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Columnista - 8 marzo, 2023

Construir sobre lo destruido 

Una salida salomónica para construir sobre lo destruido en materia de salud, es lo que plantea Tito Hernández Caamaño, abogado especialista en temas laborales y de seguridad social. 

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Una salida salomónica para construir sobre lo destruido en materia de salud, es lo que plantea Tito Hernández Caamaño, abogado especialista en temas laborales y de seguridad social. 

Sugiere que en Colombia operen dos sistemas de salud, uno privado, pero sin aportes del Estado a las EPS, para no tener que asumir sus entuertos y descalabros financieros, tasados en más de 23 billones de pesos, y otro público, que en la matriz de un sector de opinión significa volver al Instituto de los Seguros Sociales, que funcionaba mejor y con menos corrupción.

Cuatro son las estrategias del modelo Neoliberal para privatizar una entidad pública, comenzando por desprestigiarla, precipitando su asfixia económica, volviéndola obsoleta, en lugar de modernizarla, y sometiéndola a los dictados del Fondo Monetario Internacional (FMI), con los consabidos recortes de personal. 

Dizque es un atentado al derecho fundamental a la salud consagrado en la Ley Estatutaria 1751 de 2015, la susodicha reforma, piensan las élites contradictorias al gobierno Petro. Saben que la vaca de mejor leche son las EPS, tetas que no quieren dejar de ordeñar a costa de la vida y la miseria social. 

“Bien explotable que se maneja como una mercancía” es el concepto de la salud, mal definida como un derecho fundamental, porque solo existe en el papel, pero no en el contexto de los *derechos humanos*, que se dividen en fundamentales, económicos y colectivos. 

El derecho económico a la salud, porque no es fundamental como eufemísticamente se le quiere llamar, es una afrenta para médicos con dignidad, que prefirieron retirarse de la actividad para no arriesgar su vida ni la del paciente, caso particular del reconocido especialista en cirugía, José Manuel Romero Churio, quien ejerció su profesión a destajo, que es cuando se cobra el trabajo realizado y no el tiempo empleado, que hizo de tripas corazón para terminar de operar a un paciente con guantes de gigante porque la IPS privada no le suministró unos a su medida, tras la ruptura de los que utilizaba ceñidos al tamaño de sus manos, antes de la proeza que logró en Cartagena, donde dirigió su propia intervención quirúrgica después de ser víctima de las bombas del narcotráfico que cegaron la vida de sus colegas Germán Vargas Lobo y Manuel Gutiérrez Acosta, en desarrollo de un congreso médico en la aciaga época de Pablo Escobar.

Lo extraño es que el debate de intereses no toca a la industria farmacéutica que se enfoca en controlar los síntomas, más no la enfermedad, y claro, curar las enfermedades no es negocio; ahí marcaba la diferencia Hipócrates (el padre de la medicina), quien atacaba la causa de la patología. 

Los pecados diarios contra la naturaleza (deforestación, contaminación, explotación minera, etc.), son el detonante de las enfermedades. “El médico trata, pero la naturaleza sana”. 

La verdadera salud está en la prevención, donde pone el mayor acento ‘La reforma’, y hagamos historia:

Edwar Jenner, médico inglés, fue el primero que usó la ciencia para prevenir una enfermedad en lugar de curarla, a través de la vacuna contra la viruela, descubierta en 1796, hace 227 años, de ahí para acá se han ensayado muchas, pese a ponerse en duda, por ignorancia, la vacuna que frenó la pandemia del Covid 19, inventada en un tiempo récord de 10 meses.

Además de la prevención, la reforma a la salud abarca un concepto integral que incluye suministro de agua potable, un ambiente descontaminado y componentes de alto valor en materia alimentaria y nutricional, donde prime el criterio del médico con una revisión exhaustiva del paciente y el principio activo del medicamento y no el negocio de las EPS, rotuladas con el paseo de la muerte.

Por Miguel Aroca Yepes 

Columnista
8 marzo, 2023

Construir sobre lo destruido 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Aroca Yepez

Una salida salomónica para construir sobre lo destruido en materia de salud, es lo que plantea Tito Hernández Caamaño, abogado especialista en temas laborales y de seguridad social. 


Una salida salomónica para construir sobre lo destruido en materia de salud, es lo que plantea Tito Hernández Caamaño, abogado especialista en temas laborales y de seguridad social. 

Sugiere que en Colombia operen dos sistemas de salud, uno privado, pero sin aportes del Estado a las EPS, para no tener que asumir sus entuertos y descalabros financieros, tasados en más de 23 billones de pesos, y otro público, que en la matriz de un sector de opinión significa volver al Instituto de los Seguros Sociales, que funcionaba mejor y con menos corrupción.

Cuatro son las estrategias del modelo Neoliberal para privatizar una entidad pública, comenzando por desprestigiarla, precipitando su asfixia económica, volviéndola obsoleta, en lugar de modernizarla, y sometiéndola a los dictados del Fondo Monetario Internacional (FMI), con los consabidos recortes de personal. 

Dizque es un atentado al derecho fundamental a la salud consagrado en la Ley Estatutaria 1751 de 2015, la susodicha reforma, piensan las élites contradictorias al gobierno Petro. Saben que la vaca de mejor leche son las EPS, tetas que no quieren dejar de ordeñar a costa de la vida y la miseria social. 

“Bien explotable que se maneja como una mercancía” es el concepto de la salud, mal definida como un derecho fundamental, porque solo existe en el papel, pero no en el contexto de los *derechos humanos*, que se dividen en fundamentales, económicos y colectivos. 

El derecho económico a la salud, porque no es fundamental como eufemísticamente se le quiere llamar, es una afrenta para médicos con dignidad, que prefirieron retirarse de la actividad para no arriesgar su vida ni la del paciente, caso particular del reconocido especialista en cirugía, José Manuel Romero Churio, quien ejerció su profesión a destajo, que es cuando se cobra el trabajo realizado y no el tiempo empleado, que hizo de tripas corazón para terminar de operar a un paciente con guantes de gigante porque la IPS privada no le suministró unos a su medida, tras la ruptura de los que utilizaba ceñidos al tamaño de sus manos, antes de la proeza que logró en Cartagena, donde dirigió su propia intervención quirúrgica después de ser víctima de las bombas del narcotráfico que cegaron la vida de sus colegas Germán Vargas Lobo y Manuel Gutiérrez Acosta, en desarrollo de un congreso médico en la aciaga época de Pablo Escobar.

Lo extraño es que el debate de intereses no toca a la industria farmacéutica que se enfoca en controlar los síntomas, más no la enfermedad, y claro, curar las enfermedades no es negocio; ahí marcaba la diferencia Hipócrates (el padre de la medicina), quien atacaba la causa de la patología. 

Los pecados diarios contra la naturaleza (deforestación, contaminación, explotación minera, etc.), son el detonante de las enfermedades. “El médico trata, pero la naturaleza sana”. 

La verdadera salud está en la prevención, donde pone el mayor acento ‘La reforma’, y hagamos historia:

Edwar Jenner, médico inglés, fue el primero que usó la ciencia para prevenir una enfermedad en lugar de curarla, a través de la vacuna contra la viruela, descubierta en 1796, hace 227 años, de ahí para acá se han ensayado muchas, pese a ponerse en duda, por ignorancia, la vacuna que frenó la pandemia del Covid 19, inventada en un tiempo récord de 10 meses.

Además de la prevención, la reforma a la salud abarca un concepto integral que incluye suministro de agua potable, un ambiente descontaminado y componentes de alto valor en materia alimentaria y nutricional, donde prime el criterio del médico con una revisión exhaustiva del paciente y el principio activo del medicamento y no el negocio de las EPS, rotuladas con el paseo de la muerte.

Por Miguel Aroca Yepes