Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 4 marzo, 2022

Creer es una opción

“Señor, creo en ti y en tu Palabra. Ayuda a que mi fe crezca a medida que aumento mi conocimiento de ti”. ¡Tú eres el objeto de mi fe! 

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios…”.  Hebreos 11,6. Creer la verdad es una opción. La fe es la respuesta bíblica a la verdad. La fe es algo que nosotros decidimos hacer, no es algo que hacemos cuando sentimos las ganas. 

El hecho de creer en algo, no lo hace verdadero. Grandes movimientos modernos muy activos en las redes sociales pervierten la verdad diciendo que, todo aquello que creamos, será una realidad. Que solo basta con creer en algo para que sea una realidad. O que podemos controlar las circunstancias alrededor de nuestras vidas por medio de lo que creemos.

 ¡Nómbralo, reclámalo, decrétalo, recíbelo! parecen ser el método para transformar la realidad. Frente a esto, debo decir que, si bien es cierto que, difícilmente puedo crear la realidad, si puedo responder a ella por medio de la fe. 

Así las cosas, la fe debe tener un objeto. Para nada cuenta la noción de que basta con que uno meramente crea; lo que realmente cuenta es cuál es el objeto de mi fe, en qué y en quién creo.  Cada cual cree en algo y todos caminamos por fe según se crea; pero, si lo que se crea, no es verdadero, entonces no será justa la forma de vida que podamos llevar. “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas”. 

Nuestra fe será tan grande como lo sea nuestro conocimiento del objeto de la fe. Es directamente proporcional: a mayor conocimiento de Dios, mayor será nuestra fe. Pero si conocemos poco a Dios y su palabra, tendremos poca fe. La fe no es inyectable y no se vende en botica. Todo intento para vivir por fe, más allá de lo que nosotros sabemos que es absolutamente cierto, es solo presunción. 

Por otra parte, si creemos solamente lo que se siente y sometemos nuestra vida al control de las emociones, seremos llevados por la vida como veletas al ritmo de todo viento de doctrina. Estoy convencido que la senda de la verdadera felicidad y la plenitud empiezan con el reconocimiento de la verdad contenida en la palabra de Dios. 

Amados amigos: Crea la verdad de Dios y luego camine por fe.  Confíe en sus promesas para hacer que los sentimientos se alineen no solo con sus pensamientos y conductas, sino también con las circunstancias alrededor. 

No podemos decidir por nuestra cuenta lo que nos gustaría creer y acto seguido creerlo esperando que Dios responda a nuestra osadía de fe como si él no tuviera voluntad propia y no pudiera decidir sobre nosotros. No hay una fórmula mágica, ni método por hábil que sea, en que podamos controlar las respuestas que Dios da a nuestras oraciones. Dios actúa conforme con su voluntad siempre. Él persistirá siendo fiel y veraz consigo mismo y mantendrá, por amor, sus pactos con la humanidad. No nos corresponde determinar lo que es verdadero ni tratar de asesorar o convencer a Dios a fin de hacer nuestra voluntad y no la suya propia. 

Dios es la verdad. Jesús encarnó esa verdad. Para que nuestras oraciones se cumplan, debemos pedir conforme con su voluntad y luego desear cumplirla por encima de toda otra cosa.  ¿Cómo conocerla? A través del estudio metódico y sistemático de su Palabra.     

“Señor, creo en ti y en tu Palabra. Ayuda a que mi fe crezca a medida que aumento mi conocimiento de ti”. ¡Tú eres el objeto de mi fe! 

Fuerte abrazo y bendiciones abundantes.

Por Valerio Mejía

Columnista
4 marzo, 2022

Creer es una opción

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Señor, creo en ti y en tu Palabra. Ayuda a que mi fe crezca a medida que aumento mi conocimiento de ti”. ¡Tú eres el objeto de mi fe! 


“Pero sin fe es imposible agradar a Dios…”.  Hebreos 11,6. Creer la verdad es una opción. La fe es la respuesta bíblica a la verdad. La fe es algo que nosotros decidimos hacer, no es algo que hacemos cuando sentimos las ganas. 

El hecho de creer en algo, no lo hace verdadero. Grandes movimientos modernos muy activos en las redes sociales pervierten la verdad diciendo que, todo aquello que creamos, será una realidad. Que solo basta con creer en algo para que sea una realidad. O que podemos controlar las circunstancias alrededor de nuestras vidas por medio de lo que creemos.

 ¡Nómbralo, reclámalo, decrétalo, recíbelo! parecen ser el método para transformar la realidad. Frente a esto, debo decir que, si bien es cierto que, difícilmente puedo crear la realidad, si puedo responder a ella por medio de la fe. 

Así las cosas, la fe debe tener un objeto. Para nada cuenta la noción de que basta con que uno meramente crea; lo que realmente cuenta es cuál es el objeto de mi fe, en qué y en quién creo.  Cada cual cree en algo y todos caminamos por fe según se crea; pero, si lo que se crea, no es verdadero, entonces no será justa la forma de vida que podamos llevar. “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas”. 

Nuestra fe será tan grande como lo sea nuestro conocimiento del objeto de la fe. Es directamente proporcional: a mayor conocimiento de Dios, mayor será nuestra fe. Pero si conocemos poco a Dios y su palabra, tendremos poca fe. La fe no es inyectable y no se vende en botica. Todo intento para vivir por fe, más allá de lo que nosotros sabemos que es absolutamente cierto, es solo presunción. 

Por otra parte, si creemos solamente lo que se siente y sometemos nuestra vida al control de las emociones, seremos llevados por la vida como veletas al ritmo de todo viento de doctrina. Estoy convencido que la senda de la verdadera felicidad y la plenitud empiezan con el reconocimiento de la verdad contenida en la palabra de Dios. 

Amados amigos: Crea la verdad de Dios y luego camine por fe.  Confíe en sus promesas para hacer que los sentimientos se alineen no solo con sus pensamientos y conductas, sino también con las circunstancias alrededor. 

No podemos decidir por nuestra cuenta lo que nos gustaría creer y acto seguido creerlo esperando que Dios responda a nuestra osadía de fe como si él no tuviera voluntad propia y no pudiera decidir sobre nosotros. No hay una fórmula mágica, ni método por hábil que sea, en que podamos controlar las respuestas que Dios da a nuestras oraciones. Dios actúa conforme con su voluntad siempre. Él persistirá siendo fiel y veraz consigo mismo y mantendrá, por amor, sus pactos con la humanidad. No nos corresponde determinar lo que es verdadero ni tratar de asesorar o convencer a Dios a fin de hacer nuestra voluntad y no la suya propia. 

Dios es la verdad. Jesús encarnó esa verdad. Para que nuestras oraciones se cumplan, debemos pedir conforme con su voluntad y luego desear cumplirla por encima de toda otra cosa.  ¿Cómo conocerla? A través del estudio metódico y sistemático de su Palabra.     

“Señor, creo en ti y en tu Palabra. Ayuda a que mi fe crezca a medida que aumento mi conocimiento de ti”. ¡Tú eres el objeto de mi fe! 

Fuerte abrazo y bendiciones abundantes.

Por Valerio Mejía