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Editorial - 22 abril, 2010

Cuando estoy en la parranda…

Este es el amor, amor, el amor que me divierte, cuando estoy en la parranda no me acuerdo de la muerte… (Anónimo) Se alista ya Valledupar para celebrar otra versión del Festival de la Leyenda Vallenata, que llega ya a su cuadragésima tercera edición. La ciudad se llena de una euforia especial, cuando se escuchan […]

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Este es el amor, amor,
el amor que me divierte,
cuando estoy en la parranda
no me acuerdo de la muerte… (Anónimo)

Se alista ya Valledupar para celebrar otra versión del Festival de la Leyenda Vallenata, que llega ya a su cuadragésima tercera edición. La ciudad se llena de una euforia especial, cuando se escuchan miles de melodías de sus acordeones, se vive un ambiente de parranda, de alegría, de ganas de apreciar un buen acordeón, interpretando los sones, paseos, merengues y puyas, que son los ritmos que rigen el concurso.
En realidad, la ciudad de los Santos Reyes se transforma, es más ella misma, si se quiere, para vivir la que Gabriel García Márquez ha llamado la parranda más grande del mundo. Es Macondo, sin lugar a dudas.
Es la época en que los ojos del mundo están puestos en Valledupar, en su ciudad, en su música y en su gente, principalmente. Y a ellos, a todos los habitantes de la ciudad y la región, quienes están llamados a dar un buen ejemplo en todo sentido. Un buen ejemplo en materia de hospitalidad, de buen trato entre los propios y principalmente a los extraños, a los miles de colombianos de otras regiones, como también a los extranjeros, que vienen a vivir y a gozar el Festival.
Es el momento en el cual los habitantes de la capital del Cesar están llamados a mostrar su forma de ser amable, tolerante, respetuosa, civilizada, comprensiva ante el reto de contribuir a que nuestra música sea ejemplo de paz, de armonía y de una forma alegre, Caribe, de ver y vivir la vida, a partir de unas notas de acordeón, de una buena parranda, unos sanos tragos y una conversación en torno a la música y muchas cosas más.
Pero para que ello pueda ser así, se requiere acatar las normas y recomendaciones que han hecho las autoridades civiles y de policía de la ciudad y el departamento. No mezclar el alcohol con la gasolina, tomar con moderación, respetar a los representantes de la autoridad y acoger los controles que ellos están llamados a aplicar en los espacios y eventos relacionados con el Festival, pero también en las calles, en el Río y otros puntos emblemáticos del mundo vallenato.
Demostrar con hechos cotidianos, a todo momento que somos un pueblo sano, gente de paz, hospitalaria, atender bien al visitante, no abusar de su bolsillo y demostrar porque el Festival de la Leyenda Vallenata se ha convertido en el magno evento musical y cultural, que es: orgullo de la región ante Colombia y del país ante el mundo.
…No me acuerdo de la muerte
Y al contrario de los versos del Amor a Amor, además de hablar de la parranda, del Festival de la Leyenda Vallenata, que se nos vino encima, nos vemos obligados a hablar de la muerte.
Muchos hogares en Valledupar no podrán celebrar el Festival, están tristes por la muerte de varias  personas, en unos casos por misteriosas balas asesinas y cobardes de la inseguridad en algunos sectores de la ciudad; pero también por la muerte producto de la soledad, de la locura fugaz y del desespero ante distintas situaciones de  la vida, que pueden llevar a una persona hasta el suicido.
Por supuesto, es amplio y polémico el debate sobre las causas que pueden llevar a una persona a una situación extrema de pensar en quitarse la vida; tema complejo, propio de la siquiatría y de la sicología, pero debe ser un tema que preocupe a padres de familia, a los profesores y principalmente a las autoridades de salud.
Consideramos que detrás del aumento de los casos de suicidio, en el Cesar, como en el resto del país, puede haber un problema mucho mayor y es la falta de una atención medianamente adecuada y oportuna a los problemas de salud mental de la población. Colombia es un país con muchos problemas económicos, sociales y culturales; con una violencia histórica y persistente que genera un ambiente sicosocial complejo y quizás, nos atrevemos a decirlo, propicio para generar muchos problemas de desequilibrio mental.
Se trata, insistimos,  de un problema nacional: en el actual Plan Obligatorio de Salud (POS) es poco lo que existe sobre salud mental, y así mismo  lo reconoce el Ministerio de la Protección Social por medio de un documento expedido hace pocos meses. Sin embargo, no conocemos de avances en esta materia en particular.
En el caso de la región, en anteriores ocasiones hemos criticado la falta de una Unidad de Atención Especializada en Salud Mental para el Cesar; y nuevamente las autoridades del sector hablan de la creación de la misma, pero nos preguntamos cuando y –mientras tanto- el problema sigue  y cientos de personas, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, tienen que padecer múltiples patologías que requieren la atención constante y permanente de los especialistas de la siquiatría y también de sicólogos. Los suicidios son un síntoma de problemas sociales mayores y debemos prestar atención a los mismos, no debemos olvidarnos de la muerte, así estemos en parranda…

Editorial
22 abril, 2010

Cuando estoy en la parranda…

Este es el amor, amor, el amor que me divierte, cuando estoy en la parranda no me acuerdo de la muerte… (Anónimo) Se alista ya Valledupar para celebrar otra versión del Festival de la Leyenda Vallenata, que llega ya a su cuadragésima tercera edición. La ciudad se llena de una euforia especial, cuando se escuchan […]


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Este es el amor, amor,
el amor que me divierte,
cuando estoy en la parranda
no me acuerdo de la muerte… (Anónimo)

Se alista ya Valledupar para celebrar otra versión del Festival de la Leyenda Vallenata, que llega ya a su cuadragésima tercera edición. La ciudad se llena de una euforia especial, cuando se escuchan miles de melodías de sus acordeones, se vive un ambiente de parranda, de alegría, de ganas de apreciar un buen acordeón, interpretando los sones, paseos, merengues y puyas, que son los ritmos que rigen el concurso.
En realidad, la ciudad de los Santos Reyes se transforma, es más ella misma, si se quiere, para vivir la que Gabriel García Márquez ha llamado la parranda más grande del mundo. Es Macondo, sin lugar a dudas.
Es la época en que los ojos del mundo están puestos en Valledupar, en su ciudad, en su música y en su gente, principalmente. Y a ellos, a todos los habitantes de la ciudad y la región, quienes están llamados a dar un buen ejemplo en todo sentido. Un buen ejemplo en materia de hospitalidad, de buen trato entre los propios y principalmente a los extraños, a los miles de colombianos de otras regiones, como también a los extranjeros, que vienen a vivir y a gozar el Festival.
Es el momento en el cual los habitantes de la capital del Cesar están llamados a mostrar su forma de ser amable, tolerante, respetuosa, civilizada, comprensiva ante el reto de contribuir a que nuestra música sea ejemplo de paz, de armonía y de una forma alegre, Caribe, de ver y vivir la vida, a partir de unas notas de acordeón, de una buena parranda, unos sanos tragos y una conversación en torno a la música y muchas cosas más.
Pero para que ello pueda ser así, se requiere acatar las normas y recomendaciones que han hecho las autoridades civiles y de policía de la ciudad y el departamento. No mezclar el alcohol con la gasolina, tomar con moderación, respetar a los representantes de la autoridad y acoger los controles que ellos están llamados a aplicar en los espacios y eventos relacionados con el Festival, pero también en las calles, en el Río y otros puntos emblemáticos del mundo vallenato.
Demostrar con hechos cotidianos, a todo momento que somos un pueblo sano, gente de paz, hospitalaria, atender bien al visitante, no abusar de su bolsillo y demostrar porque el Festival de la Leyenda Vallenata se ha convertido en el magno evento musical y cultural, que es: orgullo de la región ante Colombia y del país ante el mundo.
…No me acuerdo de la muerte
Y al contrario de los versos del Amor a Amor, además de hablar de la parranda, del Festival de la Leyenda Vallenata, que se nos vino encima, nos vemos obligados a hablar de la muerte.
Muchos hogares en Valledupar no podrán celebrar el Festival, están tristes por la muerte de varias  personas, en unos casos por misteriosas balas asesinas y cobardes de la inseguridad en algunos sectores de la ciudad; pero también por la muerte producto de la soledad, de la locura fugaz y del desespero ante distintas situaciones de  la vida, que pueden llevar a una persona hasta el suicido.
Por supuesto, es amplio y polémico el debate sobre las causas que pueden llevar a una persona a una situación extrema de pensar en quitarse la vida; tema complejo, propio de la siquiatría y de la sicología, pero debe ser un tema que preocupe a padres de familia, a los profesores y principalmente a las autoridades de salud.
Consideramos que detrás del aumento de los casos de suicidio, en el Cesar, como en el resto del país, puede haber un problema mucho mayor y es la falta de una atención medianamente adecuada y oportuna a los problemas de salud mental de la población. Colombia es un país con muchos problemas económicos, sociales y culturales; con una violencia histórica y persistente que genera un ambiente sicosocial complejo y quizás, nos atrevemos a decirlo, propicio para generar muchos problemas de desequilibrio mental.
Se trata, insistimos,  de un problema nacional: en el actual Plan Obligatorio de Salud (POS) es poco lo que existe sobre salud mental, y así mismo  lo reconoce el Ministerio de la Protección Social por medio de un documento expedido hace pocos meses. Sin embargo, no conocemos de avances en esta materia en particular.
En el caso de la región, en anteriores ocasiones hemos criticado la falta de una Unidad de Atención Especializada en Salud Mental para el Cesar; y nuevamente las autoridades del sector hablan de la creación de la misma, pero nos preguntamos cuando y –mientras tanto- el problema sigue  y cientos de personas, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, tienen que padecer múltiples patologías que requieren la atención constante y permanente de los especialistas de la siquiatría y también de sicólogos. Los suicidios son un síntoma de problemas sociales mayores y debemos prestar atención a los mismos, no debemos olvidarnos de la muerte, así estemos en parranda…