Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 1 febrero, 2014

Cuestión de fe

 Por Leonardo Maya “Dominar al enemigo sin luchar ese es el arte supremo de de la guerra”. Sun Tzu El sabio chino Wang Liu fue requerido urgentemente por el emperador LiangTse. __ Un ejército de sesenta mil hombres se aproxima, estamos perdidos, solo tenemos diez mil soldados mal armados para enfrentarlos. Decidme gran hombre que […]

 Por Leonardo Maya

“Dominar al enemigo sin luchar ese es el arte supremo de de la guerra”. Sun Tzu

El sabio chino Wang Liu fue requerido urgentemente por el emperador LiangTse.

__ Un ejército de sesenta mil hombres se aproxima, estamos perdidos, solo tenemos diez mil soldados mal armados para enfrentarlos. Decidme gran hombre que hacemos?

__ Que dicen los generales? Preguntó Wang

__ Dicen que necesitamos por lo menos treinta mil soldados valientes armados con sables de acero reforzado para enfrentarlos.

__ Dadme mil soldados de los más cobardes

__ Y las armas?

__ Los enfrentaremos con espejos de aumento gigantes.

__ Eso no es ningún arma.

__ Mi arma es la fe, dijo el sabio.

A pocas leguas el feroz ejército invasor avanzaba sobre un profundo risco bordeando la garganta del cañón de las siete bocas para alcanzar la planicie de Jiang Li. Allí pernoctaron, no sin antes afilar sus armas y preparar sus arpegios de guerra.

A las diez de la mañana fueron sorprendidos. Un enorme ejército de hombres gigantes y sables larguísimas los tenía acorralados. La caballería se dispersó despavorida perseguida por caballos descomunales que los hicieron ir directamente al desfiladero donde se desbarrancaron aterrorizados.

Wang Liu fue condecorado como general de generales y salvador del imperio. Los generales de carrera lo odian.

EL SECRETO

De niño tenía muchas dificultades con las palabras: no podía distinguir entre los adjetivos, sustantivos, artículos, verbos etc. Entonces recortaba palabras de diarios, revistas y de donde pudiera y las llevaba a la escuela en una cajita de madera, mi profesora, que era amorosa y mágica, las ponía en su escritorio y con una paciencia infinita -mientras me explicaba las diferencias- las iba uniendo como un rompecabezas para crear historias fantásticas que aparecían ante mis propios ojos, yo quedaba deslumbrado ante el prodigio que surgía cuando el amor y las palabras se hermanan.

Como por arte de magia aparecían cuentos de princesas, de aventuras, corsarios y piratas que en sus barcos y cañoneras hacían fantásticos viajes a tierras lejanas, esa cajita ha recorrido conmigo medio mundo y muchos mares y aún la conservo con aquellos recortes, cuando quiero escribir algo abro mi cajita mágica uno las viejas palabras y aparecen mis nuevos cuentos. Este es mi secreto nunca antes revelado.

[email protected]

Columnista
1 febrero, 2014

Cuestión de fe

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

 Por Leonardo Maya “Dominar al enemigo sin luchar ese es el arte supremo de de la guerra”. Sun Tzu El sabio chino Wang Liu fue requerido urgentemente por el emperador LiangTse. __ Un ejército de sesenta mil hombres se aproxima, estamos perdidos, solo tenemos diez mil soldados mal armados para enfrentarlos. Decidme gran hombre que […]


 Por Leonardo Maya

“Dominar al enemigo sin luchar ese es el arte supremo de de la guerra”. Sun Tzu

El sabio chino Wang Liu fue requerido urgentemente por el emperador LiangTse.

__ Un ejército de sesenta mil hombres se aproxima, estamos perdidos, solo tenemos diez mil soldados mal armados para enfrentarlos. Decidme gran hombre que hacemos?

__ Que dicen los generales? Preguntó Wang

__ Dicen que necesitamos por lo menos treinta mil soldados valientes armados con sables de acero reforzado para enfrentarlos.

__ Dadme mil soldados de los más cobardes

__ Y las armas?

__ Los enfrentaremos con espejos de aumento gigantes.

__ Eso no es ningún arma.

__ Mi arma es la fe, dijo el sabio.

A pocas leguas el feroz ejército invasor avanzaba sobre un profundo risco bordeando la garganta del cañón de las siete bocas para alcanzar la planicie de Jiang Li. Allí pernoctaron, no sin antes afilar sus armas y preparar sus arpegios de guerra.

A las diez de la mañana fueron sorprendidos. Un enorme ejército de hombres gigantes y sables larguísimas los tenía acorralados. La caballería se dispersó despavorida perseguida por caballos descomunales que los hicieron ir directamente al desfiladero donde se desbarrancaron aterrorizados.

Wang Liu fue condecorado como general de generales y salvador del imperio. Los generales de carrera lo odian.

EL SECRETO

De niño tenía muchas dificultades con las palabras: no podía distinguir entre los adjetivos, sustantivos, artículos, verbos etc. Entonces recortaba palabras de diarios, revistas y de donde pudiera y las llevaba a la escuela en una cajita de madera, mi profesora, que era amorosa y mágica, las ponía en su escritorio y con una paciencia infinita -mientras me explicaba las diferencias- las iba uniendo como un rompecabezas para crear historias fantásticas que aparecían ante mis propios ojos, yo quedaba deslumbrado ante el prodigio que surgía cuando el amor y las palabras se hermanan.

Como por arte de magia aparecían cuentos de princesas, de aventuras, corsarios y piratas que en sus barcos y cañoneras hacían fantásticos viajes a tierras lejanas, esa cajita ha recorrido conmigo medio mundo y muchos mares y aún la conservo con aquellos recortes, cuando quiero escribir algo abro mi cajita mágica uno las viejas palabras y aparecen mis nuevos cuentos. Este es mi secreto nunca antes revelado.

[email protected]