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Columnista - 11 abril, 2010

Cristian Moreno, que “man” tan de buenas

Por: Jacobo Solano Cerchiaro La vida de Cristian Moreno, se puede decir, que ha estado marcada por constantes factores de buena suerte, que lo hacen personaje de análisis. Salir de Curumaní, en el alejado sur del Cesar, para introducirse en la complicada sociedad vallenata, que descalifica a la gente de los pueblos, como si Valledupar […]

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Por: Jacobo Solano Cerchiaro
La vida de Cristian Moreno, se puede decir, que ha estado marcada por constantes factores de buena suerte, que lo hacen personaje de análisis. Salir de Curumaní, en el alejado sur del Cesar, para introducirse en la complicada sociedad vallenata, que descalifica a la gente de los pueblos, como si Valledupar no fuera un pueblo grande y conformado, en su mayoría, por familias procedentes de los pueblos del centro del Cesar, Santander y el sur de la Guajira.
Este muchacho de origen humilde, se hizo profesional y a pesar de su estilo prosopopéyico al hablar, logró escalar en una cultura llena de prejuicios racistas y de falsos abolengos, enfrentando difíciles circunstancias económicas y de seguridad, cuando al Cesar lo manejaban a su antojo los grupos paramilitares en complicidad con algunos políticos que no pensaron en el mal que hacían a la región. El hombre fue astuto, primero se resguardó y luego aprovechó esa victimización para capitalizarla políticamente y llegar como candidato agraviado por las altas esferas del poder y de la oligarquía cesarense; en las elecciones, demostró que definitivamente el destino está a su favor; al principio, arrancó regular, sin muchas propuestas y con pocas expectativas de triunfo, sin embargo le llegó la luz divina que le envió un candidato contradictor, cuando lo trató despectivamente por ser pobre y no haberse realizado a los 40 años, circunstancia que lo disparó inmediatamente en las encuestas, el grueso de esa franja que se sintió agredida, lo respaldó masivamente llevándolo al primer cargo departamental.
Y aunque muchos lo consideran un ignorante para la política, el Moreno, con su paso de tortuga y la maquinaria, supo mover las fichas en la reciente elección parlamentaria, para sacar a sus candidatos y lo logró. Después de muchos coqueteos del PIN para inscribir a Félix Valera, lo pensó, y dijo no, primer cabezazo, analizó además la posibilidad con Compromiso Ciudadano, de Fajardo, que no alcanzo el umbral, también acertó; por fin, se decidió por el partido Verde, que hoy por hoy, es el partido de moda en Colombia.
Especulando, en como se pueden dar las cosas, reconozco que “man” tan de buenas; si Mockus, es presidente, el gobernador tendrá todas las garantías para constituirse en un barón electoral y terminará su gestión con buenas calificaciones. Para continuar con sus buenas movidas, se metió en el cuento de la Región Caribe con Eduardo Verano y también le funcionó, con más de 1.500.000 votos será uno de los referentes históricos de la descentralización. En otra salida estratégica, a su candidato a la cámara, Yenci Acosta, lo llevó con los conservadores, y con todo y las falencias, el hombre de la sierrita resultó ser la primera votación.
La política es de apuestas y Cristian está ganando en estos momentos una de las partidas más importantes de su vida como político, a pesar de ciertas derrotas como la alcaldía de Valledupar, aún quedan algunas incoherencias como tener a la sombra, a asesores que fueron parapolíticos calificados de primer orden y aliados con sus mismos persecutores. Considero que, después de dos años, comienza a encauzar su gestión, estableciendo que a pesar de todo, es un mandatario con buenas intenciones y aún puede dar más, esperemos que consolide su mandato ahora que tiene el viento a su favor, por el bien de la gente del Cesar. Por último, un reconocimiento público, por la remodelación del parque Novalito, primer gobernante que se preocupa por este parque tan significativo para Valledupar.

[email protected]

Columnista
11 abril, 2010

Cristian Moreno, que “man” tan de buenas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

Por: Jacobo Solano Cerchiaro La vida de Cristian Moreno, se puede decir, que ha estado marcada por constantes factores de buena suerte, que lo hacen personaje de análisis. Salir de Curumaní, en el alejado sur del Cesar, para introducirse en la complicada sociedad vallenata, que descalifica a la gente de los pueblos, como si Valledupar […]


Por: Jacobo Solano Cerchiaro
La vida de Cristian Moreno, se puede decir, que ha estado marcada por constantes factores de buena suerte, que lo hacen personaje de análisis. Salir de Curumaní, en el alejado sur del Cesar, para introducirse en la complicada sociedad vallenata, que descalifica a la gente de los pueblos, como si Valledupar no fuera un pueblo grande y conformado, en su mayoría, por familias procedentes de los pueblos del centro del Cesar, Santander y el sur de la Guajira.
Este muchacho de origen humilde, se hizo profesional y a pesar de su estilo prosopopéyico al hablar, logró escalar en una cultura llena de prejuicios racistas y de falsos abolengos, enfrentando difíciles circunstancias económicas y de seguridad, cuando al Cesar lo manejaban a su antojo los grupos paramilitares en complicidad con algunos políticos que no pensaron en el mal que hacían a la región. El hombre fue astuto, primero se resguardó y luego aprovechó esa victimización para capitalizarla políticamente y llegar como candidato agraviado por las altas esferas del poder y de la oligarquía cesarense; en las elecciones, demostró que definitivamente el destino está a su favor; al principio, arrancó regular, sin muchas propuestas y con pocas expectativas de triunfo, sin embargo le llegó la luz divina que le envió un candidato contradictor, cuando lo trató despectivamente por ser pobre y no haberse realizado a los 40 años, circunstancia que lo disparó inmediatamente en las encuestas, el grueso de esa franja que se sintió agredida, lo respaldó masivamente llevándolo al primer cargo departamental.
Y aunque muchos lo consideran un ignorante para la política, el Moreno, con su paso de tortuga y la maquinaria, supo mover las fichas en la reciente elección parlamentaria, para sacar a sus candidatos y lo logró. Después de muchos coqueteos del PIN para inscribir a Félix Valera, lo pensó, y dijo no, primer cabezazo, analizó además la posibilidad con Compromiso Ciudadano, de Fajardo, que no alcanzo el umbral, también acertó; por fin, se decidió por el partido Verde, que hoy por hoy, es el partido de moda en Colombia.
Especulando, en como se pueden dar las cosas, reconozco que “man” tan de buenas; si Mockus, es presidente, el gobernador tendrá todas las garantías para constituirse en un barón electoral y terminará su gestión con buenas calificaciones. Para continuar con sus buenas movidas, se metió en el cuento de la Región Caribe con Eduardo Verano y también le funcionó, con más de 1.500.000 votos será uno de los referentes históricos de la descentralización. En otra salida estratégica, a su candidato a la cámara, Yenci Acosta, lo llevó con los conservadores, y con todo y las falencias, el hombre de la sierrita resultó ser la primera votación.
La política es de apuestas y Cristian está ganando en estos momentos una de las partidas más importantes de su vida como político, a pesar de ciertas derrotas como la alcaldía de Valledupar, aún quedan algunas incoherencias como tener a la sombra, a asesores que fueron parapolíticos calificados de primer orden y aliados con sus mismos persecutores. Considero que, después de dos años, comienza a encauzar su gestión, estableciendo que a pesar de todo, es un mandatario con buenas intenciones y aún puede dar más, esperemos que consolide su mandato ahora que tiene el viento a su favor, por el bien de la gente del Cesar. Por último, un reconocimiento público, por la remodelación del parque Novalito, primer gobernante que se preocupa por este parque tan significativo para Valledupar.

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