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Columnista - 23 febrero, 2014

Confusión

Por: Leonardo Maya Jamás disfrutarás del amanecer si te aferras a la noche Ese viernes Manuel llegó a su casa a las tres de la mañana. Su mujer encontró rastros de alcohol en el aire y evidencias femeninas en su camisa, gritó improperios. En dos minutos pronunció todos los insultos que la humanidad entera en […]

Por: Leonardo Maya

Jamás disfrutarás del amanecer si te aferras a la noche

Ese viernes Manuel llegó a su casa a las tres de la mañana. Su mujer encontró rastros de alcohol en el aire y evidencias femeninas en su camisa, gritó improperios. En dos minutos pronunció todos los insultos que la humanidad entera en toda su historia haya proferido jamás, dicen que expulsaba cenizas volcánicas por los ojos y espumas de azufre por la boca, de paso, maldijo a los cielos, a los santos, los dioses, los ríos y las montañas.

El buen Manuel -que había llegado feliz- ciertamente había consumido dos cervecitas en el camino para aplacar la sed del cansancio, ese día trabajó horas extras en un astillero poniendo pintura anticorrosiva a un buque extranjero de gran calado, con el dinero extra había comprado a unos marineros Genoveses un costoso labial de rosas tiernas para los dulces labios de su mujer.

OLVIDO

El ya no la amaba, le había perdido el cariño y ese miércoles la dejó definitivamente. Ella suplicó a los cielos algo para impedirlo, entonces se ganó el baloto.

La millonaria lo intentó todo para hacerlo regresar: se hizo rinoplastia, se recortó el mentón, se implantó un busto exuberante, se sacó dos costillas y la lipoescultura general le transformó el cuerpo. Intentó implantarse ojos esmeralda pero la ciencia no le garantizó el procedimiento.

El costoso diseñador de sonrisas si le certificó que regresaría rendido a sus pies. Ella salió a buscarlo. Lo encontró tomando cervezas con sus amigos de siempre.

La lujosa camioneta de vidrios polarizados se detuvo en la esquina.

–Me amarás ahora? preguntó altiva.

_ No la conozco, no se quién es usted, dijo el hombre asustado antes de perderse en su barrio de pobres.

DESPEDIDA

Odio el mar inmenso, ruidoso y sin orillas en que te fuiste. Grité a los marinos que esperaran, nadie me escuchó, soltaron amarras y vi desvanecerte en la noche, también partieron los pájaros del mar, ellos volverán a sus nidos.

Desde ese día, no canto, no sueño, no vivo.

¿A dónde vas sin mi golondrina viajera?

Aves de los vientos, mensajeros que llevan nuevas a cielos desconocidos,

alcancen ese barco,

Díganle que la espero, ella me ha prometido que vendrá. ¡Cuántas mañanas y cuántas noches me esperan sin ti! Y cuántas veces tu perfume entrará a mi corazón agitado, Apenas tengo el aroma de tu promesa

y un adiós nunca esperado,

pero te juro que tu sol y tus estrellas jamás podrán esconderte de mí para siempre. Yo surcaré los mares, abriré caminos con mis brazos desesperados y te encontraré en la noche.

Porque a un amor como el mío nunca se lo deja esperando

Columnista
23 febrero, 2014

Confusión

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

Por: Leonardo Maya Jamás disfrutarás del amanecer si te aferras a la noche Ese viernes Manuel llegó a su casa a las tres de la mañana. Su mujer encontró rastros de alcohol en el aire y evidencias femeninas en su camisa, gritó improperios. En dos minutos pronunció todos los insultos que la humanidad entera en […]


Por: Leonardo Maya

Jamás disfrutarás del amanecer si te aferras a la noche

Ese viernes Manuel llegó a su casa a las tres de la mañana. Su mujer encontró rastros de alcohol en el aire y evidencias femeninas en su camisa, gritó improperios. En dos minutos pronunció todos los insultos que la humanidad entera en toda su historia haya proferido jamás, dicen que expulsaba cenizas volcánicas por los ojos y espumas de azufre por la boca, de paso, maldijo a los cielos, a los santos, los dioses, los ríos y las montañas.

El buen Manuel -que había llegado feliz- ciertamente había consumido dos cervecitas en el camino para aplacar la sed del cansancio, ese día trabajó horas extras en un astillero poniendo pintura anticorrosiva a un buque extranjero de gran calado, con el dinero extra había comprado a unos marineros Genoveses un costoso labial de rosas tiernas para los dulces labios de su mujer.

OLVIDO

El ya no la amaba, le había perdido el cariño y ese miércoles la dejó definitivamente. Ella suplicó a los cielos algo para impedirlo, entonces se ganó el baloto.

La millonaria lo intentó todo para hacerlo regresar: se hizo rinoplastia, se recortó el mentón, se implantó un busto exuberante, se sacó dos costillas y la lipoescultura general le transformó el cuerpo. Intentó implantarse ojos esmeralda pero la ciencia no le garantizó el procedimiento.

El costoso diseñador de sonrisas si le certificó que regresaría rendido a sus pies. Ella salió a buscarlo. Lo encontró tomando cervezas con sus amigos de siempre.

La lujosa camioneta de vidrios polarizados se detuvo en la esquina.

–Me amarás ahora? preguntó altiva.

_ No la conozco, no se quién es usted, dijo el hombre asustado antes de perderse en su barrio de pobres.

DESPEDIDA

Odio el mar inmenso, ruidoso y sin orillas en que te fuiste. Grité a los marinos que esperaran, nadie me escuchó, soltaron amarras y vi desvanecerte en la noche, también partieron los pájaros del mar, ellos volverán a sus nidos.

Desde ese día, no canto, no sueño, no vivo.

¿A dónde vas sin mi golondrina viajera?

Aves de los vientos, mensajeros que llevan nuevas a cielos desconocidos,

alcancen ese barco,

Díganle que la espero, ella me ha prometido que vendrá. ¡Cuántas mañanas y cuántas noches me esperan sin ti! Y cuántas veces tu perfume entrará a mi corazón agitado, Apenas tengo el aroma de tu promesa

y un adiós nunca esperado,

pero te juro que tu sol y tus estrellas jamás podrán esconderte de mí para siempre. Yo surcaré los mares, abriré caminos con mis brazos desesperados y te encontraré en la noche.

Porque a un amor como el mío nunca se lo deja esperando