“Gracias abuela por tu ejemplo de templanza, fortaleza y carácter. Gracias porque me diste en 27 años un criterio para ser la mujer que me caracteriza. El 28 de noviembre marcó un punto de partida desde 1994 para definir que yo llevaría no solo tu nombre sino tu coraje, berraquera y entusiasmo en esta vida efímera hasta para cocinar”.
Hoy hace nueve días falleció a sus 94 años Alcira Mercedes Cotes Calderón, quien residía en Cartagena con sus hijos Albert, Piedad, Esperanza y Dollys. Era hermana de mi papá Aquilino Alejandro (1921-2016).
Fue sepultada en Manaure, en donde nació y se crió con sus longevos padres y hermanos. Al fallecer su esposo, Sabas Quintero, se la pasaba entre Manaure y Cartagena. Era orgullosa y defendía a capa y espada su apellido Cotes, “Cotes no es un apellido, es un estilo de vida”, le oí decir varias veces a tía ‘Chira’.
El día de su sepelio en Manaure, una de sus nietas, Piedad Alcira Rodríguez Quintero, pronunció unas palabras en la iglesia: “Gratitud por ser tu nieta y tú hijita como se lo decías en secreto a mi tía Aurelina”.
“Esta es una pequeña parte de lo inigualable y extraordinaria que fuiste, me esforzaré porque quede en mí. Gracias Alcira Mercedes Cotes Calderón o de Quintero, para que te rías en donde te encuentres”.
“Gracias abuela por tu ejemplo de templanza, fortaleza y carácter. Gracias porque me diste en 27 años un criterio para ser la mujer que me caracteriza. El 28 de noviembre marcó un punto de partida desde 1994 para definir que yo llevaría no solo tu nombre sino tu coraje, berraquera y entusiasmo en esta vida efímera hasta para cocinar”.
“Sigo honrando tu legado porque además de amarnos con el alma, heredé tu templanza, incluso para tomarnos el wiskisito que tanto te gustaba. ¡Ay Abuelita tantos recuerdos desde que tengo uso de razón, que sería interminable describir la forma cómo te llevo en mi ser!”
“Gracias por darme a mi amada madre, a mis tíos y por acompañarme al patinaje, al tenis, a kumon y a las clases de piano, por alcahuetearme las papas de limón, la pony malta y el caballito o el raspao con cola con leche; gracias, por enseñarme que la familia es lo más importante. Pero, 27 años no fueron suficientes para retribuir tu impecable existencia, ojalá fueras eterna como lo he anhelado con mis abuelos y mis papás”.
“Hoy después de 13 años de la partida de mi abuelo Sabas Quintero, te me vas tú, abuela, insisto que la ausencia física es lo que nos quiebra. Aprenderemos a vivir sin tocar tu cuerpo, sin tu sonrisa ingenua, sin tu mirada de esperanza y sin volver a escuchar tus apuntes particulares y la nostalgia que nos embarga cuando suena la canción Lirio Rojo o los porros de Pedro Laza, qué jodido continuar sin ti”.
“Hoy, todos los que estamos aquí, te expresamos y demostramos cuán valiosa, poderosa y entrañable fuiste. Un adiós que en mi alma no existirá porque prefiero convencerme que será un viaje más y que en el último destino nos vamos a reencontrar. Gratitud por tu vida abuela, por tus enseñanzas y por guiarme sin temor como si fuera tu hijita”.
“Gracias por darme la oportunidad de decirte hasta el último día lo orgullosa que vivo de ti, lo que te admiro y amo, lo que significas para mí. Alcira, abuelita, en vida fuiste esforzada, valiente, determinada y una luchadora incansable. Estos son algunos principios innegociables que nos dejaste como seres humanos, que llevamos tu sangre para ser gente con don de servicio a los que más lo necesitan”.
“Lo único cierto de la vida es la muerte y como tú lo decías ‘unos adelante y otros atrás’, pero mientras llegamos nos harás una falta inexplicable. Tu cuerpo descansa y tu alma ya la necesita Dios. ¡Inolvidable Chira Cotes! Te amo”, concluyó. Hasta la próxima semana.
Por Aquilino Cotes Zuleta
“Gracias abuela por tu ejemplo de templanza, fortaleza y carácter. Gracias porque me diste en 27 años un criterio para ser la mujer que me caracteriza. El 28 de noviembre marcó un punto de partida desde 1994 para definir que yo llevaría no solo tu nombre sino tu coraje, berraquera y entusiasmo en esta vida efímera hasta para cocinar”.
Hoy hace nueve días falleció a sus 94 años Alcira Mercedes Cotes Calderón, quien residía en Cartagena con sus hijos Albert, Piedad, Esperanza y Dollys. Era hermana de mi papá Aquilino Alejandro (1921-2016).
Fue sepultada en Manaure, en donde nació y se crió con sus longevos padres y hermanos. Al fallecer su esposo, Sabas Quintero, se la pasaba entre Manaure y Cartagena. Era orgullosa y defendía a capa y espada su apellido Cotes, “Cotes no es un apellido, es un estilo de vida”, le oí decir varias veces a tía ‘Chira’.
El día de su sepelio en Manaure, una de sus nietas, Piedad Alcira Rodríguez Quintero, pronunció unas palabras en la iglesia: “Gratitud por ser tu nieta y tú hijita como se lo decías en secreto a mi tía Aurelina”.
“Esta es una pequeña parte de lo inigualable y extraordinaria que fuiste, me esforzaré porque quede en mí. Gracias Alcira Mercedes Cotes Calderón o de Quintero, para que te rías en donde te encuentres”.
“Gracias abuela por tu ejemplo de templanza, fortaleza y carácter. Gracias porque me diste en 27 años un criterio para ser la mujer que me caracteriza. El 28 de noviembre marcó un punto de partida desde 1994 para definir que yo llevaría no solo tu nombre sino tu coraje, berraquera y entusiasmo en esta vida efímera hasta para cocinar”.
“Sigo honrando tu legado porque además de amarnos con el alma, heredé tu templanza, incluso para tomarnos el wiskisito que tanto te gustaba. ¡Ay Abuelita tantos recuerdos desde que tengo uso de razón, que sería interminable describir la forma cómo te llevo en mi ser!”
“Gracias por darme a mi amada madre, a mis tíos y por acompañarme al patinaje, al tenis, a kumon y a las clases de piano, por alcahuetearme las papas de limón, la pony malta y el caballito o el raspao con cola con leche; gracias, por enseñarme que la familia es lo más importante. Pero, 27 años no fueron suficientes para retribuir tu impecable existencia, ojalá fueras eterna como lo he anhelado con mis abuelos y mis papás”.
“Hoy después de 13 años de la partida de mi abuelo Sabas Quintero, te me vas tú, abuela, insisto que la ausencia física es lo que nos quiebra. Aprenderemos a vivir sin tocar tu cuerpo, sin tu sonrisa ingenua, sin tu mirada de esperanza y sin volver a escuchar tus apuntes particulares y la nostalgia que nos embarga cuando suena la canción Lirio Rojo o los porros de Pedro Laza, qué jodido continuar sin ti”.
“Hoy, todos los que estamos aquí, te expresamos y demostramos cuán valiosa, poderosa y entrañable fuiste. Un adiós que en mi alma no existirá porque prefiero convencerme que será un viaje más y que en el último destino nos vamos a reencontrar. Gratitud por tu vida abuela, por tus enseñanzas y por guiarme sin temor como si fuera tu hijita”.
“Gracias por darme la oportunidad de decirte hasta el último día lo orgullosa que vivo de ti, lo que te admiro y amo, lo que significas para mí. Alcira, abuelita, en vida fuiste esforzada, valiente, determinada y una luchadora incansable. Estos son algunos principios innegociables que nos dejaste como seres humanos, que llevamos tu sangre para ser gente con don de servicio a los que más lo necesitan”.
“Lo único cierto de la vida es la muerte y como tú lo decías ‘unos adelante y otros atrás’, pero mientras llegamos nos harás una falta inexplicable. Tu cuerpo descansa y tu alma ya la necesita Dios. ¡Inolvidable Chira Cotes! Te amo”, concluyó. Hasta la próxima semana.
Por Aquilino Cotes Zuleta