La víctima tenía varios meses de embarazo y fue degollada un sábado en la mañana en el local donde trabajaba, al parecer, por la excompañera sentimental de su esposo.

El hecho se registró en el barrio 12 de Octubre de Valledupar, cuando fue atacada por un individuo cuando se disponía a abrir el local comercial.

En principio, las autoridades trabajaban sobre un posible atraco; pero horas después esa versión fue descartada y todo apunta a que se trató de un crimen pasional, toda vez que el esposo de la hoy occisa, identificado como Carlos Eduardo Arroyo Cubillos, había sostenido una corta relación con Emilia Catalina Lascarros Rumbo y que, según las investigaciones y las mismas denuncias hechas en su momento por el mismo esposo de la víctima, ella sería quien la mandó a matar.

Este horrendo hecho, ocurrió en la mañana del pasado 4 de febrero del año 2012 y, días más tarde, fueron capturados por la Policía en cumplimiento de órdenes libradas por un Juzgado Local los presuntos autores materiales, uno de ellos, quien se allanó a los cargos y reveló que había recibido dinero para atentar contra la vida de la comerciante.

Ayer, en la audiencia del juicio que se prolongó por la ausencia de dos testigos que tenía la Fiscalía, el esposo de la comerciante volvió a responsabilizar de manera directa a Emilia Catalina Lascarros Rumbo, como autora intelectual del homicidio, porque en los nueve meses de una relación que sostuvo con ella y, luego de decirle que ‘rompían’, ella le había reclamado por qué no dejaba mejor a su esposa y se quedaba con ella, porque estaba esperando un hijo de él. Pero el hombre se negaba rotundamente a continuar con esa relación extramatrimonial, entonces ella le advirtió que ‘le iba a tocar el hombro’.

De la relación con Emilia Catalina, quedó una hija, pero que Arroyo Cubillos, nunca la reconoció desde que le dijo que estaba embarazada, porque según él, tenía desconfianza por algunas razones que argumentó en el contra interrogatorio que le hizo el abogado de la defensa de la ex-compañera sentimental.

Por Abdel Martínez Pérez
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