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Columnista - 9 octubre, 2011

CORTISIMO METRAJE

Por:  Jarol Ferreira Sácale el Jugo “Las hojas nunca caen en vano”. Chori Uno de los lectores del Cortísimo Metraje de la semana anterior me exigió dejar la cháchara y desembuchar rápido, a través de este espacio, algunas lecturas puntuales. Así que, aunque consciente de que sólo cerebros promiscuos sabrán disfrutar plenamente de mis gustos, […]

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Por:  Jarol Ferreira

Sácale el Jugo

“Las hojas nunca caen en vano”.
Chori

Uno de los lectores del Cortísimo Metraje de la semana anterior me exigió dejar la cháchara y desembuchar rápido, a través de este espacio, algunas lecturas puntuales. Así que, aunque consciente de que sólo cerebros promiscuos sabrán disfrutar plenamente de mis gustos, pensé que podría ser esta una buena excusa para hablar sobre obras y autores que varias veces me han sacado de la rutina. Larga es la lista y cortísimo este espacio para el volumen de maestros…

Me enviciaron, desde la primera dosis: Opio en las nubes, de Chaparro Madiedo. Su forma de escribir me intoxicó. Pasa el tiempo y mi adicción sigue. Como con Andrés Caicedo y sus Destinitos Fatales; de niño, sin conocerlo, soñaba con tener el pelo tan largo como el suyo. Asfixia, de Chuck Palahniuk; Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut; Guía del Autoestopista galáctico, de Douglas Adams; Todas las obras de Reinaldo Arenas, Rubem Fonseca y Bukowski. Una Temporada en El Infierno, de Rimbaud; Los Cuentos de Juana, de Cepeda Samudio; Necromicón, que algunos dicen que no lo escribió Lovecraft. Y ¡obvio!  Gómez Jattín. Sus libros extirparon cualquier posibilidad de hacerme alguien  de provecho. Bueno, también tuvo la culpa Francois Villon y otros poetas.

También me gustan: Camus; para terminar con el juicio de Dios, de Artaud; Ginsberg, Joyce, Salinger, Kerouack, Virginia Woolf, Poe, Kafka, Michaux, Bashô, Kobayashi, Yosa Buson… La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, da una buena dosis de placer. Con Pedro Juan Gutiérrez, en su momento, lo pasé muy bien. Baudelaire, con Las flores del mal y Los paraísos Artificiales, me dejó marcado. Peor Nietzsche. La madre, si no hubiera sido ateo antes de leerlo, me hubiese vuelto ateo después.

Hay autores de (casi) una sola obra, pero ¡diablos, que obra!: Malcolm Lowry , Bajo el volcán; Huxley, Las puertas de la percepción… Y el libro de poesía más conmovedor que he leído jamás está en prosa: El Desbarrancadero, de Fernando Vallejo.
De los antiguos: Platón, Epicuro, Homero, y Catulo; claro, por lo directo y honestos. Antonio Porchia parece que escribiera grafittis. La Vorágine, de José Eustacio Rivera: Novela maldita. Forastero en tierra extraña, de Heinlein: Libro guía de la cultura hippy, La Biblia de Charles Manson: alienígenas, libertinaje sexual, etc. Hiperión, de Holderlin; de Cavafis, sobre todo, los poemas amorosos. Mallarmé y  Barbajacob son  grandes. Igual El Tuerto López, Darío Lemos, El Marqués de Sade…

…Lo dicho: se agotó el espacio aunque podría extenderme. Igual no era la idea abducirte de por vida pero espero haber cumplido, al menos parcialmente, con tu exigencia.
Me despido hasta el próximo domingo, día de ocio y fetiche. Ojalá te guste algo; muchos  puedes bajarlos, gratis, de La Red. Sácale el jugo a este Cortísimo.

[email protected]

Columnista
9 octubre, 2011

CORTISIMO METRAJE

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jarol Ferreira

Por:  Jarol Ferreira Sácale el Jugo “Las hojas nunca caen en vano”. Chori Uno de los lectores del Cortísimo Metraje de la semana anterior me exigió dejar la cháchara y desembuchar rápido, a través de este espacio, algunas lecturas puntuales. Así que, aunque consciente de que sólo cerebros promiscuos sabrán disfrutar plenamente de mis gustos, […]


Por:  Jarol Ferreira

Sácale el Jugo

“Las hojas nunca caen en vano”.
Chori

Uno de los lectores del Cortísimo Metraje de la semana anterior me exigió dejar la cháchara y desembuchar rápido, a través de este espacio, algunas lecturas puntuales. Así que, aunque consciente de que sólo cerebros promiscuos sabrán disfrutar plenamente de mis gustos, pensé que podría ser esta una buena excusa para hablar sobre obras y autores que varias veces me han sacado de la rutina. Larga es la lista y cortísimo este espacio para el volumen de maestros…

Me enviciaron, desde la primera dosis: Opio en las nubes, de Chaparro Madiedo. Su forma de escribir me intoxicó. Pasa el tiempo y mi adicción sigue. Como con Andrés Caicedo y sus Destinitos Fatales; de niño, sin conocerlo, soñaba con tener el pelo tan largo como el suyo. Asfixia, de Chuck Palahniuk; Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut; Guía del Autoestopista galáctico, de Douglas Adams; Todas las obras de Reinaldo Arenas, Rubem Fonseca y Bukowski. Una Temporada en El Infierno, de Rimbaud; Los Cuentos de Juana, de Cepeda Samudio; Necromicón, que algunos dicen que no lo escribió Lovecraft. Y ¡obvio!  Gómez Jattín. Sus libros extirparon cualquier posibilidad de hacerme alguien  de provecho. Bueno, también tuvo la culpa Francois Villon y otros poetas.

También me gustan: Camus; para terminar con el juicio de Dios, de Artaud; Ginsberg, Joyce, Salinger, Kerouack, Virginia Woolf, Poe, Kafka, Michaux, Bashô, Kobayashi, Yosa Buson… La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, da una buena dosis de placer. Con Pedro Juan Gutiérrez, en su momento, lo pasé muy bien. Baudelaire, con Las flores del mal y Los paraísos Artificiales, me dejó marcado. Peor Nietzsche. La madre, si no hubiera sido ateo antes de leerlo, me hubiese vuelto ateo después.

Hay autores de (casi) una sola obra, pero ¡diablos, que obra!: Malcolm Lowry , Bajo el volcán; Huxley, Las puertas de la percepción… Y el libro de poesía más conmovedor que he leído jamás está en prosa: El Desbarrancadero, de Fernando Vallejo.
De los antiguos: Platón, Epicuro, Homero, y Catulo; claro, por lo directo y honestos. Antonio Porchia parece que escribiera grafittis. La Vorágine, de José Eustacio Rivera: Novela maldita. Forastero en tierra extraña, de Heinlein: Libro guía de la cultura hippy, La Biblia de Charles Manson: alienígenas, libertinaje sexual, etc. Hiperión, de Holderlin; de Cavafis, sobre todo, los poemas amorosos. Mallarmé y  Barbajacob son  grandes. Igual El Tuerto López, Darío Lemos, El Marqués de Sade…

…Lo dicho: se agotó el espacio aunque podría extenderme. Igual no era la idea abducirte de por vida pero espero haber cumplido, al menos parcialmente, con tu exigencia.
Me despido hasta el próximo domingo, día de ocio y fetiche. Ojalá te guste algo; muchos  puedes bajarlos, gratis, de La Red. Sácale el jugo a este Cortísimo.

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