Durante el festejo del Corpus Christi, además de la procesión se dio la tradicional danza de Diablos y Cucambas, que representa la disputa entre lo eclesiástico y lo mundano
Por: Pepe Morón Reales
[email protected]
a eterna lucha del bien y el mal, fue representada durante la celebración del Corpus Christi, con una tradicional danza en la que las Cucambas y los Diablos se enfrentaron como todos los años, en un homenaje a esta tradición religiosa y mágica que nació en la época de la colonia.
Según cuenta la historia, este tradicional festejo, que se realizó ayer en Valledupar, Atánquez y El Molino, en conmemoración al Cuerpo de Cristo o Corpus Christi, inició en la época de los españoles y fue usado por la iglesia católica como una forma de evangelizar a las comunidades autóctonas de esta región. Algo que inició como una forma de ganar adeptos y de introducir una fe ajena, que fue metiéndose de a poco en lo más profundo del sentir vallenato y hoy en día es una de las tradiciones con mayor arraigo entre los grandes y chicos de la capital del Cesar.
Así es el festejo
Según Iván Espinoza, bailarín de una de las tres agrupaciones que hacen esta representación, la festividad, al igual que muchas otras de índole religioso, es una excusa perfecta para mezclar la parte creyente con el roce entre amigos y el encuentro con sus compañeros de fe.
El día para los bailarines comienza muy temprano. Con mucho cuidado para cumplir con los detalles, tanto Cucambas como Diablos, se colocan los trajes en los que han venido trabajando varias semanas atrás y se van a la Eucaristía.
Como es costumbre, cuando se termina la misa comienza la procesión, encabezada por el sacerdote que lleva consigo al Cuerpo de Cristo, debajo de una especie de manto que forma un techo llamado palio. Lo siguen muy de cerca los tres grupos de diablos, que danzan al mismo tiempo que se realiza el recorrido por las calles de los barrios cercanos a la Catedral Nuestra Señora del Rosario. Así se encuentran con las estaciones en los diferentes altares callejeros, adornados con flores, helechos, palmas, velas e imágenes religiosas, que se extienden por el camino que recorre la peregrinación.
Durante el trayecto, y en cada una de las paradas en los diferentes altares, los peregrinos caracterizados como Demonios y Cucambas realizan la representación de la lucha entre el bien y el mal. Año tras año, mientras el público hace un círculo para ver, los diablos cantan versos al cuerpo de Cristo, y en movimientos coordinados se sacuden parados en puntas de pie.
Después de este recorrido, y de la lucha final en la que el bien, representado por las Cucambas, derrota al mal, caracterizado por los Diablos, los bailarines reciben la bendición por parte del sacerdote que acompañó la procesión y se dirigen al cementerio central; ahí le rinden un homenaje a los danzantes que ya murieron y recitan versos en su nombre. Por último, se van a casa del líder del grupo, para terminar el día con un festejo, que incluye comidas y bebidas típicas de esta región.
La realidad de las danzas del Corpus Christi
Desde el más grande hasta el más chico de los Diablos que danzan en las festividades del Corpus Christi, sabe que significa cada componente del traje característico de los demonios bailarines. David Alejandro Oñate, un pequeño de solo nueve años explicó de forma magistral que los espejos de la vestimenta eran para espantar al ‘Mañoco’, los cascabeles para atraer al público y el cuero de animal para proteger su espalda durante el recorrido. Una muestra de que, aún los pequeños, intentan conservar viva esa tradición que ha pasado por la diferentes generaciones en los últimos 150 años.
A pesar de eso, los historiadores locales, aseguran que lastimosamente, esta danza al igual que muchas otras, parecen condenadas a la extinción; ya que cada vez son menos los lugares donde se practica esta tradición.
Jairo Soto Hernández, docente de la universidad del Atlántico y uno de los investigadores más conocedores de este tema, escritor del libro El Diablo en la Cultura Caribe, dice que en el pasado los diablos más antiguos se podían encontrar en Mompox, Ciénaga, Santa Marta y casi toda la costa Caribe; en cambio ahora solo hay cuatro reductos en donde se preserva esta costumbre: Valledupar y Atánquez, en el Cesar; El Molino en la Guajira y San José de Ure en Córdoba.
Iglesia pidió por la paz de Colombia
Que los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc sean fértiles, pidió la Iglesia durante la celebración de las fiestas de Corpus Christi; así lo expresó el cura párroco de la parroquia Santa María del Camino del barrio El Amparo, Edelmiro Mejía, durante el recorrido de las seis estaciones que hizo en igual número de viviendas del sector, transportando la Custodia, que es la pieza litúrgica donde se guarda y la Eucaristía en ocasiones especiales. Centenares de feligreses acompañaron la procesión, después de la Santa Misa que se celebró en la mañana de ayer en la parroquia del sector.
Durante el festejo del Corpus Christi, además de la procesión se dio la tradicional danza de Diablos y Cucambas, que representa la disputa entre lo eclesiástico y lo mundano
Por: Pepe Morón Reales
[email protected]
a eterna lucha del bien y el mal, fue representada durante la celebración del Corpus Christi, con una tradicional danza en la que las Cucambas y los Diablos se enfrentaron como todos los años, en un homenaje a esta tradición religiosa y mágica que nació en la época de la colonia.
Según cuenta la historia, este tradicional festejo, que se realizó ayer en Valledupar, Atánquez y El Molino, en conmemoración al Cuerpo de Cristo o Corpus Christi, inició en la época de los españoles y fue usado por la iglesia católica como una forma de evangelizar a las comunidades autóctonas de esta región. Algo que inició como una forma de ganar adeptos y de introducir una fe ajena, que fue metiéndose de a poco en lo más profundo del sentir vallenato y hoy en día es una de las tradiciones con mayor arraigo entre los grandes y chicos de la capital del Cesar.
Así es el festejo
Según Iván Espinoza, bailarín de una de las tres agrupaciones que hacen esta representación, la festividad, al igual que muchas otras de índole religioso, es una excusa perfecta para mezclar la parte creyente con el roce entre amigos y el encuentro con sus compañeros de fe.
El día para los bailarines comienza muy temprano. Con mucho cuidado para cumplir con los detalles, tanto Cucambas como Diablos, se colocan los trajes en los que han venido trabajando varias semanas atrás y se van a la Eucaristía.
Como es costumbre, cuando se termina la misa comienza la procesión, encabezada por el sacerdote que lleva consigo al Cuerpo de Cristo, debajo de una especie de manto que forma un techo llamado palio. Lo siguen muy de cerca los tres grupos de diablos, que danzan al mismo tiempo que se realiza el recorrido por las calles de los barrios cercanos a la Catedral Nuestra Señora del Rosario. Así se encuentran con las estaciones en los diferentes altares callejeros, adornados con flores, helechos, palmas, velas e imágenes religiosas, que se extienden por el camino que recorre la peregrinación.
Durante el trayecto, y en cada una de las paradas en los diferentes altares, los peregrinos caracterizados como Demonios y Cucambas realizan la representación de la lucha entre el bien y el mal. Año tras año, mientras el público hace un círculo para ver, los diablos cantan versos al cuerpo de Cristo, y en movimientos coordinados se sacuden parados en puntas de pie.
Después de este recorrido, y de la lucha final en la que el bien, representado por las Cucambas, derrota al mal, caracterizado por los Diablos, los bailarines reciben la bendición por parte del sacerdote que acompañó la procesión y se dirigen al cementerio central; ahí le rinden un homenaje a los danzantes que ya murieron y recitan versos en su nombre. Por último, se van a casa del líder del grupo, para terminar el día con un festejo, que incluye comidas y bebidas típicas de esta región.
La realidad de las danzas del Corpus Christi
Desde el más grande hasta el más chico de los Diablos que danzan en las festividades del Corpus Christi, sabe que significa cada componente del traje característico de los demonios bailarines. David Alejandro Oñate, un pequeño de solo nueve años explicó de forma magistral que los espejos de la vestimenta eran para espantar al ‘Mañoco’, los cascabeles para atraer al público y el cuero de animal para proteger su espalda durante el recorrido. Una muestra de que, aún los pequeños, intentan conservar viva esa tradición que ha pasado por la diferentes generaciones en los últimos 150 años.
A pesar de eso, los historiadores locales, aseguran que lastimosamente, esta danza al igual que muchas otras, parecen condenadas a la extinción; ya que cada vez son menos los lugares donde se practica esta tradición.
Jairo Soto Hernández, docente de la universidad del Atlántico y uno de los investigadores más conocedores de este tema, escritor del libro El Diablo en la Cultura Caribe, dice que en el pasado los diablos más antiguos se podían encontrar en Mompox, Ciénaga, Santa Marta y casi toda la costa Caribe; en cambio ahora solo hay cuatro reductos en donde se preserva esta costumbre: Valledupar y Atánquez, en el Cesar; El Molino en la Guajira y San José de Ure en Córdoba.
Iglesia pidió por la paz de Colombia
Que los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc sean fértiles, pidió la Iglesia durante la celebración de las fiestas de Corpus Christi; así lo expresó el cura párroco de la parroquia Santa María del Camino del barrio El Amparo, Edelmiro Mejía, durante el recorrido de las seis estaciones que hizo en igual número de viviendas del sector, transportando la Custodia, que es la pieza litúrgica donde se guarda y la Eucaristía en ocasiones especiales. Centenares de feligreses acompañaron la procesión, después de la Santa Misa que se celebró en la mañana de ayer en la parroquia del sector.