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Editorial - 25 agosto, 2019

Cuánta indigencia, cuánta solidaridad

Una serie de fotografías nos llamó poderosamente la atención este sábado en Valledupar. No precisamente el magno evento de la Consagración de la Catedral del Ecce Homo, con una concurrencia masiva, alegre momento del pueblo católico en el Cesar y La Guajira.

Una serie de fotografías nos llamó poderosamente la atención este sábado en Valledupar. No precisamente el magno evento de la Consagración de la Catedral del Ecce Homo, con una concurrencia masiva, alegre momento del pueblo católico en el Cesar y La Guajira.

Se trata de la labor de la subteniente Jenny Flores, comandante del CAI de Policía del barrio San Joaquín, que recogió, aseó y vistió a un hombre en condición de calle a quien conocen como Silvio, pues no porta documentos, o también es apodado ‘Cocacolo’.

Las imágenes muestran el proceso de encuentro, aseo paso a paso y la transformación. Las imágenes exponen una panorama conocido: lo que hay detrás de la tragedia de la droga y los ‘sin techo’, cuando una mano amiga, con profunda solidaridad, interviene para devolver el brillo de la vida a un ser humano.

Conocimos que este gesto de la subteniente no es el primero y que acostumbra a sacar un poco de su tiempo para derribar la indiferencia con las armas de la solidaridad y la fraternidad. Esa indiferencia es la que nos permite ver a diario por las calles de Valledupar a un incontable número de personas viviendo entre la basura.

Esto nos lleva a preguntarnos cuántos ciudadanos de diferentes lugares de Colombia y fuera de ella viven en esta condición en la capital del Cesar.

Como dato anecdótico, hace días otra mujer miembro de la institución policial desde la Terminal de Transportes de Valledupar hizo contacto con EL PILÓN para saber cómo podríamos hacer visible la situación de un adulto mayor sin hogar, con el objetivo de encontrar un albergue para él. El caso, a diferencia de muchos, es el de un anciano que tiene familia pero que ellos aseguran “ya no pueden hacer nada por él porque se escapa”. Flacos esfuerzos hacen estos familiares del adulto mayor.

De la población en condición de calle no conocemos cifra que nos indique la dimensión actual del problema. Otras problemáticas sociales salen a la luz y van desplazando temas de la agenda. Lo triste es que siempre haya en esa agenda tragedias masivas que narrar.

Albergues, hogares de paso para los niños en condición de calle u otros lugares para mermar el problema son necesarios. Por supuesto, tanto el municipio como el departamento se han quedado relativamente solos haciendo esfuerzos financieros propios para atender el problema, pero no significa que debemos quedarnos de brazos cruzados. Siempre hay estrategias en las que todos podemos intervenir.

En principio, es en la intimidad del hogar en donde todo debe superarse y así no habría tanta gente durmiendo en andenes, comiendo basura, hundida en las drogas. Pero cuántas personas podrían emular el gesto amable de la subteniente de la Policía Nacional para minimizar, aunque sea por unos días el problema. Destacamos que el problema requiere de acciones contundentes a corto y mediano plazo para su solución. Es con cifras, recursos, una política social con bases financieras que esto cambiará.

Es increíble la imagen que se puede ver en la glorieta del Cacique Upar, frente a la Terminal de Transportes de Valledupar, y está pasando a la vista de todos. Con el paso del tiempo será vergonzoso el recordar lo poco que hicimos por los que duermen, se bañan y hacen sus necesidades a la vista de la ciudadanía, indiferente.

Editorial
25 agosto, 2019

Cuánta indigencia, cuánta solidaridad

Una serie de fotografías nos llamó poderosamente la atención este sábado en Valledupar. No precisamente el magno evento de la Consagración de la Catedral del Ecce Homo, con una concurrencia masiva, alegre momento del pueblo católico en el Cesar y La Guajira.


Una serie de fotografías nos llamó poderosamente la atención este sábado en Valledupar. No precisamente el magno evento de la Consagración de la Catedral del Ecce Homo, con una concurrencia masiva, alegre momento del pueblo católico en el Cesar y La Guajira.

Se trata de la labor de la subteniente Jenny Flores, comandante del CAI de Policía del barrio San Joaquín, que recogió, aseó y vistió a un hombre en condición de calle a quien conocen como Silvio, pues no porta documentos, o también es apodado ‘Cocacolo’.

Las imágenes muestran el proceso de encuentro, aseo paso a paso y la transformación. Las imágenes exponen una panorama conocido: lo que hay detrás de la tragedia de la droga y los ‘sin techo’, cuando una mano amiga, con profunda solidaridad, interviene para devolver el brillo de la vida a un ser humano.

Conocimos que este gesto de la subteniente no es el primero y que acostumbra a sacar un poco de su tiempo para derribar la indiferencia con las armas de la solidaridad y la fraternidad. Esa indiferencia es la que nos permite ver a diario por las calles de Valledupar a un incontable número de personas viviendo entre la basura.

Esto nos lleva a preguntarnos cuántos ciudadanos de diferentes lugares de Colombia y fuera de ella viven en esta condición en la capital del Cesar.

Como dato anecdótico, hace días otra mujer miembro de la institución policial desde la Terminal de Transportes de Valledupar hizo contacto con EL PILÓN para saber cómo podríamos hacer visible la situación de un adulto mayor sin hogar, con el objetivo de encontrar un albergue para él. El caso, a diferencia de muchos, es el de un anciano que tiene familia pero que ellos aseguran “ya no pueden hacer nada por él porque se escapa”. Flacos esfuerzos hacen estos familiares del adulto mayor.

De la población en condición de calle no conocemos cifra que nos indique la dimensión actual del problema. Otras problemáticas sociales salen a la luz y van desplazando temas de la agenda. Lo triste es que siempre haya en esa agenda tragedias masivas que narrar.

Albergues, hogares de paso para los niños en condición de calle u otros lugares para mermar el problema son necesarios. Por supuesto, tanto el municipio como el departamento se han quedado relativamente solos haciendo esfuerzos financieros propios para atender el problema, pero no significa que debemos quedarnos de brazos cruzados. Siempre hay estrategias en las que todos podemos intervenir.

En principio, es en la intimidad del hogar en donde todo debe superarse y así no habría tanta gente durmiendo en andenes, comiendo basura, hundida en las drogas. Pero cuántas personas podrían emular el gesto amable de la subteniente de la Policía Nacional para minimizar, aunque sea por unos días el problema. Destacamos que el problema requiere de acciones contundentes a corto y mediano plazo para su solución. Es con cifras, recursos, una política social con bases financieras que esto cambiará.

Es increíble la imagen que se puede ver en la glorieta del Cacique Upar, frente a la Terminal de Transportes de Valledupar, y está pasando a la vista de todos. Con el paso del tiempo será vergonzoso el recordar lo poco que hicimos por los que duermen, se bañan y hacen sus necesidades a la vista de la ciudadanía, indiferente.