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Columnista - 24 junio, 2010

Correspondo a una gentileza

ESCALPELO Por: Dickson E. Quiroz T. No se si por gentileza, por cinismo o por descuido fui invitado, en el día de hoy, a la presentación del programa ‘Valledupar, cómo vamos’, el cual al parecer contará con la afortunada presencia de los aliados nacionales. A pesar de las evidencias, quiero desterrar las supuestas motivaciones mezquinas, […]

ESCALPELO

Por: Dickson E. Quiroz T.

No se si por gentileza, por cinismo o por descuido fui invitado, en el día de hoy, a la presentación del programa ‘Valledupar, cómo vamos’, el cual al parecer contará con la afortunada presencia de los aliados nacionales.

A pesar de las evidencias, quiero desterrar las supuestas motivaciones mezquinas, para creer que fue la gentileza la razón de la invitación que se me hizo. Consecuente, y dado el reconocimiento nacional del programa, quiero aportar mi modesta opinión, aún corriendo el riesgo, entendible además, que la egolatría de las directivas locales lo lance al cesto de la basura.

Los programas ‘…Cómo Vamos’ cuentan con sobrada credibilidad en el ámbito nacional, reconociéndose como herramienta útil y necesaria para las administraciones seccionales donde operan; desde luego, mucho de ello se debe a la solvencia moral de sus gestores nacionales, mas también, supongo, a lo transparente como se ha desarrollado el programa en cada uno de los municipios beneficiarios del ejercicio.

Esa enorme credibilidad nacional es un reto también gigantesco para la localidad de Valledupar, que mal haría en desaprovechar la oportunidad de insertarse en una red de tanto prestigio; Valledupar y el Cesar no aguanta un desafuero más; con los habidos y propalados bastan y sobran… para superarlos, costará lo nuestro.

Quizás ya no debiera importar qué tan poco transparente fue el parto del programa en Valledupar; las denuncias se hicieron en su oportunidad, no tanto por supuración de heridas – la consabida estratagema de los victimarios para minimizarla – sino en el afán cívico de empezar a ponerle freno a tanto desafuero, a tanta impunidad que funge de partera de la ilegalidad. El país, y el Cesar y Valledupar no son las excepciones, ya están cansándose de tanta politiquería y arbitrariedad que se hace a nombre de la costumbre, confirmando lo de la cultura mafiosa de que hablara Luis Jorge Garay.

Hay tiempo aún de enderezar el rumbo, y es un imperativo moral hacerlo. Lo digo con franqueza, pues estimo que el programa ‘Valledupar, cómo vamos’ bien lo merece. El mayor y casi único activo de este programa es la credibilidad, que los resultados de sus auscultaciones ciudadanas sean atendidas y merezcan el respeto de gobernantes y gobernados para su aplicación correspondiente.

Hay que despojar el programa de las suspicacias políticas-electorales que se ciernen sobre él, o de aquellas que pujan por monopolizarlo a toda costa solo en el empeño de satisfacer ego de poder. Valledupar es un pueblo de pasiones, pueblo al fin y al cabo, y las más de las veces, por infortunio, las desavenencias entre personas se endosan a todo el círculo de afectos, malográndose una buena iniciativa.

He aquí mi mensaje para corresponder la gentileza de la invitación: A pesar de la justa inconformidad expresada por el proceso de selección, pero dada la importancia de las ‘…Cómo Vamos’, me importa mucho que la de Valledupar no sea un fiasco, entre otras cosas porque no quiero más mugre para mi ciudad. Desde mi orilla, con mi humilde pluma, me declaro animador convencido y consecuente del programa, confiado que su trasegar honrará la red nacional y finalmente será efectiva instrumentación para la administración local.

Ojalá todos los cesarenses y vallenatos lo tengamos claro: hay necesidad de reconstruir liderazgos, pero el liderazgo sólido y efectivamente ejemplarizante es aquel ganado con base en la autoridad, generadora de respeto, y no en el despotismo y la exclusión, más propio del autoritarismo y de la egolatría. Y por supuesto, que ello es un axioma, el liderazgo, que nunca es anónimo, exige capacidad de fiscalización, de aireación, pues el silencio cómplice resulta una buena expresión de la corrupción. No nos de miedo, pues, empezar a ‘parecer’ mala persona por no tragar entero.

[email protected]

Columnista
24 junio, 2010

Correspondo a una gentileza

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dickson E. Quiroz Torres

ESCALPELO Por: Dickson E. Quiroz T. No se si por gentileza, por cinismo o por descuido fui invitado, en el día de hoy, a la presentación del programa ‘Valledupar, cómo vamos’, el cual al parecer contará con la afortunada presencia de los aliados nacionales. A pesar de las evidencias, quiero desterrar las supuestas motivaciones mezquinas, […]


ESCALPELO

Por: Dickson E. Quiroz T.

No se si por gentileza, por cinismo o por descuido fui invitado, en el día de hoy, a la presentación del programa ‘Valledupar, cómo vamos’, el cual al parecer contará con la afortunada presencia de los aliados nacionales.

A pesar de las evidencias, quiero desterrar las supuestas motivaciones mezquinas, para creer que fue la gentileza la razón de la invitación que se me hizo. Consecuente, y dado el reconocimiento nacional del programa, quiero aportar mi modesta opinión, aún corriendo el riesgo, entendible además, que la egolatría de las directivas locales lo lance al cesto de la basura.

Los programas ‘…Cómo Vamos’ cuentan con sobrada credibilidad en el ámbito nacional, reconociéndose como herramienta útil y necesaria para las administraciones seccionales donde operan; desde luego, mucho de ello se debe a la solvencia moral de sus gestores nacionales, mas también, supongo, a lo transparente como se ha desarrollado el programa en cada uno de los municipios beneficiarios del ejercicio.

Esa enorme credibilidad nacional es un reto también gigantesco para la localidad de Valledupar, que mal haría en desaprovechar la oportunidad de insertarse en una red de tanto prestigio; Valledupar y el Cesar no aguanta un desafuero más; con los habidos y propalados bastan y sobran… para superarlos, costará lo nuestro.

Quizás ya no debiera importar qué tan poco transparente fue el parto del programa en Valledupar; las denuncias se hicieron en su oportunidad, no tanto por supuración de heridas – la consabida estratagema de los victimarios para minimizarla – sino en el afán cívico de empezar a ponerle freno a tanto desafuero, a tanta impunidad que funge de partera de la ilegalidad. El país, y el Cesar y Valledupar no son las excepciones, ya están cansándose de tanta politiquería y arbitrariedad que se hace a nombre de la costumbre, confirmando lo de la cultura mafiosa de que hablara Luis Jorge Garay.

Hay tiempo aún de enderezar el rumbo, y es un imperativo moral hacerlo. Lo digo con franqueza, pues estimo que el programa ‘Valledupar, cómo vamos’ bien lo merece. El mayor y casi único activo de este programa es la credibilidad, que los resultados de sus auscultaciones ciudadanas sean atendidas y merezcan el respeto de gobernantes y gobernados para su aplicación correspondiente.

Hay que despojar el programa de las suspicacias políticas-electorales que se ciernen sobre él, o de aquellas que pujan por monopolizarlo a toda costa solo en el empeño de satisfacer ego de poder. Valledupar es un pueblo de pasiones, pueblo al fin y al cabo, y las más de las veces, por infortunio, las desavenencias entre personas se endosan a todo el círculo de afectos, malográndose una buena iniciativa.

He aquí mi mensaje para corresponder la gentileza de la invitación: A pesar de la justa inconformidad expresada por el proceso de selección, pero dada la importancia de las ‘…Cómo Vamos’, me importa mucho que la de Valledupar no sea un fiasco, entre otras cosas porque no quiero más mugre para mi ciudad. Desde mi orilla, con mi humilde pluma, me declaro animador convencido y consecuente del programa, confiado que su trasegar honrará la red nacional y finalmente será efectiva instrumentación para la administración local.

Ojalá todos los cesarenses y vallenatos lo tengamos claro: hay necesidad de reconstruir liderazgos, pero el liderazgo sólido y efectivamente ejemplarizante es aquel ganado con base en la autoridad, generadora de respeto, y no en el despotismo y la exclusión, más propio del autoritarismo y de la egolatría. Y por supuesto, que ello es un axioma, el liderazgo, que nunca es anónimo, exige capacidad de fiscalización, de aireación, pues el silencio cómplice resulta una buena expresión de la corrupción. No nos de miedo, pues, empezar a ‘parecer’ mala persona por no tragar entero.

[email protected]