros. Siendo responsables, como corresponde, un cambio de actitud que perfore la frontera de la inmovilidad y la indiferencia ciudadanas,  generarían mejores resultados a la administración. No lo dudo.
No obstante, el alcalde y sus colaboradores tendrán que entender que los ciudadanos podemos actuar en dos sentidos: espontáneamente, haciéndolo ética y correctamente, denunciando, pagando los impuestos y colaborando en la solución de problemas, etcétera. La otra manera corre por cuenta del señor mandatario. Si se aísla, si no convoca, si tiende fronteras tendidas por recelos, prevenciones y odios. Si él, sus hijos y hermano, interpretan las críticas y comentarios, constructivos como ataques, y les generan enfados, entonces no va a encontrar jamás la colaboración de sus ciudadanos, pero además, tendrá que dejar de ser hombre público.
Me pregunto qué hubiera pasado si el pasajero de un taxi que me transporta por la Autopista Norte de Bogotá, el jueves pasado, hubiera sido el alcalde Fernández o alguien suyo. El mandatario concedía una entrevista a La W. Le sugerí, con todo respecto al señor taxista, aumentar el volumen a su radio para escuchar. Junto a un lapsus al decir que el F2, institución que ya no existe, también colaboraba en la seguridad de Valledupar, expresó: “no tenemos capacidad de respuesta”. El taxista, sereno frente a su timón, exclamó: “pues renuncie”. Es que la situación allá es muy complicada, le repliqué. “Pero, mano, agregó el taxista, ese man no parece tener h…..”. Sé que es una forma vulgar de decirlo, pero, créanme, nada más gráfico que lo que transmite  Luis Fabián Fernández, nuestro alcalde, cuando habla, sobre todo, de SEGURIDAD.
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