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Columnista - 24 abril, 2010

Cuando la víctima es la verdad.

Por: Juan Camilo Restrepo. Se ha dicho que la verdad es la primera víctima de toda guerra. Habría que agregar ahora que la verdad está también siendo maltratada durante la actual campaña presidencial. En especial, la propaganda que viene utilizando el partido de la U  ha hecho de la verdad un ingrediente escaso. Basta con […]

Por: Juan Camilo Restrepo.

Se ha dicho que la verdad es la primera víctima de toda guerra. Habría que agregar ahora que la verdad está también siendo maltratada durante la actual campaña presidencial. En especial, la propaganda que viene utilizando el partido de la U  ha hecho de la verdad un ingrediente escaso.

Basta con citar algunos ejemplos.

Primero arrancaron con una cuña televisiva en la que con  desparpajo  se atribuían la paternidad del programa “familias en acción”. Olvidando que ese programa se ideó y se echó a andar  durante la administración Pastrana.

A esta cuña la siguió otra  no menos extraña, según la cual hace ocho años el país “no tenía dirección”. Esto significa, dentro de la lógica de ésta propaganda, que el gobierno al que perteneció hasta el último momento el actual candidato de la U era un gobierno al garete.

Y como si fuera poco lo anterior, otra  cuña, reñida también con la verdad histórica, presenta a su candidato como el iluminado que aceptó el ministerio de hacienda en el 2000 para salvar una economía que iba camino al naufragio.

Olvidan los diseñadores de estas pautas que para mediados del 2000, cuando asume el ministerio de Hacienda el hoy candidato de la U,  ya se había desactivado – con inmenso esfuerzo y  coraje político de su antecesor- la más profunda crisis económica que el país ha vivido. Quizás con la excepción de la de los años treintas del siglo pasado.

Olvidan los despistados publicistas-historiadores del partido de la U que para el año 2000  se había reducido la inflación a niveles de un solo dígito; que habíamos reducido a “sombrerazos”  y de manera rotunda las tasas de interés; que  se había desactivado una crisis financiera de inimaginables dimensiones que  habría podido  arrasar  los ahorros de quince millones de ahorradores y la confianza pública; que se había  readquirido la tranquilidad cambiaria  al  eliminar el sistema las bandas y liberar la tasa de cambio; que se había reabierto el crédito internacional y la credibilidad del país en los mercados externos; que se  estaba ejecutando un valeroso programa de de estabilización económica con el FMI; que se había logrado una  revolución en las finanzas de las entidades territoriales con la aprobación de leyes definitivas que sanearon  sus fiscos ; que se había creado el marco legal para provisionar los pasivos pensionales  de las entidades territoriales; que se  había reactivado la exploración petrolera a niveles que sólo hasta ahora, diez años después, se vuelven a alcanzar; que la tasa de cambió real se había recuperado a sus niveles históricos; que se le había hecho frente con  eficacia a la reconstrucción de la zona cafetera afectada por el terrible terremoto de febrero de 1999;  que se había hecho un esfuerzo presupuestal descomunal para mejorar la dotación de nuestras fuerzas armadas; y en fin, que el país ( para mediados del año 2000) estaba otra vez creciendo dinámicamente. Después de que tanto nosotros como toda América Latina habíamos superado el traumático 1999.

No hay tal, pues, que el partido de la U se inventó el programa de “familias en acción; ni que la administración (a la que hoy recuerdan sus cuñas con tan poca lealtad) y a la que perteneció el actual candidato de la U,  hubiera “carecido de dirección”; o que hubiera sido su providencial aparición la que salvó al país de la hecatombe económica.

Definitivamente, no hay nada más cierto que aquello de que en economía “quienes siembran no cosechan y quienes cosechan no son los que  sembraron”. Así quienes cosechen lo hagan a costa de la verdad.

Columnista
24 abril, 2010

Cuando la víctima es la verdad.

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Juan Camilo Restrepo

Por: Juan Camilo Restrepo. Se ha dicho que la verdad es la primera víctima de toda guerra. Habría que agregar ahora que la verdad está también siendo maltratada durante la actual campaña presidencial. En especial, la propaganda que viene utilizando el partido de la U  ha hecho de la verdad un ingrediente escaso. Basta con […]


Por: Juan Camilo Restrepo.

Se ha dicho que la verdad es la primera víctima de toda guerra. Habría que agregar ahora que la verdad está también siendo maltratada durante la actual campaña presidencial. En especial, la propaganda que viene utilizando el partido de la U  ha hecho de la verdad un ingrediente escaso.

Basta con citar algunos ejemplos.

Primero arrancaron con una cuña televisiva en la que con  desparpajo  se atribuían la paternidad del programa “familias en acción”. Olvidando que ese programa se ideó y se echó a andar  durante la administración Pastrana.

A esta cuña la siguió otra  no menos extraña, según la cual hace ocho años el país “no tenía dirección”. Esto significa, dentro de la lógica de ésta propaganda, que el gobierno al que perteneció hasta el último momento el actual candidato de la U era un gobierno al garete.

Y como si fuera poco lo anterior, otra  cuña, reñida también con la verdad histórica, presenta a su candidato como el iluminado que aceptó el ministerio de hacienda en el 2000 para salvar una economía que iba camino al naufragio.

Olvidan los diseñadores de estas pautas que para mediados del 2000, cuando asume el ministerio de Hacienda el hoy candidato de la U,  ya se había desactivado – con inmenso esfuerzo y  coraje político de su antecesor- la más profunda crisis económica que el país ha vivido. Quizás con la excepción de la de los años treintas del siglo pasado.

Olvidan los despistados publicistas-historiadores del partido de la U que para el año 2000  se había reducido la inflación a niveles de un solo dígito; que habíamos reducido a “sombrerazos”  y de manera rotunda las tasas de interés; que  se había desactivado una crisis financiera de inimaginables dimensiones que  habría podido  arrasar  los ahorros de quince millones de ahorradores y la confianza pública; que se había  readquirido la tranquilidad cambiaria  al  eliminar el sistema las bandas y liberar la tasa de cambio; que se había reabierto el crédito internacional y la credibilidad del país en los mercados externos; que se  estaba ejecutando un valeroso programa de de estabilización económica con el FMI; que se había logrado una  revolución en las finanzas de las entidades territoriales con la aprobación de leyes definitivas que sanearon  sus fiscos ; que se había creado el marco legal para provisionar los pasivos pensionales  de las entidades territoriales; que se  había reactivado la exploración petrolera a niveles que sólo hasta ahora, diez años después, se vuelven a alcanzar; que la tasa de cambió real se había recuperado a sus niveles históricos; que se le había hecho frente con  eficacia a la reconstrucción de la zona cafetera afectada por el terrible terremoto de febrero de 1999;  que se había hecho un esfuerzo presupuestal descomunal para mejorar la dotación de nuestras fuerzas armadas; y en fin, que el país ( para mediados del año 2000) estaba otra vez creciendo dinámicamente. Después de que tanto nosotros como toda América Latina habíamos superado el traumático 1999.

No hay tal, pues, que el partido de la U se inventó el programa de “familias en acción; ni que la administración (a la que hoy recuerdan sus cuñas con tan poca lealtad) y a la que perteneció el actual candidato de la U,  hubiera “carecido de dirección”; o que hubiera sido su providencial aparición la que salvó al país de la hecatombe económica.

Definitivamente, no hay nada más cierto que aquello de que en economía “quienes siembran no cosechan y quienes cosechan no son los que  sembraron”. Así quienes cosechen lo hagan a costa de la verdad.