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Columnista - 25 octubre, 2015

Cresta punk con pelo ñongo

1. Mientras estás leyendo esto hay alguien haciéndose rico, sin trabajar. En el penúltimo domingo de un octubre aún gris y mojado como una elongación de septiembre, se han abierto las urnas para recibir como Cándidas Eréndidas las miles de papeletas que intentarán preñar de aspirantes a salir de la pobreza hasta los más paupérrimos […]

1. Mientras estás leyendo esto hay alguien haciéndose rico, sin trabajar. En el penúltimo domingo de un octubre aún gris y mojado como una elongación de septiembre, se han abierto las urnas para recibir como Cándidas Eréndidas las miles de papeletas que intentarán preñar de aspirantes a salir de la pobreza hasta los más paupérrimos rincones de nuestra democrática nación. Son muchas las papeletas que entran pero solo nacerán los más fuertes, es cuestión de simple selección natural.

2. En fila van pasando a ejercer un derecho negociable. Con ese aire cansado que deja la falta de expectativas y de oportunidades, ese aire que intoxica el ánimo más que el simple desempleo- y que esta nutrido en parte por una desidia cultural adoptada por quienes se sienten fuera del juego del dominio de sus propias vidas- avanzan lentamente, solo capaces de reconocerse a partir de los valores generados y reconocidos por quienes ellos quisieran que fueran sus semejantes. Plantearse una reforma real en sus vidas implicaría recomenzar y no están dispuestos a hacerlo porque creen que perderían todo.

3. Ya con anterioridad se han vendido. Por una lámina de Eternit, por un recibo de Electricaribe, por una fórmula médica, o por un empleo, para sí mismo o para alguien de la familia (normalmente un empleo cuesta más de un voto, en la mayoría de los casos son los votos de la familia entera- mientras más numerosa mejor- o una cifra x determinada por el mercachife de ilusiones de turno). De cualquier sombra salen los ataques a las aspiraciones en un juego en donde se vale desde amedrentar ostentando capital o apoyo político, hasta llegar a las intimidaciones y a la brujería. Osamentas y propagandas, enterradas a las doce de la noche en los cementerios, para echarle mal de ojo a los contrincantes, se ha vuelto común en un país en donde más gente de la que uno se imagina tiene una bruja de cabecera. No sería de extrañar una ley en donde sus servicios empezaran a ser cubiertos por las EPS.

4. Algunos muchachos tienen tufo. Sus conciencias se mantienen fijas en la posibilidad de un hedonismo cercano. Jabón de olor y fragancias de catálogo, impregnan el ambiente con sus almizcles. Los zapatos enmascarados, las camisetas chillonas, los peinados estrambóticos con tendencia a las crestas punk de pelo ñongo, los yines rotos guardando en sus bolsillos traseros las billeteras inútiles que abultan con papeles vagos el volumen exiguo de las economías de su dueños.

5. Se respira en el aire un ambiente de escalofrío, que terminará en la tarde con la noticia definitiva de los ganadores del certamen. Por lo pronto nadie lo sabe. Ni los virginales votantes que estrenan su cédula, ni la señora cargando a ese niño producto de un antiguo amor, ni el vendedor de raspao que negoció toda la plancha de antemano, ni el señor con apariencia digna que retuvo el sueldo de sus empleados para metérselos a la política y recogió todos los votos que pudo de sus empleados, ni lo saben los pocos votantes a conciencia- independientemente de si son coherentes sus pensamientos o no. Mientras miles de papeletas entran por miles de hendiduras de urnas electorales, se juegan los destinos de la nación en una suerte de ruleta rusa. Nadie sabe cómo va a terminar y por eso todo tiene un aire vacilante que en finalmente alegrará y entristecerá y escandalizará; al menos mientras todo se decanta se asume y se vuelve a empezar otro ciclo.

Columnista
25 octubre, 2015

Cresta punk con pelo ñongo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jarol Ferreira

1. Mientras estás leyendo esto hay alguien haciéndose rico, sin trabajar. En el penúltimo domingo de un octubre aún gris y mojado como una elongación de septiembre, se han abierto las urnas para recibir como Cándidas Eréndidas las miles de papeletas que intentarán preñar de aspirantes a salir de la pobreza hasta los más paupérrimos […]


1. Mientras estás leyendo esto hay alguien haciéndose rico, sin trabajar. En el penúltimo domingo de un octubre aún gris y mojado como una elongación de septiembre, se han abierto las urnas para recibir como Cándidas Eréndidas las miles de papeletas que intentarán preñar de aspirantes a salir de la pobreza hasta los más paupérrimos rincones de nuestra democrática nación. Son muchas las papeletas que entran pero solo nacerán los más fuertes, es cuestión de simple selección natural.

2. En fila van pasando a ejercer un derecho negociable. Con ese aire cansado que deja la falta de expectativas y de oportunidades, ese aire que intoxica el ánimo más que el simple desempleo- y que esta nutrido en parte por una desidia cultural adoptada por quienes se sienten fuera del juego del dominio de sus propias vidas- avanzan lentamente, solo capaces de reconocerse a partir de los valores generados y reconocidos por quienes ellos quisieran que fueran sus semejantes. Plantearse una reforma real en sus vidas implicaría recomenzar y no están dispuestos a hacerlo porque creen que perderían todo.

3. Ya con anterioridad se han vendido. Por una lámina de Eternit, por un recibo de Electricaribe, por una fórmula médica, o por un empleo, para sí mismo o para alguien de la familia (normalmente un empleo cuesta más de un voto, en la mayoría de los casos son los votos de la familia entera- mientras más numerosa mejor- o una cifra x determinada por el mercachife de ilusiones de turno). De cualquier sombra salen los ataques a las aspiraciones en un juego en donde se vale desde amedrentar ostentando capital o apoyo político, hasta llegar a las intimidaciones y a la brujería. Osamentas y propagandas, enterradas a las doce de la noche en los cementerios, para echarle mal de ojo a los contrincantes, se ha vuelto común en un país en donde más gente de la que uno se imagina tiene una bruja de cabecera. No sería de extrañar una ley en donde sus servicios empezaran a ser cubiertos por las EPS.

4. Algunos muchachos tienen tufo. Sus conciencias se mantienen fijas en la posibilidad de un hedonismo cercano. Jabón de olor y fragancias de catálogo, impregnan el ambiente con sus almizcles. Los zapatos enmascarados, las camisetas chillonas, los peinados estrambóticos con tendencia a las crestas punk de pelo ñongo, los yines rotos guardando en sus bolsillos traseros las billeteras inútiles que abultan con papeles vagos el volumen exiguo de las economías de su dueños.

5. Se respira en el aire un ambiente de escalofrío, que terminará en la tarde con la noticia definitiva de los ganadores del certamen. Por lo pronto nadie lo sabe. Ni los virginales votantes que estrenan su cédula, ni la señora cargando a ese niño producto de un antiguo amor, ni el vendedor de raspao que negoció toda la plancha de antemano, ni el señor con apariencia digna que retuvo el sueldo de sus empleados para metérselos a la política y recogió todos los votos que pudo de sus empleados, ni lo saben los pocos votantes a conciencia- independientemente de si son coherentes sus pensamientos o no. Mientras miles de papeletas entran por miles de hendiduras de urnas electorales, se juegan los destinos de la nación en una suerte de ruleta rusa. Nadie sabe cómo va a terminar y por eso todo tiene un aire vacilante que en finalmente alegrará y entristecerá y escandalizará; al menos mientras todo se decanta se asume y se vuelve a empezar otro ciclo.