Poner la cultura en el centro de la agenda de las políticas públicas de Colombia, como lo decidió el Presidente Iván Duque con el Plan Nacional de Desarrollo, ha permitido que hoy en Colombia las industrias creativas y culturales sean motor de equidad y desarrollo. En estos 16 meses trabajamos de la mano de los […]
Poner la cultura en el centro de la agenda de las políticas públicas de Colombia, como lo decidió el Presidente Iván Duque con el Plan Nacional de Desarrollo, ha permitido que hoy en Colombia las industrias creativas y culturales sean motor de equidad y desarrollo.
En estos 16 meses trabajamos de la mano de los gobiernos locales, de los artistas y de los gestores culturales, también de la comunidad internacional, en la transición a un modelo de crecimiento económico basado en la creatividad, el capital humano y el conocimiento.
Decidimos volcar la política cultural hacia los territorios porque entendemos, primero, que allí es donde las oportunidades faltan; y segundo, porque en cada uno de esos lugares están latentes las manifestaciones más auténticas de nuestra identidad cultural, de nuestra esencia de país.
De Uribia en la Guajira, hasta Macedonia en el Amazonas; de Unguía y Bahía Solano en el Chocó, hasta Pore en el Casanare, he recorrido el país dialogando con las comunidades que hacen artesanías, teatro, que bailan o hacen música, con las mujeres negras, palenqueras y raizales que hacen literatura, con los indígenas que buscan la conservación de sus saberes ancestrales, con los jóvenes que lideran estrategias de salvaguardia de nuestro patrimonio, con los entusiastas del desarrollo de software, del diseño o la gestión cultural; llevando también libros, conectividad a las bibliotecas, nueva infraestructura y nuevas fuentes de financiamiento para impulsar los emprendimientos y las exportaciones de bienes y servicios culturales y creativos.
Hemos diseñado e implementado una estrategia juiciosa, paulatina, con herramientas y con integración de los diversos actores. Gracias a ello logramos entregar 28 obras terminadas entre nuevas, adecuaciones y restauraciones de bienes de interés cultural.
Abrimos, después de 30 años, un nuevo parque arqueológico en Unguía (Chocó); los teatros de La Tebaida (Quindío) y de Jardín (Antioquia). También casas de la cultura nuevas, 20 bibliotecas, una de ellas en San José del Fragua (Caquetá), una zona históricamente golpeada por la violencia. Además, inauguramos la primera fase del Centro de Danza y Coreografía del Valle del Cauca ‘La Licorera’, una obra que por sus dimensiones y especificaciones marca un hito en la infraestructura cultural para las artes escénicas de Latinoamerica, que también será un Área de Desarrollo Naranja y en la cual se construirá el primer museo Afro de Colombia.
Entregamos 2,5 millones de libros, implementamos las primeras 150 bibliotecas rurales itinerantes y apoyamos 15 ferias regionales del libro con ejemplares, presencia de autores y recursos, para que la lectura y la escritura lleguen a las zonas más apartadas.
Pusimos en funcionamiento los primeros Talleres Escuela para que nuestros jóvenes tengan la posibilidad de aprender al lado de maestros las técnicas propias de sus regiones. Igualmente, conseguimos apoyar más iniciativas de artistas y gestores, gracias a que aumentamos en 69 % los recursos para becas, pasantías, premios, reconocimientos y residencias, llegando a una cifra inédita de 25 mil millones de pesos.
Incorporamos criterios más incluyentes para asignar los recursos del Programa Nacional de Concertación Cultural y fortalecer así nuestros festivales, carnavales y demás encuentros tradicionales, pero sobre todo para que las organizaciones culturales y los municipios de categoría 5 y 6 ejecuten proyectos culturales que tengan impacto en la población con altos índices de vulnerabilidad.
Finalmente, fuimos anfitriones de espacios de diálogo multilateral como la XX Conferencia Iberoamericana de ministras y ministros de cultura, la Cumbre de Economía Naranja y la 14a sesión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, que confirman que el mundo está viendo en nuestro país un referente en materia de políticas públicas culturales.
Me alegra haber podido en 2019 experimentar la esencia cultural de cada rincón de Colombia, pues nos compromete como Gobierno Nacional a seguir transformando la vida de miles de colombianos mediante la profundización de esta apuesta por descentralizar la oferta cultural del país.
Poner la cultura en el centro de la agenda de las políticas públicas de Colombia, como lo decidió el Presidente Iván Duque con el Plan Nacional de Desarrollo, ha permitido que hoy en Colombia las industrias creativas y culturales sean motor de equidad y desarrollo. En estos 16 meses trabajamos de la mano de los […]
Poner la cultura en el centro de la agenda de las políticas públicas de Colombia, como lo decidió el Presidente Iván Duque con el Plan Nacional de Desarrollo, ha permitido que hoy en Colombia las industrias creativas y culturales sean motor de equidad y desarrollo.
En estos 16 meses trabajamos de la mano de los gobiernos locales, de los artistas y de los gestores culturales, también de la comunidad internacional, en la transición a un modelo de crecimiento económico basado en la creatividad, el capital humano y el conocimiento.
Decidimos volcar la política cultural hacia los territorios porque entendemos, primero, que allí es donde las oportunidades faltan; y segundo, porque en cada uno de esos lugares están latentes las manifestaciones más auténticas de nuestra identidad cultural, de nuestra esencia de país.
De Uribia en la Guajira, hasta Macedonia en el Amazonas; de Unguía y Bahía Solano en el Chocó, hasta Pore en el Casanare, he recorrido el país dialogando con las comunidades que hacen artesanías, teatro, que bailan o hacen música, con las mujeres negras, palenqueras y raizales que hacen literatura, con los indígenas que buscan la conservación de sus saberes ancestrales, con los jóvenes que lideran estrategias de salvaguardia de nuestro patrimonio, con los entusiastas del desarrollo de software, del diseño o la gestión cultural; llevando también libros, conectividad a las bibliotecas, nueva infraestructura y nuevas fuentes de financiamiento para impulsar los emprendimientos y las exportaciones de bienes y servicios culturales y creativos.
Hemos diseñado e implementado una estrategia juiciosa, paulatina, con herramientas y con integración de los diversos actores. Gracias a ello logramos entregar 28 obras terminadas entre nuevas, adecuaciones y restauraciones de bienes de interés cultural.
Abrimos, después de 30 años, un nuevo parque arqueológico en Unguía (Chocó); los teatros de La Tebaida (Quindío) y de Jardín (Antioquia). También casas de la cultura nuevas, 20 bibliotecas, una de ellas en San José del Fragua (Caquetá), una zona históricamente golpeada por la violencia. Además, inauguramos la primera fase del Centro de Danza y Coreografía del Valle del Cauca ‘La Licorera’, una obra que por sus dimensiones y especificaciones marca un hito en la infraestructura cultural para las artes escénicas de Latinoamerica, que también será un Área de Desarrollo Naranja y en la cual se construirá el primer museo Afro de Colombia.
Entregamos 2,5 millones de libros, implementamos las primeras 150 bibliotecas rurales itinerantes y apoyamos 15 ferias regionales del libro con ejemplares, presencia de autores y recursos, para que la lectura y la escritura lleguen a las zonas más apartadas.
Pusimos en funcionamiento los primeros Talleres Escuela para que nuestros jóvenes tengan la posibilidad de aprender al lado de maestros las técnicas propias de sus regiones. Igualmente, conseguimos apoyar más iniciativas de artistas y gestores, gracias a que aumentamos en 69 % los recursos para becas, pasantías, premios, reconocimientos y residencias, llegando a una cifra inédita de 25 mil millones de pesos.
Incorporamos criterios más incluyentes para asignar los recursos del Programa Nacional de Concertación Cultural y fortalecer así nuestros festivales, carnavales y demás encuentros tradicionales, pero sobre todo para que las organizaciones culturales y los municipios de categoría 5 y 6 ejecuten proyectos culturales que tengan impacto en la población con altos índices de vulnerabilidad.
Finalmente, fuimos anfitriones de espacios de diálogo multilateral como la XX Conferencia Iberoamericana de ministras y ministros de cultura, la Cumbre de Economía Naranja y la 14a sesión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, que confirman que el mundo está viendo en nuestro país un referente en materia de políticas públicas culturales.
Me alegra haber podido en 2019 experimentar la esencia cultural de cada rincón de Colombia, pues nos compromete como Gobierno Nacional a seguir transformando la vida de miles de colombianos mediante la profundización de esta apuesta por descentralizar la oferta cultural del país.