EL TINAJERO Por José Atuesta Mindiola Algunos expertos en las ciencias sociales piensan que Colombia es un país pobre en medio de tanta riqueza, porque los colombianos no tenemos disciplina de trabajo. Pero esta es una verdad a medias, el Estado colombiano no ejerce soberanía sobre sus riquezas. Basta mirar las explotaciones mineras legales, ilegales e informales; […]
EL TINAJERO
Por José Atuesta Mindiola
Algunos expertos en las ciencias sociales piensan que Colombia es un país pobre en medio de tanta riqueza, porque los colombianos no tenemos disciplina de trabajo. Pero esta es una verdad a medias, el Estado colombiano no ejerce soberanía sobre sus riquezas. Basta mirar las explotaciones mineras legales, ilegales e informales; todas causan detrimento acelerado del ambiente, alteran los surcos de los ríos, destruyen la biodiversidad y ponen en riesgo la salud humana. El desarrollo producido por las inversiones de las ganancias que generan las explotaciones mineras legales en el país, no son efectivamente tan rentables para las comunidades vecinas; aunque han mejorado los servicios de saneamiento básico y de infraestructura urbana, existe un deterioro de la fertilidad de la capa vegetal para la producción de alimentos y alta turbiedad por la contaminación del aire y de los ríos que afectan la vida humana.
El Estado no hace presencia en gran parte de la geografía del país, por eso muchas comunidades viven arrasadas por la negligencia del centralismo. El ejemplo reciente, el presidente Juan Manuel Santos en sus galimatías por el fallo de La Corte de Haya, hizo una revelación sin querer decirla: San Andrés ahora va a estar mejor que antes, porque haremos grandes inversiones sociales. El presidente sin proponérselo, reconoció públicamente estar de acuerdo con el Vice Sanguino Garzón: San Andrés viene soportando desde hace tiempo el abandono del Estado colombiano, son pocas las inversiones en educación y salud. Lo hospitales no son hospitales.
En semanas anteriores, vimos por televisión el desplazamiento de soldados ecuatorianos ejerciendo soberanía en las fronteras con Colombia, para impedir que los guerrilleros de la Farc penetraran en su país. Pero casi nunca vemos a soldados colombianos vigilando las fronteras para que los guerrilleros que están en Venezuela (según los informes de inteligencia militar) no regresen al país.
Un Estado soberano no permite que otra nación mantenga bases militares en su territorio. Un Estado Social de Derecho tiene como fundamento constitucional la defensa y el cumplimiento de las leyes que protejan la vida y el bienestar social del ciudadano y la familia. Colombia, por su biodiversidad, por multiplicidad regional, por el talento artístico y científico, por la fertilidad de sus suelos, por los recursos naturales es un paraíso en riqueza; también es cierto que somos un país de leyes, pero hay unos que son especialistas en transgredirlas, y a los que les corresponde hacer cumplirlas con eficiencia y trasparencia, no siempre lo hacen. Producto de la evasión sistemática de las leyes de una gran mayoría de los colombianos, se escuchan estas afirmaciones: hecha la ley, hecha la trampa. La corrupción es inherente al ser humano.
Es necesario, dicen los sociólogos, construir cultura ciudadana: un puente que conduzca al conocimiento y cumplimiento de las leyes, al respeto de los dineros oficiales, a la convivencia, a la solidaridad y al fortalecimiento de la identidad cultural y el sentido de pertenencia. La cultura ciudadana debe ser una política de Estado.
EL TINAJERO Por José Atuesta Mindiola Algunos expertos en las ciencias sociales piensan que Colombia es un país pobre en medio de tanta riqueza, porque los colombianos no tenemos disciplina de trabajo. Pero esta es una verdad a medias, el Estado colombiano no ejerce soberanía sobre sus riquezas. Basta mirar las explotaciones mineras legales, ilegales e informales; […]
EL TINAJERO
Por José Atuesta Mindiola
Algunos expertos en las ciencias sociales piensan que Colombia es un país pobre en medio de tanta riqueza, porque los colombianos no tenemos disciplina de trabajo. Pero esta es una verdad a medias, el Estado colombiano no ejerce soberanía sobre sus riquezas. Basta mirar las explotaciones mineras legales, ilegales e informales; todas causan detrimento acelerado del ambiente, alteran los surcos de los ríos, destruyen la biodiversidad y ponen en riesgo la salud humana. El desarrollo producido por las inversiones de las ganancias que generan las explotaciones mineras legales en el país, no son efectivamente tan rentables para las comunidades vecinas; aunque han mejorado los servicios de saneamiento básico y de infraestructura urbana, existe un deterioro de la fertilidad de la capa vegetal para la producción de alimentos y alta turbiedad por la contaminación del aire y de los ríos que afectan la vida humana.
El Estado no hace presencia en gran parte de la geografía del país, por eso muchas comunidades viven arrasadas por la negligencia del centralismo. El ejemplo reciente, el presidente Juan Manuel Santos en sus galimatías por el fallo de La Corte de Haya, hizo una revelación sin querer decirla: San Andrés ahora va a estar mejor que antes, porque haremos grandes inversiones sociales. El presidente sin proponérselo, reconoció públicamente estar de acuerdo con el Vice Sanguino Garzón: San Andrés viene soportando desde hace tiempo el abandono del Estado colombiano, son pocas las inversiones en educación y salud. Lo hospitales no son hospitales.
En semanas anteriores, vimos por televisión el desplazamiento de soldados ecuatorianos ejerciendo soberanía en las fronteras con Colombia, para impedir que los guerrilleros de la Farc penetraran en su país. Pero casi nunca vemos a soldados colombianos vigilando las fronteras para que los guerrilleros que están en Venezuela (según los informes de inteligencia militar) no regresen al país.
Un Estado soberano no permite que otra nación mantenga bases militares en su territorio. Un Estado Social de Derecho tiene como fundamento constitucional la defensa y el cumplimiento de las leyes que protejan la vida y el bienestar social del ciudadano y la familia. Colombia, por su biodiversidad, por multiplicidad regional, por el talento artístico y científico, por la fertilidad de sus suelos, por los recursos naturales es un paraíso en riqueza; también es cierto que somos un país de leyes, pero hay unos que son especialistas en transgredirlas, y a los que les corresponde hacer cumplirlas con eficiencia y trasparencia, no siempre lo hacen. Producto de la evasión sistemática de las leyes de una gran mayoría de los colombianos, se escuchan estas afirmaciones: hecha la ley, hecha la trampa. La corrupción es inherente al ser humano.
Es necesario, dicen los sociólogos, construir cultura ciudadana: un puente que conduzca al conocimiento y cumplimiento de las leyes, al respeto de los dineros oficiales, a la convivencia, a la solidaridad y al fortalecimiento de la identidad cultural y el sentido de pertenencia. La cultura ciudadana debe ser una política de Estado.