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Columnista - 17 agosto, 2013

Cuentos

Las mujeres jamás imaginan lo que son capaces de hacer con solo una mirada, nos hacen soñar y nos ponen crear mundos fantásticos, por eso si no las amas, por lo menos, ¡témeles!.

Por Leonardo José  Maya Amaya

Las mujeres jamás imaginan lo que son capaces de hacer con solo una mirada, nos hacen soñar y nos ponen crear mundos fantásticos, por eso si no las amas, por lo menos, ¡témeles!. 

Son las únicas capaces de destruir el mundo que creaste.

No tengo caminos

Quizás no sea tan sincero como te lo he prometido. Hoy te confieso que tengo secretos. Vivo con la obsesión de escribirte unas cuantas líneas:

Me acomodo en cualquier parte, a veces bajo la luz de una estrella, cierro los ojos para verte mejor, me duermo y veo un tipo con el corazón agitado sembrando dalias a tu paso para embellecer tus caminos,  imaginando que besa tu pelo para no lastimar tu piel, flotando en nubes peregrinas que siguen tus pasos.

Viajero de tus tiempos en nubes de ensueño, observo un pobre loco obsesionado con la idea de escribirle algo hermoso a alguien que ama, pero ese privilegio le es esquivo y eso le angustia.

En el instante en que le viene la idea para iniciar su escrito, me despierto y me encuentro con un trozo de papel en blanco como tu corazón apacible y sin rutas ciertas para conjurar mi obsesión. 

Consciente de mi angustia comienzo a escribir despacio: para escribir no tengo caminos, los encuentro bajo la luz de tus ojos. 

Y a veces, bajo la luz de la luna… 

Sueños

Esta mañana una dama muy elegante se acercó para decirme que había soñado conmigo. Me contó que extraviados deambulamos por las espléndidas laderas del Kilimanjaro, en las cumbres  encontramos flores primorosas que ni siquiera los pájaros las conocían, solo habían sido vistas escasas veces por la luz del sol, me dijo que de la mano fuimos conociendo los lugares donde nacen los manantiales y que las nubes pasaban tan bajas que se respiraba el perfume de la lluvia, me contó que nos bañamos en una laguna de aguas azules  y que en un descuido le di besos en los párpados pero que ella reaccionó asustada y se despertó.  

Ahora estoy aquí solo, abandonado en estas alturas, soportando el frío del Kilimanjaro y esperando que esta mujer me lleve de regreso.

Si es que vuelve a soñar conmigo.
    
Reflexión

Salí a caminar rumbo al norte: crucé desiertos sedientos, escalé montañas imponentes y atravesé vientos indómitos, tiempo después, en el extremo opuesto de la tierra me encontré conmigo mismo, como en un espejo, venía del sur, habíamos cruzado las barreras del espacio y escuchado la misma voz de los tiempos que induce a los hombres a caminar.

Seguiremos avanzando, nos volveremos a encontrar en la otra orilla donde esperan los héroes que caminaron primero y que en su andar abrieron nuevos caminos para encontrar mundos mejores.

Columnista
17 agosto, 2013

Cuentos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

Las mujeres jamás imaginan lo que son capaces de hacer con solo una mirada, nos hacen soñar y nos ponen crear mundos fantásticos, por eso si no las amas, por lo menos, ¡témeles!.


Por Leonardo José  Maya Amaya

Las mujeres jamás imaginan lo que son capaces de hacer con solo una mirada, nos hacen soñar y nos ponen crear mundos fantásticos, por eso si no las amas, por lo menos, ¡témeles!. 

Son las únicas capaces de destruir el mundo que creaste.

No tengo caminos

Quizás no sea tan sincero como te lo he prometido. Hoy te confieso que tengo secretos. Vivo con la obsesión de escribirte unas cuantas líneas:

Me acomodo en cualquier parte, a veces bajo la luz de una estrella, cierro los ojos para verte mejor, me duermo y veo un tipo con el corazón agitado sembrando dalias a tu paso para embellecer tus caminos,  imaginando que besa tu pelo para no lastimar tu piel, flotando en nubes peregrinas que siguen tus pasos.

Viajero de tus tiempos en nubes de ensueño, observo un pobre loco obsesionado con la idea de escribirle algo hermoso a alguien que ama, pero ese privilegio le es esquivo y eso le angustia.

En el instante en que le viene la idea para iniciar su escrito, me despierto y me encuentro con un trozo de papel en blanco como tu corazón apacible y sin rutas ciertas para conjurar mi obsesión. 

Consciente de mi angustia comienzo a escribir despacio: para escribir no tengo caminos, los encuentro bajo la luz de tus ojos. 

Y a veces, bajo la luz de la luna… 

Sueños

Esta mañana una dama muy elegante se acercó para decirme que había soñado conmigo. Me contó que extraviados deambulamos por las espléndidas laderas del Kilimanjaro, en las cumbres  encontramos flores primorosas que ni siquiera los pájaros las conocían, solo habían sido vistas escasas veces por la luz del sol, me dijo que de la mano fuimos conociendo los lugares donde nacen los manantiales y que las nubes pasaban tan bajas que se respiraba el perfume de la lluvia, me contó que nos bañamos en una laguna de aguas azules  y que en un descuido le di besos en los párpados pero que ella reaccionó asustada y se despertó.  

Ahora estoy aquí solo, abandonado en estas alturas, soportando el frío del Kilimanjaro y esperando que esta mujer me lleve de regreso.

Si es que vuelve a soñar conmigo.
    
Reflexión

Salí a caminar rumbo al norte: crucé desiertos sedientos, escalé montañas imponentes y atravesé vientos indómitos, tiempo después, en el extremo opuesto de la tierra me encontré conmigo mismo, como en un espejo, venía del sur, habíamos cruzado las barreras del espacio y escuchado la misma voz de los tiempos que induce a los hombres a caminar.

Seguiremos avanzando, nos volveremos a encontrar en la otra orilla donde esperan los héroes que caminaron primero y que en su andar abrieron nuevos caminos para encontrar mundos mejores.