El brote de coronavirus es, ante todo, una tragedia humana que afecta a cientos de miles de personas, asimismo, impactos a la economía global, la OCDE advierte que el virus representa el mayor peligro para la economía mundial desde la crisis financiera y el proceso de crecimiento poblacional relacionado con la globalización. Este último factor, gestiona […]
El brote de coronavirus es, ante todo, una tragedia humana que afecta a cientos de miles de personas, asimismo, impactos a la economía global, la OCDE advierte que el virus representa el mayor peligro para la economía mundial desde la crisis financiera y el proceso de crecimiento poblacional relacionado con la globalización. Este último factor, gestiona la aparición de nuevos casos debido a que el brote se está moviendo rápidamente, ocasionando obsolescencia a las expectativas de las previsiones.
En su último Panorama Económico Interino, la OCDE advirtió sobre los peligros que enfrenta la economía global, la organización considera que el virus es el “mayor peligro” para la economía mundial desde la crisis financiera de hace más de 10 años.
China es la segunda economía más grande del mundo, el mayor importador mundial de petróleo y la principal nación comercial, por lo que las consecuencias económicas del coronavirus amenazan el crecimiento global. Según los expertos encuestados por Reuters entre el 7 y el 13 de febrero dijeron que esperaban que el crecimiento económico de China cayera al 4,5% en el primer trimestre de 2020, frente al 6% en el trimestre anterior, el ritmo más lento desde la crisis financiera. No obstante, el escenario optimista conserva rápida recuperación ante la contención del virus.
El brote del coronavirus está afectando la fabricación y los viajes, la Agencia Internacional de Energía (AIE) ha pronosticado en su último informe la caída de la demanda mundial de petróleo. “La nueva demanda mundial de petróleo se ha visto muy afectada por el nuevo coronavirus (COVID-19) y el cierre generalizado de la economía de China. Ahora se espera que la demanda caiga en 435.000 barriles en el primer trimestre de 2020, la primera contracción trimestral en más de 10 años”
El COVID-19, es parte de un patrón de epidemias cada vez más frecuentes que han coincidido con la globalización, la urbanización y el cambio climático, en consecuencia, a medida que la sociedad se conecte más, se necesitará colaboración y cooperación para reducir el impacto de futuras epidemias, porque mientras aumenta la población mundial, también lo hará la cantidad de brotes y las personas afectadas. La OMS contempla que hay 7.000 señales de posibles brotes, en junio de 2018, por primera vez, el mundo se enfrentó a seis de las ocho categorías de enfermedades destacadas en la lista de enfermedades prioritarias del Plan de la OMS.
Las tendencias de la globalización a los viajes, la urbanización y el cambio climático están alimentando la mayor incidencia de brotes. La población global cada vez es más móvil, viajando más por trabajo o por placer. Según el Banco Mundial en 2018, hubo 4.2 mil millones de viajes de pasajeros en transporte aéreo, en comparación con 310 millones en 1970. Esta movilidad ayudó a impulsar la rápida transferencia del coronavirus de China a más de 60 países en dos meses.
El cambio climático exacerba estas tendencias y la incidencia de enfermedades infecciosas. Para 2080, el calentamiento global extremo podría exponer a mil millones de personas a enfermedades transmitidas por mosquitos en regiones previamente no afectadas como Europa y África Oriental, según el Informe de Riesgos Globales 2020 del Foro Económico Mundial. En 2015, por ejemplo, el fenómeno del Niño, permitió que el Zika se extendiera desde Brasil al resto de Sudamérica.
Debido a las tendencias de una sociedad cada vez más conectada, la lucha contra futuras epidemias ya no será responsabilidad exclusiva de los expertos en salud pública, las soluciones requerirán la cooperación de una variedad de líderes, tanto públicos como privados, así como la ayuda de la población en general.
El brote de coronavirus es, ante todo, una tragedia humana que afecta a cientos de miles de personas, asimismo, impactos a la economía global, la OCDE advierte que el virus representa el mayor peligro para la economía mundial desde la crisis financiera y el proceso de crecimiento poblacional relacionado con la globalización. Este último factor, gestiona […]
El brote de coronavirus es, ante todo, una tragedia humana que afecta a cientos de miles de personas, asimismo, impactos a la economía global, la OCDE advierte que el virus representa el mayor peligro para la economía mundial desde la crisis financiera y el proceso de crecimiento poblacional relacionado con la globalización. Este último factor, gestiona la aparición de nuevos casos debido a que el brote se está moviendo rápidamente, ocasionando obsolescencia a las expectativas de las previsiones.
En su último Panorama Económico Interino, la OCDE advirtió sobre los peligros que enfrenta la economía global, la organización considera que el virus es el “mayor peligro” para la economía mundial desde la crisis financiera de hace más de 10 años.
China es la segunda economía más grande del mundo, el mayor importador mundial de petróleo y la principal nación comercial, por lo que las consecuencias económicas del coronavirus amenazan el crecimiento global. Según los expertos encuestados por Reuters entre el 7 y el 13 de febrero dijeron que esperaban que el crecimiento económico de China cayera al 4,5% en el primer trimestre de 2020, frente al 6% en el trimestre anterior, el ritmo más lento desde la crisis financiera. No obstante, el escenario optimista conserva rápida recuperación ante la contención del virus.
El brote del coronavirus está afectando la fabricación y los viajes, la Agencia Internacional de Energía (AIE) ha pronosticado en su último informe la caída de la demanda mundial de petróleo. “La nueva demanda mundial de petróleo se ha visto muy afectada por el nuevo coronavirus (COVID-19) y el cierre generalizado de la economía de China. Ahora se espera que la demanda caiga en 435.000 barriles en el primer trimestre de 2020, la primera contracción trimestral en más de 10 años”
El COVID-19, es parte de un patrón de epidemias cada vez más frecuentes que han coincidido con la globalización, la urbanización y el cambio climático, en consecuencia, a medida que la sociedad se conecte más, se necesitará colaboración y cooperación para reducir el impacto de futuras epidemias, porque mientras aumenta la población mundial, también lo hará la cantidad de brotes y las personas afectadas. La OMS contempla que hay 7.000 señales de posibles brotes, en junio de 2018, por primera vez, el mundo se enfrentó a seis de las ocho categorías de enfermedades destacadas en la lista de enfermedades prioritarias del Plan de la OMS.
Las tendencias de la globalización a los viajes, la urbanización y el cambio climático están alimentando la mayor incidencia de brotes. La población global cada vez es más móvil, viajando más por trabajo o por placer. Según el Banco Mundial en 2018, hubo 4.2 mil millones de viajes de pasajeros en transporte aéreo, en comparación con 310 millones en 1970. Esta movilidad ayudó a impulsar la rápida transferencia del coronavirus de China a más de 60 países en dos meses.
El cambio climático exacerba estas tendencias y la incidencia de enfermedades infecciosas. Para 2080, el calentamiento global extremo podría exponer a mil millones de personas a enfermedades transmitidas por mosquitos en regiones previamente no afectadas como Europa y África Oriental, según el Informe de Riesgos Globales 2020 del Foro Económico Mundial. En 2015, por ejemplo, el fenómeno del Niño, permitió que el Zika se extendiera desde Brasil al resto de Sudamérica.
Debido a las tendencias de una sociedad cada vez más conectada, la lucha contra futuras epidemias ya no será responsabilidad exclusiva de los expertos en salud pública, las soluciones requerirán la cooperación de una variedad de líderes, tanto públicos como privados, así como la ayuda de la población en general.