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Columnista - 30 agosto, 2023

Cuando un niño presume el valor de la plata

Lo registrado hoy aquí me lo contaron los protagonistas de este relato. El otro día, mi esposa charlaba telefónicamente con nuestra nuera Liseth de asuntos familiares, de los nietos Camilo Andrés y Alejandro. Ella y su esposo José David están residenciados en Medellín, por asuntos laborales. 

Lo registrado hoy aquí me lo contaron los protagonistas de este relato. El otro día, mi esposa charlaba telefónicamente con nuestra nuera Liseth de asuntos familiares, de los nietos Camilo Andrés y Alejandro. Ella y su esposo José David están residenciados en Medellín, por asuntos laborales. 

Esas conversaciones contienen muchos datos y anécdotas y giran 100% sobre los dos hijos de la pareja: Camilo Andrés (4 años y medio) y Alejandro Cotes Jaraba (5 meses), nuestros primeros nietos.

Esta vez, también hablaron de un bazar que estaba programado para los niños del plantel donde estudia Camilo, en la sede campestre de la institución. Mi esposa preguntó sobre las actividades que hacen los niños en el bazar y Liseth manifestó que los profesores organizaban concursos de diferentes índoles, competencias de juegos tradicionales y venden comidas y dulces típicos de la región antioqueña, actividades muy propias arraigadas al rol de los padres y de los niños. 

Con estas actividades se festeja la antioqueñidad y los padres asisten con sus hijos y celebran los juegos juntos a los niños e invitados especiales. El evento comienza a las 9 de la mañana de un viernes, hasta el atardecer del mismo día.

En medio de la animada charla, mi esposa le dijo: “Liseth le voy a transferir $50 mil a Camilo para que compre lo que él quiera”. Al rato terminó la conversación entre ellas, porque se estaban alistando para ir al bazar. El niño menor (Alejo) quedó en casa al cuidado de su abuela Nora. Antes de salir Liseth le manifestó a José David que su mamá le había transferido $50 mil a Camilo, este último oyó y se quedó callado. 

Ya en marcha, José David expresó que primero tenía que echarle gasolina al carro. El niño quien iba en la silla trasera (porque en Medellín si se respetan las normas de tránsito) dijo: “papá yo te presto plata, de la que me mandó ‘abuela Marle’, pero no te la gastes toda, mi mamá te la da”. 

José David y Liseth se miraron sorprendidos. “Gracias hijo, te amo”, respondió su papá. 

 Seguidamente, llegaron a la sede campestre y se integraron con todos. Al medio día decidieron almorzar y Camilo les dijo: “Vamos a almorzar que yo pago con la plata que me mandó ‘abuela Marle’, pero no coman mucho”, advirtió.

La jornada transcurrió dentro de la normalidad, hasta el atardecer cuando regresaron a su residencia. Minutos después Camilo le pidió a su mamá que lo comunicara con uno de sus tíos, Jorge, quien reside en Sincé (Sucre) y con quien se ve en el pueblo en vacaciones. Jorge lo consiente y hasta lo pasea en motocicleta. 

Establecida la llamada telefónica y en medio de la sorpresa, después de saludar a su tío Jorge le dijo: “Tío, voy a comprar una moto más bonita que la tuya con la plata que me dio mi abuela Marle” …

Pero la imaginación del nieto no queda ahí. Hace poco él y su papá fueron a un centro comercial a comprar una silla para su hermanito menor. De paso, compraron unos juguetes (carros). 

Más tarde, Liseth cogió uno de los carros de plástico y se lo dio a su hijo menor (Alejo) y este empezó a jugar, mordiéndolo porque apenas le están saliendo los dientes. 

Anteayer, mientras vestían a Camilo para llevarlo al colegio le dijo a Liseth: “mamá, cuando se despierte mi hermanito ‘Alejo’ le dices que la silla y los carros y juguetes los compró mi papá con la plata que me mandó mi abuela Marle”, concluyó. Hasta la próxima semana.

Por Aquilino Cotes Zuleta.

Columnista
30 agosto, 2023

Cuando un niño presume el valor de la plata

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Lo registrado hoy aquí me lo contaron los protagonistas de este relato. El otro día, mi esposa charlaba telefónicamente con nuestra nuera Liseth de asuntos familiares, de los nietos Camilo Andrés y Alejandro. Ella y su esposo José David están residenciados en Medellín, por asuntos laborales. 


Lo registrado hoy aquí me lo contaron los protagonistas de este relato. El otro día, mi esposa charlaba telefónicamente con nuestra nuera Liseth de asuntos familiares, de los nietos Camilo Andrés y Alejandro. Ella y su esposo José David están residenciados en Medellín, por asuntos laborales. 

Esas conversaciones contienen muchos datos y anécdotas y giran 100% sobre los dos hijos de la pareja: Camilo Andrés (4 años y medio) y Alejandro Cotes Jaraba (5 meses), nuestros primeros nietos.

Esta vez, también hablaron de un bazar que estaba programado para los niños del plantel donde estudia Camilo, en la sede campestre de la institución. Mi esposa preguntó sobre las actividades que hacen los niños en el bazar y Liseth manifestó que los profesores organizaban concursos de diferentes índoles, competencias de juegos tradicionales y venden comidas y dulces típicos de la región antioqueña, actividades muy propias arraigadas al rol de los padres y de los niños. 

Con estas actividades se festeja la antioqueñidad y los padres asisten con sus hijos y celebran los juegos juntos a los niños e invitados especiales. El evento comienza a las 9 de la mañana de un viernes, hasta el atardecer del mismo día.

En medio de la animada charla, mi esposa le dijo: “Liseth le voy a transferir $50 mil a Camilo para que compre lo que él quiera”. Al rato terminó la conversación entre ellas, porque se estaban alistando para ir al bazar. El niño menor (Alejo) quedó en casa al cuidado de su abuela Nora. Antes de salir Liseth le manifestó a José David que su mamá le había transferido $50 mil a Camilo, este último oyó y se quedó callado. 

Ya en marcha, José David expresó que primero tenía que echarle gasolina al carro. El niño quien iba en la silla trasera (porque en Medellín si se respetan las normas de tránsito) dijo: “papá yo te presto plata, de la que me mandó ‘abuela Marle’, pero no te la gastes toda, mi mamá te la da”. 

José David y Liseth se miraron sorprendidos. “Gracias hijo, te amo”, respondió su papá. 

 Seguidamente, llegaron a la sede campestre y se integraron con todos. Al medio día decidieron almorzar y Camilo les dijo: “Vamos a almorzar que yo pago con la plata que me mandó ‘abuela Marle’, pero no coman mucho”, advirtió.

La jornada transcurrió dentro de la normalidad, hasta el atardecer cuando regresaron a su residencia. Minutos después Camilo le pidió a su mamá que lo comunicara con uno de sus tíos, Jorge, quien reside en Sincé (Sucre) y con quien se ve en el pueblo en vacaciones. Jorge lo consiente y hasta lo pasea en motocicleta. 

Establecida la llamada telefónica y en medio de la sorpresa, después de saludar a su tío Jorge le dijo: “Tío, voy a comprar una moto más bonita que la tuya con la plata que me dio mi abuela Marle” …

Pero la imaginación del nieto no queda ahí. Hace poco él y su papá fueron a un centro comercial a comprar una silla para su hermanito menor. De paso, compraron unos juguetes (carros). 

Más tarde, Liseth cogió uno de los carros de plástico y se lo dio a su hijo menor (Alejo) y este empezó a jugar, mordiéndolo porque apenas le están saliendo los dientes. 

Anteayer, mientras vestían a Camilo para llevarlo al colegio le dijo a Liseth: “mamá, cuando se despierte mi hermanito ‘Alejo’ le dices que la silla y los carros y juguetes los compró mi papá con la plata que me mandó mi abuela Marle”, concluyó. Hasta la próxima semana.

Por Aquilino Cotes Zuleta.